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San Antonio del Táchira, el pueblo venezolano al otro lado del río

El tránsito de personas, prohibido casi en su totalidad para atravesar este pasillo internacional, tiene una de sus primeras consecuencias en el comercio de la zona que en la última semana ha sido casi inexistente.

/ 29 de agosto de 2015 / 00:31

Gladys, sin equipaje y con su documento de identidad en el sujetador, cruzó un paso ilegal para ir de Colombia a Venezuela, urgida por abrir su tienda cerrada desde hace una semana cuando el cierre de la frontera la sorprendió en su casa en la colombiana Villa del Rosario.

La mujer, colombiana de nacimiento, vende carteras en el poblado de San Antonio del Táchira, del lado venezolano de la frontera, y es la única de su cuadra que ha abierto desde que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó el cierre del puente que une a ambos países y decretó el estado de excepción en varios municipios incluido este.

La noticia anunciada a medianoche sorprendió a muchos comerciantes con tiendas en la frontera venezolana y con la almohada, la cama y la familia en el lado colombiano.

Aunque no todas las tiendas son de colombianos el comercio de la zona se ha venido a menos porque depende de la frontera, si bien no por su dueños, porque sus proveedores, empleados, o compradores, se quedaron al otro lado del río.

Desde entonces, los últimos ocho días del poblado venezolano han transcurrido con una tranquilidad inusual para un lugar que hasta hace una semana era, junto a Cúcuta, un corredor importante para el comercio, el narcotráfico o el contrabando.

Ahora en San Antonio solo se pueden encontrar grandes grupos de personas en tres circunstancias, la primera de ellas colombianos formados en largas filas frente a una alcabala militar venezolana en la entrada del pueblo con la esperanza de que les dejen pasar hacia Colombia.

Y luego existen otras dos posibilidades frecuentes, o pasando las trochas clandestinas por donde ni colombianos ni venezolanos necesitan permiso para cruzar la frontera, o frente a las tiendas de alimentos haciendo enormes colas para intentar comprar productos escasos en la zona.

«La gente está atemorizada. A mi a cada rato me llaman y me preguntan, mira cómo está eso allá, y yo les digo que tranquilo, pero para nosotros tranquilo no es normal», cuenta Gladys desde su tienda.

El tránsito de personas, prohibido casi en su totalidad para atravesar este pasillo internacional, tiene una de sus primeras consecuencias en el comercio de la zona que en la última semana ha sido casi inexistente.

«Ya la gente no quiere venir ni a comprar ni a vender, les da miedo, como quien dice, no se vende ni para comprar la comida», dice la vendedora sentada junto a un computador desde donde vigila la tienda de su hermana, cercana a la suya, y que ha tenido que atender mientras Emilia logra cruzar la frontera.

Un fabricante de zapatos, con una tienda muy cerca del puente internacional Simón Bolívar, es venezolano y no ha cerrado su tienda pese al cierre fronterizo. Sin embargo, asegura que solo se sienta «a ver pasar a la gente» porque la materia prima que utiliza es colombiana y no tiene nada que ofrecer.

«Aquí dependemos de Colombia, y ellos dependen de uno, porque aquí no se consigue un material, no se consigue un pegante (adhesivo), no se consigue una tachuela, no se consigue nada», dice el zapatero que prefirió identificarse solo como José.

«Aquí estamos paralizados, estamos como se dice muertos», agrega un cliente de la tienda antes de marcharse decepcionado por no haber encontrado un tacón para su zapato.

Por otro lado, están los microcontrabandistas que se dedicaban a comprar alimentos o artículos regulados y subsidiados en Venezuela para llevarlos a la frontera colombiana, revenderlos a precios internacionales y volver, en un ciclo vicioso que los venezolanos llaman «bachaqueo».

Sin embargo, la militarización de San Antonio y los rigurosos controles fronterizos han puesto cuesta arriba esta forma de contrabando que los habitantes de la zona atribuyen a los colombianos y a la corrupción de los militares venezolanos.

