Gran Poder
Esta festividad puede ser leída como una configuración cultural muy dinámica
La Paz está de fiesta. Hoy se celebra una nueva entrada en honor al Señor Jesús del Gran Poder, una de las festividades culturales más importantes del occidente del país, en tanto permite observar y participar de la configuración de una cultura particular que se reinventa permanentemente. Es además el evento más rentable de la sede de gobierno y uno de los más importantes del país.
En efecto, esta entrada, que se inició como una fiesta de barrio a principios del siglo XX y que actualmente agrupa a más de 37 mil bailarines, inyecta aproximadamente $us 53 millones en la economía local, según estimaciones de la municipalidad paceña. A partir de la inversión en la que incurren los bailarines (aproximadamente $us 26,3 millones) se genera un efecto multiplicador que beneficia a músicos, artesanos, al comercio de telas, bebidas, comida, servicio de seguridad, limpieza y otros servicios.
Según explica Alejandro Chipana, exdirigente de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder, los que más se benefician son los artesanos y joyeros. Por ejemplo, un estudio elaborado por el propio Chipana estima que las 8.100 mujeres que participan en la morenada (danza que representa el 26% de las fraternidades participantes) gastan cerca de $us 4,8 millones sólo en joyas.
Este expendio, que puede parecer excesivo, permite comprender uno de los sentidos detrás de esta fiesta, interpretado por algunos investigadores como una expresión de reconocimiento de las élites emergentes, actores tradicionalmente discriminados en tiempos pasados, y que ahora buscan reconocimiento nacional e internacional.
Al respecto, Clevert Cárdenas, investigador del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), explica que las organizaciones que ordenan y establecen la implementación de esta celebración se articulan en redes sociales que expresan jerarquías, diferencias y diversas adscripciones. Esto es particularmente cierto en la morenada, pues, a diferencia del resto de las danzas, para formar parte de una fraternidad de morenos, como bien reza una de sus melodías, primero “se debe tener platita”, y ocupar una situación privilegiada dentro de la burguesía aymara emergente.
Ahora bien, no cabe duda de la influencia aymara en esta celebración. No obstante, el origen y la esencia de esta entrada la alejan de ser una mera representación que rescata y reproduce tradiciones andinas. El Gran Poder puede ser leído también como un escenario de creación permanente de sentidos; que se manifiestan en los bailes, vestimentas e incluso en los nombres de las fraternidades. Es de hecho una configuración cultural muy dinámica, que permite observar y estudiar cómo múltiples tradiciones, maneras de ver y de vivir en la sociedad se expresan y al mismo tiempo se construyen y transmiten.