Resucitando a Lovecraft
Los mejores días para ir a la feria son entre semana y a última hora de la noche. Los pasillos de tres metros están vacíos y en los puestos de libros no hay gente dando codazos. Los trabajadores matan el tiempo con juegos de mesa, cacho o cartas. Incluso existen stands sin vigilantes llamando al sano vicio de la cleptomanía libresca.
En el puesto de la Embajada de Estados Unidos no puedes robar libros, es imposible pues no hay. Tienen computadores donde puedes bajarte “apps” de educación. Cada vez que paso por el segundo piso del Pabellón Amarillo, el stand “gringo” está repleto de jóvenes. A veces pienso que el futuro es negro, que importan más los celulares “inteligentes” que los libros. Luego se me pasa.
Tantas veces enterraron y dieron por muerto al libro y no lo consiguieron, ¿no ve? Llegó el cine y la radio, luego la tele, los videos nos metieron en casa frente a la caja tonta… y ahora las aplicaciones.
Por el altavoz de la feria se escuchan cosas graciosas y surrealistas: “el señor que estaba preguntando en información por Lovecraft, ya está aquí”. Todos sabemos que La Paz es maravillosa pero resucitar al bueno de H.P. de la noche a la mañana me parece un exceso.
En el salón Taboada Terán se entrega el libro (mal editado, para variar) con los cuentos ganadores del último Tamayo. El vencedor, el “cochala” Pedro Albornoz, dice que “no hay mejor premio que un libro publicado”. Hace siglos el orador romano Cicerón dijo esto: “si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo”. Ya “solo” nos falta el jardín. Y no te obsesiones comprando y acumulando (¡luego no lees!); no es necesario tener muchos libros, sino tenerlos buenos.
Ricardo Bajo es periodista.