Mientras todos esperan que todo se ponga peor, Gladys espera que en la noche la vigilancia militar baje la guardia para ir a su casa a cenar y, si lo logra, quizá su tienda mañana de nuevo amanezca cerrada.

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Maduro comienza campaña por la Constituyente en medio de protestas

El mandatario comenzó a armar su artillería para el controvertido proceso en el que se medirán solo el chavismo que permanece monolítico a su alrededor, utilizando las listas de empleados públicos para presionar a la participación en las elecciones de los miembros de esa asamblea.

/ 7 de julio de 2017 / 02:08

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, comenzó hoy una gira por todo el país para hacer campaña por la Asamblea Nacional Constituyente mientras los cuerpos de seguridad continúan dispersando las protestas en su contra y del inminente proceso que se celebrará el próximo 30 de julio.

El mandatario comenzó a armar su artillería para el controvertido proceso en el que se medirán solo el chavismo que permanece monolítico a su alrededor, utilizando las listas de empleados públicos para presionar a la participación en las elecciones de los miembros de esa asamblea.

Ese proceso se celebrará sin la participación de la oposición, agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la mayor alianza política del país, y de algunos sectores del chavismo críticos al proceso.

En un discurso transmitido obligatoriamente en todas las radios y televisoras, Maduro pidió «agarrar la nómina y llamar a todos los trabajadores, llamar a los que tengan carnet de la patria y organizar la forma en que van a ir a votar a las 5.00 el domingo 30 de julio en cambote (grupo)».

«Al final del día revisen la nómina, si tenemos 15.000 trabajadores deben votar los 15.000 trabajadores sin ninguna excusa, empresa por empresa, ministerio por ministerio, gobernación por gobernación, alcaldía por alcaldía», ordenó en una reunión de trabajadores estatales.

El evento se celebró en la ciudad de Guayana del estado Bolívar (sur del país) donde comenzó la gira por la Constituyente.

La Asamblea Nacional Constituyente fue convocada por Maduro el pasado 1 de mayo, tras un mes de protestas de la oposición y una crisis institucional provocada por al decisión del Tribunal Supremo de Justicia de dejar sin funciones al Parlamento y a los parlamentarios sin inmunidad.

Aunque el líder chavista ha defendido la convocatoria del mecanismo para cambiar la Constitución como una forma de «lograr la paz», el anuncio ha recrudecido las protestas de la oposición que desde hace más de tres meses ha causado casi un centenar de muertos.

La jornada del mandatario se desarrolló mientras las fuerzas del orden continuaron conteniendo las protestas en contra de él, la Constituyente, y el Tribunal Supremo de Justicia que ha convalidado el proceso y ha dado luz verde a los procedimientos contra la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, convertida en la contendiente del Gobierno.

Al menos cuatro centros comerciales en Caracas fueron atacados por los agentes de seguridad para dispersar a cientos de opositores que intentaron sin éxito marchar hacia el oeste de la capital.

El hecho dejó decenas de afectados en los establecimientos Sambil, Chacao, Lido y Paseo Las Mercedes, ubicados en los municipios caraqueños de Chacao y Miranda, y considerados bastiones opositores.

La oposición venezolana pretendía llegar hasta la sede del Poder Judicial en una actividad denominada «Marcha contra la dictadura» que forma parte de su agenda de manifestaciones en rechazo a la Constituyente.

Esta movilización partió desde unos 40 puntos de la capital, pero tras la actuación de los cuerpos policiales los marchantes continuaron la protesta cerrando las vías durante varias horas.

El día sumó además otro nudo a la trama de la crisis institucional iniciada con la decisión del Supremo de designar a una exviceministra del gabinete de Maduro como segunda al frente de la Fiscalía, que quedaría como primera en la línea de sucesión si el procedimiento contra Ortega Díaz se concreta.

Katherine Haringhton, la vicefiscal designada por la alta corte se quedó en la puerta del Ministerio Público, luego de que la fiscal general, que desconoce su designación, impidiera el acceso de la funcionaria y del grupo de funcionarios del tribunal que le acompañaron.

