Todos Santos: Las almas retornan al mediodía de este miércoles por 24 horas
Según las creencias, las almas se quedan en sus hogares terrenales por un lapso de 24 horas hasta las 12.00 del 2 de noviembre, cuando les toque retornar a su morada celestial. Las familias les preparan una "mesa" con todo le que gustaba al difunto.
Justo a las 12.00 de este miércoles y desde su descanso eterno en los cielos, las almas de muchos difuntos bolivianos retornar hasta sus otrora hogares terrenales para arroparse del cariño de sus seres queridos. Así marca la tradición de la festividad de Todos Santos en el occidente y el valle del país.
Al mediodía, los familiares encienden los cirios o velas, elevan una oración al altísimo y le ofrendan al «ajayu» o espíritu del recién llegado los alimentos que más disfrutó en vida.
Les arman una “mesa”, una especie de altar que se adorna con t’antawawas —o panes con forma de personas, animales y escaleras con carteras de yeso—, dulces, biscochuelos, frutas, chicha morada, cigarrillo, coca, caña, enormes plantas de cebollas, ají de arvejas o algún platillo típico, y otros artilugios como un cuadro que recuerda la fecha del deceso de la persona.
- Una mesa armada por el Ministerio de Culturas en la plaza San Francisco. Foto: Min. Culturas.
Hasta ese altar llegan las personas que conocieron al recordado. Le rezan, le lloran y le piden intercesión ante el creador por protección de los que quedaron en este mundo.
No obstante, los elementos que conforman los altares van variando con el paso del tiempo y los gustos de las “almas”, pero no cambió su sentido. Así lo confirmó a la edición impresa de La Razón el docente de antropología de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), José Antonio Rocha, quien explica que en algunos casos se cambió la chicha por la cerveza, vino, ron y otras bebidas con alcohol.
- Una mesa armada en la segunda Feria del Mast’aku de Todo Santos en Cochabamba. Foto: Fernando Cartagena.
En el área rural, estos rituales se acompañan con grupos de música de pinquillos y tambores que evocan los momentos de felicidad de los difuntos y que recorren los domicilios de las familias que tienen “almas” a qué rezar. En los centros poblados, los denominados “resiris” usan guitarras, bombos y algunos instrumentos andinos como la zampoña y la quena.
Los visitantes reciben a cambio un “plato” con pan, frutas y golosinas y masas. Para los más conocidos no falta la comida.
- Las denominadas «víctimas de la injusticia» también son recordadas en Oruro. Foto: Juan Mejía.
Según el amauta Manuel Alvarado, en algunas poblaciones altiplánicas, como en la provincia Aroma (La Paz), y en la región de los Chipayas (Oruro) se tiene aún la costumbre de sacar el esqueleto de un difunto elegido por sus familiares, que eventualmente son los encargados de limpiar y adornar la iglesia y pasar el preste del lugar, cita una nota institucional del Ministerio de Culturas.
Para los aymaras, la muerte natural no constituye un episodio trágico, sino un ciclo más de la propia vida. Por eso, cuando alguien fallece, se suele decir que esa persona “se fue” o “partió”.
- En Sucre se armó una mesa en el Cementerio General. Foto: Yuvert Donoso.
Según las creencias, las almas se queda en sus hogares terrenales por un lapso de 24 horas hasta las 12.00 del 2 de noviembre, cuando les toque retornar a su morada celestial. Para ese efecto son los panes en forma de caballos y escaleras. Sus familiares les rezarán nuevamente, les llorarán para despedirlos hasta el próximo año en el ritual de “despacho”.
Esta costumbre se extiende de a poco a regiones del trópico boliviano que reciben a migrantes del otro extremo del país que llevan consigo sus tradiciones. Gran parte de las entidades estatales se sumaron a esta tradición. Perú y México realizan similares festividades para recibir a las almas de sus difuntos (01/11/2017)