El arte conceptual tiene fama de exclusivo, de pecar de elitista, de quedar reservado a iniciados, a una minoría de críticos y espectadores especializados que serían los únicos capaces de desentrañar la idea y los mensajes que transmiten las obras. Con este prejuicio rompe la exposición Instantáneas de un viaje en tren, del artista español Isidoro Valcárcel Medina, que se inaugura el miércoles en el Centro Cultural de España en La Paz (CCELP). Una oportunidad para contemplar por primera vez en Bolivia la obra de este artista, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2014 y Premio Nacional de Artes Plásticas 2007 en España.

Valcárcel lleva ya muchos años provocando la mente de los espectadores con sus cuadros, sus performances e intervenciones, y ha podido comprobar que quien acude a una sala de exposiciones —o a cualquier otro lugar en el que tenga lugar el evento artístico— siempre está abierto a cosas nuevas. “El artista a veces es muy maniático y cree que no se pueden transmitir las ideas a cabalidad, pero no es cierto. Normalmente las ideas pueden ser asimiladas por el espectador de cualquier lugar”. La relación entre uno y otro a veces se distorsiona porque “el mundo cultural alrededor del arte quiere condicionarla, pero en una exposición como esta se puede saltar esa barrera”.

Lo que se va a contemplar en el CCELP deriva directamente de un viaje en tren. Primero, el artista hizo un dibujo rápido y elemental, no más que un boceto instantáneo, del paisaje que veía desde la ventanilla de su vagón. A los pocos segundos hizo un segundo dibujo, más realista, de la misma escena. Luego dejó transcurrir un tiempo más largo y bosquejó una tercera interpretación, ésta totalmente libre y personal. Este método lo repitió varias veces hasta conseguir la serie de obras que ahora se exponen.

Valcárcel intenta con sus dibujos “algo muy utópico y casi imposible”, en opinión del curador de la exposición, Juan José Santos: “traducir el tiempo en distancia”. Los dibujos se exponen a diferentes distancias unos de otros, porque el artista ha calculado que el tiempo que se tarda en cubrir éstas —al paso normal que se usa en una exposición— es más o menos el mismo que él utilizó para crear los dibujos. “Él sabe que eso no se puede conseguir, pero lo plantea, con ese punto humorístico que se encuentra en toda su obra”, dice Santos. A modo de orientación, los tiempos que tomó dibujarlos aparecen escritos a mano por el artista en cada obra.

De esta forma, lo que se expone es una “serie de instantáneas que funcionan como una alusión a las fotografías” que todos hacemos, dice Valcárcel. Este enfoque aumenta la cercanía entre la obra y el espectador y resulta en una “exposición sencilla y accesible; todos pueden subirse a ese tren”. La idea la refuerza Santos: “Aquí, lo que ves es lo que ves, no hay que darle más vueltas”. Gente de todas las edades visitaron la exposición en Santiago de Chile y la “han entendido y disfrutado, y muchos se reían porque la encontraban divertida”.

Incluso los espectadores que no logren captar la idea del artista encontrarán cosas que les pueden interesar. Los dibujos, como son a mano, reflejan claramente el talento que tiene el artista para el dibujo. Algunas de las obras incluyen anotaciones, que son poemas y textos de Antonio Machado, Pablo Neruda y Ramón Gómez de la Serna, entre otros, por lo que el recorrido también tiende una mano a quien le guste la literatura.

Como en todo viaje, en Instantáneas de un viaje en tren la línea del horizonte juega un papel importante, y se puede adivinar en todos los dibujos expuestos. Éste es otro elemento que facilita la compresión y ayuda a que esta muestra “la digiera cualquiera”, como dice Valcárcel. “La distancia hasta el horizonte es la misma en cualquier lugar. Hay horizontes muy amplios en La Mancha, en España, que son muy parecidos a los del altiplano boliviano. Esto es algo que nos une y que permite una mejor comunicación entre artista y espectador”.

De esta manera se saltan las barreras y las supuestas dificultades de comunicar que muchos achacan al arte conceptual. Dice Valcárcel que no hay que tener miedos ni prejuicios pues “todas las buenas obras de arte son conceptuales, hasta Las Meninas de Velázquez, porque representan bien el concepto que, al final, se impone al soporte y es lo único que se ve”.