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Pequeña crónica galeana
El músico cuenta su encuentro con Galeano y su influencia en su arte
La Razón (Edición Impresa) / Mario Luis Ramírez / La Paz
04:58 / 14 de abril de 2015
En la adolescencia conocí a Eduardo Galeano devorando sus Venas abiertas de América Latina, sus Patas arriba, su Fútbol a luz y sombra, etcétera. Sus libros han marcado camino en mi camino, en mis ideas, en mis canciones desde hace más de 30 años.
En 2000 tuvimos como Negro y Blanco nuestro primer viaje profundo por Bolivia, estuvimos 45 días viajando por los nueve departamentos del territorio nacional en un bus azul con otros hermanos y hermanas del arte (Caravana Pintando Bolivia). Este viaje trajo reafirmación de consignas, amor profundo por nuestra patria y muchas canciones, entre ellas la canción Vamos todavía, que escribí el día que retornábamos a La Paz. En esta canción propongo hacer revolución a través de los versos, las guitarras, la educación, el arte, las culturas; y la canción nombra personas que hacen y han hecho revolución de estas formas (las más profundas) y por supuesto EDUARDO GALEANO es una de ellas.
El 26 de enero de 2009 tuve la fortuna de escuchar a la distancia a Eduardo Galeano y lo hermoso es que fue en mi país, en mi revolución, en la segunda fundación de Bolivia, traté de acercarme al escenario, pero los miles y miles de hermanos y hermanas estaban colmando las calles con alegría, orgullo y dignidad.
En 2012, en la gira por Europa del disco Negro y Blanco en la fiesta (en el que pudimos grabar la canción Vamos todavía, diez años después de haber nacido), estando en Madrid nos enteramos que esa tarde iba a estar Eduardo Galeano dando una disertación presentando su libro Los hijos de los días, en un espacio alternativo llamado Centro Social La Tabacalera (https://www.youtube.com/watch?v=3LZ8k5LseTo), de debate político, social y cultural muy importante en Madrid. Corrimos al lugar, al llegar las colas eran eternas, no tuve otra alternativa que colarme, no iba a perderme oír a Galeano; los otros amigos se fueron atrás a hacer la cola decentemente. Al entrar, prácticamente tuve que caminar encima de hombros y cabezas para poder encontrar un pequeño espacio adelante, cerca del escenario. Luego me di cuenta que tenía en la mochila una copia del disco Negro y Blanco en la fiesta, no pude contenerme y de repente aparecí detrás del escenario hablando con un español de metro ochenta, haciéndole un resumen de esta pequeña cronología: me escuchó entre atento y asustado, le pedí si podía hacerle llegar el disco a Galeano, entró y a los minutos salió una señora que me dijo: “¿Tú eres el boliviano?”. Le digo que sí y me dijo: “Pasa, Eduardo va a recibirte. Las piernas y el alma me temblaban, era un espacio pequeñito y rústico, Galeano estaba terminando de conversar con un señor, al terminar me mira y me hace la señal de acercarme, me acerqué, me presenté y le lancé el resumen de lo contado acá, y conversamos, conversamos de fútbol, de Bolivia y su amor y admiración por ella, de las luchas sociales y de lo importante de estos tiempos.
No sé cuántos minutos fueron, pero en esa pequeña eternidad de un encuentro no anunciado volvieron a fortalecerse las consignas y amores de 2000 en la Caravana Pintando Bolivia. Salí flotando sobre una nube de compromisos, el lugar repleto de miles tembló ante cada frase de Galeano. Hoy al enterarme de su partida me vinieron estos recuerdos, pero sobre todo, y una vez más, vinieron a mí fortalecidas las mismas consignas, amores y canciones, porque gente como Eduardo Galeano (como Beneddetti, Cortazar, García Márquez, etcétera) nunca se van, se quedarán en nosotros abrazando sus letras, luchas, amores e ideas...
Mario Luis Ramírez es integrante del dúo Negro y Blanco
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Adiós Galeano