El Supremo designó el martes a Haringhton, un día después de que el Parlamento, controlado por la oposición, ratificara en ese cargo a Rafael González, designado por la fiscal general el 17 de abril pasado.

Haringhton, sancionada por Estados Unidos en 2015 con congelación de bienes y prohibición de entrada a ese país, fue funcionaria de la Fiscalía y tras liderar varios procesos contra opositores por delitos de «conspiración», ocupó el cargó de viceministra del despacho de Interior.

En un comunicado la Fiscalía señaló que la legislación establece que «es una atribución de la Fiscal General de la República designar al Vicescal General de la República, previa autorización de la Asamblea Nacional».

Por tanto, con la designación de Harington «es inconstitucional, ilegal, ilegítima y representa una continuidad a la ruptura del orden constitucional» y que el Supremo «usurpó funciones» de la fiscal general y de la Asamblea Nacional. (06/07/2017)

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Reinventando la música clásica

Dudamel y la orquesta Simón Bolívar acaban de terminar una exitosa gira por Europa

/ 1 de febrero de 2015 / 04:00

Fuera de las fronteras de Venezuela, Gustavo Dudamel es una reconocida figura de la música sinfónica, es la personalidad que ha dado a conocer al mundo la existencia del ambicioso Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles, “El Sistema”. El maestro acaba de terminar una exitosa gira por Europa con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar.

Luego de tres décadas, su padre, Óscar Dudamel, recuerda al niño de tres años que ordenaba sus muñecos en semicírculo para dirigir una orquesta de juguete mientras la aguja del tocadiscos hacia sonar el acetato. “Él se iba a la escuela y le decía a su abuela que no le desordenara a sus muñecos porque al volver iba a seguir jugando a dirigirlos”, contó el padre.

Formado en “El Sistema”, quijotesco proyecto del venezolano José Antonio Abreu, Dudamel es el estandarte de un programa que funciona en el país suramericano y que ha rescatado a centenares de niños en riesgo de exclusión social a través de la música.

Desistió de tocar trombón, como su padre, porque sus brazos resultaron muy cortos, pero un diminuto violín del Sistema, hecho para niños, le dio un lugar, un atril y una partitura en el mundo de la música.

Una tarde de hace ya muchos años, en medio de retraso del director para un ensayo, el joven violinista decidió hacer lo que ya antes había hecho con sus juguetes, dirigir la orquesta. “Yo no había estudiado, sólo pensé: ‘Puedo hacer esto’, y fue divertido, porque mis amigos estaban allí, tocando. Y todos se rieron, pero en cinco minutos todo cambió, todos pensaban, okey, es hora de trabajar”, recuerda Dudamel en su biografía. “Entonces, el director se acercó y dijo: ‘Ah, usted es muy bueno, dirigirá este concierto’”, recuerda su padre de ese día.

Sus pasos certeros le llevaron a ganar en Bamberg, la edición inaugural de la Competencia de Dirección Orquestal de Gustav Mahler, en 2004. Un año después fue el ganador de la primera edición del Anillo de Beethoven, un premio creado por la Sociedad de Amigos del Festival Internacional Beethoven Bonn, Alemania. El mundo de la música clásica recibió la noticia: con el desconocido venezolano había nacido la promesa de una nueva batuta.

A sus 34 años, el carismático hijo  de un trombonista y la cantante de música latina Solange Ramírez, se ha convertido en uno de los directores más requeridos por las orquestas del mundo y es la imagen que promete revolucionar la música clásica.

En medio de la vorágine de violencia que vive Venezuela, Dudamel y la Simón Bolívar, que dirige en paralelo a la Filarmónica de Los Ángeles, se han convertido en una embajada itinerante de la paz y la esperanza del cambio en la música clásica. Han roto los protocolos de la música sinfónica. El maestro, que a primera vista parece diminuto ante la inmensidad de los sonidos de la orquesta, en el podio agita la varita como un hechicero, y la electricidad de su  batuta hace que sus músicos parezcan posesos.

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