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La guerra y la paz
La paz es algo que ‘sucede’ y no así algo que ‘precede’ a una situación de enfrentamiento.
La Razón Digital / Farit Rojas Tudela
06:56 / 29 de agosto de 2016
El resultado de toda guerra en la historia de Occidente ha sido el establecimiento de un orden, de una paz. Para muestra, el título del documento suscrito entre Chile y Bolivia en 1904: Tratado de paz y amistad.
La paz como cierre de un conflicto bélico supone un orden social deseado por las estructuras de poder que suceden a la guerra; por ello, como señalan Chantal Mouffe y Ernesto Laclau en el libro clásico Hegemonía y estrategia socialista, el orden social no puede ser concebido como un principio subyacente, es decir, no hay un origen en el que todo hubiera sido paz. La paz (y el orden social y político establecido) es algo que “sucede” y no así algo que “precede” a una situación de enfrentamiento.
Una explicación clara sobre este tema la llevó a cabo el filósofo francés Michel Foucault en su curso de 1976 llamado “Defender la sociedad”. En la primera lección Foucault llama a invertir el aforismo de Carl Von Clausewitz (la guerra es la continuación de la política) y señalar que la política es la continuación de la guerra por otros medios. Dicho de otro modo: la guerra no culmina, continúa con el uso de una serie de mecanismos y formas de dominación. En este sentido, las relaciones de poder que mantienen la paz en una sociedad tienen esencialmente por punto de anclaje una cierta relación de fuerza establecida en un momento dado, históricamente identificable en la guerra y por la guerra, señala Foucault. Por ello, la mantención de la paz supone simplemente un ejercicio de mantenimiento y prórroga de las relaciones de poder establecidas y concebidas en la guerra y por el enfrentamiento.
No es casual que el concepto de paz sea el de la ausencia de guerra, y que el origen etimológico de paz no sea otro que “pax” entendido como acuerdo, pacto o tratado de armisticio; es decir, aquello que sucede a la guerra. Por ello la denominada pax romana (situada entre el 27 a.C. y el 180 d.C.) fue el uso de la fuerza para “pacificar” las distintas provincias romanas.
Resulta interesante que para Thomas Hobbes, en su libro clásico titulado Leviatán, lo único que puede detener la guerra sea un acuerdo, un armisticio que dé nacimiento al soberano-Estado, y con él, al Derecho del Estado como medio de establecimiento del orden social. El Derecho entonces no sería más que un medio o un dispositivo que procura llevar a cabo la paz social y el mantenimiento del orden como una prórroga de las relaciones de poder dominante y como resultado de alguna clase de enfrentamiento. Este derecho que nace del pacto de paz no sería más que la continuación de la guerra por otros medios, parafraseando a Foucault. La paz, en esta brevísima explicación, no sería otra cosa que aquel momento buscado por el más fuerte, para cancelar no la guerra, sino la ofensiva del más débil.
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