La crisis de los países emergentes, aún limitada
Economía. La estabilidad mundial se mantendrá mientras China esté fuerte.
Desde Argentina hasta Turquía y, más recientemente, Brasil, las turbulencias financieras afectan sucesivamente a los países emergentes aunque sin extenderse a la economía global, al menos hasta que China comience a mostrar signos de debilidad.
La crisis de los emergentes hasta ahora era atribuida a un escenario clásico: el aumento de las tasas estadounidenses que complica a los países endeudados en dólares y provoca la devolución de la liquidez de los países en riesgo hacia la mayor economía del mundo.
Esta vez, un nuevo elemento podría agravar aún más la situación: “las incertidumbres vinculadas al presidente estadounidense” Donald Trump, reconoció al canal francés BFM Business Járôme Marcilly, economista jefe de la aseguradora gala de créditos Coface.
El republicano, quien con un tuit rabioso hizo devaluar la lira turca en más del 20% el 10 de agosto, podría encender la mecha de un polvorín si impone tasas suplementarias por un valor de $us 200.000 millones a las importaciones chinas, además de los $us 50.000 millones de productos ya gravados.
“Acabo de anunciar una duplicación de aranceles sobre acero y aluminio con respecto a Turquía, ya que su moneda, la lira turca, se desliza rápidamente contra nuestro fuerte dólar. El (arancel sobre el) aluminio ahora será un 20% y (sobre) el acero un 50%. Nuestras relaciones con Turquía no son buenas en este momento”, escribió el Mandatario estadounidense.
Medidas. Para la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, en una entrevista publicada el 12 de septiembre por el Financial Times, “la incertidumbre y la falta de confianza que ya han producido las amenazas sobre el comercio, incluso antes de concretarse”, suponen una seria amenaza para los mercados emergentes.
Un nuevo aumento de los aranceles aduaneros de EEUU tendría “un impacto cuantificable en el crecimiento de China”, con consecuencias para los otros países asiáticos, lo que “añadiría un ‘shock’ a una situación en la que no hay contagio, pero sí vulnerabilidades fragmentadas”.
Julien-Pierre Nouen, director de estudios económicos en Lazard Frères Gestion, también teme las consecuencias de una ralentización de la economía china. “Si bien en la primera parte del año tenemos cifras de crecimiento muy bien orientadas en China, en los últimos meses observamos una desaceleración que es más notable y en particular sobre la inversión en infraestructuras”, dijo.
Por el momento, “Asia se mantiene muy bien”, aseguró, siendo Indonesia hasta ahora el único país asiático que ha sufrido en los últimos meses presiones sobre su divisa, al igual que Argentina, Turquía, Sudáfrica y Brasil.
“Si tuviéramos una ralentización más significativa del crecimiento de China, esto sería mucho más complicado para el mercado asiático y, por lo tanto, para el área emergente en todo su conjunto”, advirtió Nouen, recordando no obstante que Pekín “siempre ha sido capaz” de relanzar su actividad económica.
Riesgos. Una confianza en las autoridades chinas que quizás explique por qué muchos economistas no ven por ahora una crisis de los mercados emergentes propagarse en todo el planeta y sumir a la economía mundial en una crisis, 10 años después de la quiebra de Lehman Brothers.
“No prevemos una gran crisis mayor en los emergentes”, informó Joydeep Mukherji, analista de la calificadora S&P Global. “Habrá, seguramente, problemas en países que tienen un importante déficit corriente, lo que significa que están pidiendo préstamos al exterior, pero no todos los mercados emergentes son vulnerables”, añadió.
“Sí, es cierto que hay riesgos y una vigilancia que se refuerza”, explicó a la AFP un especialista en mercados emergentes, bajo cubierta del anonimato. “Sin embargo, no vemos un riesgo emergente en el sentido de que haya una oleada de países que entren en crisis, como es el caso de Argentina y Turquía”, aseguró.
La subida de aranceles de productos importados estadounidenses se produce un día después de que Erdogan llamara a boicotear productos electrónicos manufacturados por EEUU, como la marca Apple. La tensión entre Washington y Ankara surgió tras la detención durante un año y medio del pastor estadounidense Andrew Brunson, sometido desde finales de julio a arresto domiciliario.
El pastor está acusado de actividades “terroristas”, algo que niega decididamente. La Casa Blanca indicó que Trump sentía “mucha frustración por el hecho de que el pastor no sea liberado”.