Pedido de auxilio
“Tengo miedo, no me quiero quedar sin mi mamá”, dice en un video el niño de 10 años que veía a su mamá llorar y ser golpeada constantemente por su padre. El pequeño pide ayuda para que salven a su mamá. Cuántas veces habrá presenciado las agresiones que sufría su madre, cuántas veces no habrá dormido presa del pánico. Después de ser rescatado por la Defensoría junto a su mamá, nos enteramos de que él también recibía golpes por parte de su padre, indudablemente era una doble víctima por las agresiones directamente contra él y por el miedo y la tristeza de ser testigo del sufrimiento de su mamá.
Este pedido de auxilio, la forma en la que actuó el menor, la decisión que tomó el medio de comunicación para hacer conocer el mensaje del niño, el proceder de la Defensoría, merecen que el hecho tenga mayor difusión, que sea conocido por toda la población. Que otros niños que se encuentran en situaciones similares sean rescatados.
El niño del video no pide ayuda directamente para él, pero de esta manera no solo salvó a su mamá de ser víctima de feminicidio, sino que él también salvó su vida y por supuesto libró a su padre de ser un feminicida y un infanticida.
Los mensajes contra la violencia deben estar dirigidos a los niños y niñas a través de todos los medios. Son los más pequeños quienes pueden cambiar la situación de naturalización de agresiones, insultos, golpes que se viven al interior de las familias. Los niños pueden aprender que vivir en un ambiente de violencia no es normal, que tienen derecho a una vida sin violencia. Ellos, los que están estrenando sus días pueden hacer una buena tarea, como cuando se comienza un cuaderno y uno se promete no cometer errores, no hacer borrones, escribir con buena letra.
Es verdad que entre las víctimas de violencia e infanticidio se cuenta con bebés o niños muy pequeñitos a los que no se puede llegar con mensajes contra la violencia. Por el bien de ellos habrá que insistir en los otros miembros de la familia, para conmoverlos y que estén seguros de que la violencia mata a los niños, que la denuncien, que no permitan que los adultos confundan la educación con los golpes, pellizcos, jalones de orejas, o tirones de cabello, con quemarles las manos o humillarlos con insultos y gritos.
Es necesario repetir a diario que la violencia no es normal, que es un problema de salud y justicia. Que necesita la participación urgente de toda la sociedad, que tienen que haber políticas públicas de intervención para librarnos de este flagelo. Hay cientos de miles de niños que están clamando ayuda para salvar a sus madres, para salvarse ellos, todos tenemos la obligación de buscar las mejores formas de socorrerlos y rescatarlos de la pandemia de la violencia.
Lucía Sauma es periodista.