Mucho ruido, pocas nueces
Es evidente que debemos enfrentar la doble moral, muy usual en nuestras sociedades.
Ante la insistencia de grupos que defienden religiosamente la penalización de las mujeres a causa del aborto, es necesario insistir en el verdadero alcance que tiene el Art. 153 del proyecto del Código del Sistema Penal; se trata solamente de ampliaciones de causales, pues es evidente que el Código vigente ya contempla el aborto impune (causales para realizar un aborto).
i) Insistir en hablar de la despenalización del aborto solo busca alboroto para retroceder, e incluso eliminar lo que contempla el actual Código, pues mañosamente no se refieren a causales. Por el contrario, sacan los más diversos y engañosos argumentos del “derecho a la vida” y la maternidad como un hecho natural, instintivo, etc., ante la “amenaza” de que se les otorgue a las mujeres el derecho a decidir sobre sus cuerpos y sus vidas; y por tanto, se apela a la “despenalización”.
ii) Como ya hemos visto en los diferentes medios de comunicación, la ampliación de algunas causales y la inclusión de otras por condición socio/económica, etc. no harán mayor diferencia a la situación que tenemos hoy de muertes de mujeres; los subregistros ya dan cuenta de cifras importantes.
iii) También resulta engañoso seguir peleando sobre quién tiene el dato más exacto respecto a las muertes de mujeres por aborto. El principio debiera ser ni una mujer muerta por aborto clandestino; pues hablamos de un derecho y no de cantidad de personas muertas. Es decir, el sistema político debe legislar para garantizar derechos, no por cantidad de población, muertes o enfermedades; el derecho se reconoce por la condición de seres humanos(as).
iv) Al parecer, las mujeres, movimientos y organizaciones feministas que luchan tesoneramente por el reconocimiento y acceso pleno a los derechos solo están haciendo una vigilancia e incidencia para no retroceder, para no perder lo ya conquistado; pues también queda claro que las mujeres ganamos nuestros derechos a fuerza de presiones, movilizaciones e incidencia; así construimos nuestra ciudadanía.
v) También es evidente que debemos enfrentar la doble moral, muy usual en nuestras sociedades. Decimos que estamos contra la corrupción, pero somos corruptos y la fomentamos; las “coimas” cotidianas lo ejemplifican. Decimos que respetamos a los pueblos indígenas, y al mismo tiempo avasallamos sus territorios. Decimos que respetamos a las mujeres, pero no las dejamos decidir sobre sus vidas. Nos horrorizamos del aborto, pero ejecutamos y apoyamos a mujeres y adolescentes que se practican abortos clandestinos por razones de “moral”, “no te vas a fregar con una guagua”, “quién se va a fijar en vos si eres madre soltera”… Apelamos a la objeción de conciencia, y a la vez pululan los espacios clandestinos donde se realizan abortos, negocio por demás lucrativo.
Por tanto, habría que bajar el ruido y estar conscientes de que no habrá muchas nueces, ya que dejar de criminalizar el cuerpo de las mujeres es un objetivo que NO vamos a lograr con el nuevo sistema penal, y que por supuesto a las mujeres nos queda absolutamente claro. Las mujeres feministas mantendremos la agenda política de la despenalización, es decir, conquistar un derecho por demás democrático para tomar decisiones libremente sobre nuestros cuerpos, nuestras vidas, sin que estas decisiones sean sancionadas por el sistema penal patriarcal.
El camino está trazado, seguiremos por la despenalización del aborto, total e irrestricto en correspondencia con un Estado de derecho, democrático e inclusivo, garante de los derechos de las mujeres.