En Bolivia se promueve el consumo de carne de llama
Alerta. La carne de vaca podría ser cancerígena, según la OMS
Germán Churqui, un criador de llamas en los Andes de Bolivia, anhela que esta carne pueda convertirse algún día en alternativa a la carne de vaca (res), que está en la mira a raíz de un reciente informe de la OMS que alerta sobre riesgos de cáncer. A 3.800 metros de altitud en la región de Turco, en el departamento de Oruro, Churqui, junto con su esposa y sus cuatro hijos, crían unas 150 llamas en su granja.
Este ganadero de 45 años que sigue con la actividad que empezaron sus abuelos, sabe que la carne de este auquénido de los Andes, primo lejano de los camellos, es baja en colesterol y rica en proteínas y que puede ser una gran alternativa a las carnes rojas.
“La carne de llama es buena, entonces hay esperanzas de que el precio va a subir. La carne de llama puede ser buena competidora”, explicó Churqui a la AFP, bajo el inclemente viento que azota las cumbres altiplánicas.
El Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras de Bolivia publicó en 2013 un informe en el que asegura que “la carne de llama muestra un alto contenido de proteína baja en grasa, influyendo en la formación de un bajo contenido o porcentaje de colesterol, asimilable para el cuerpo humano y con bajo porcentaje de ácido úrico”.
Éste puede ser el principal gancho para convertirse en una alternativa al consumo de otro tipo de carnes, sobre todo las procesadas, que según un reciente informe de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) podrían ser cancerígenas.
El matadero de Turco, un municipio de unos 5.200 habitantes en su mayoría dedicados a la cría de llamas en una economía de supervivencia, media docena de operarios faenan el animal. Los diestros empleados lo desuellan en cuestión de minutos.
Churqui vende el kilo de carne de llama al mayoreo a Bs 20, unos $us 3, al matadero de Turco, el punto de distribución a comercializadores. De cada ejemplar obtiene entre Bs 800 y Bs 1.000. “Eso nos sirve para vivir, solo criamos llamas”, asegura. En el año llega a vender entre 20 y 40 cabezas.
La carne de llama la transforma en “charqui” o carne deshidratada que en los mercados nacionales llega a valer Bs 120 el kilo, más de $us 17. El procedimiento es milenario, pues consiste en hacer secar la carne con sal al sol durante días. Ahora, el proceso se ha sofisticado un poco y se empieza a utilizar carpas solares. Bolivia tiene cerca de 2,8 millones de cabezas de llama, es decir el 60% de la producción de otros países andinos de la región.