Cooperación intergubernamental
No estamos, pues, condenados al conflicto entre bolivianos y bolivianas. Lo cordial no quita lo valiente.
El inicio del relacionamiento entre el Gobierno central y las autonomías municipales y departamentales ha sido más auspicioso de lo que algunos esperaban. Se ha abierto un canal de diálogo prometedor que ojalá derive en un trabajo colaborativo, sobre todo en este momento en que el país debe enfrentar una tercera ola de la pandemia, la vacunación masiva y la reactivación de la economía.
A fuerza de augurar posibles conflictos o catástrofes, se termina haciendo mucho para que éstos se produzcan efectivamente, eso es lo que se denomina como “profecías autocumplidas”. Desde hace varias semanas, analistas y otros augures pronosticaron problemas de gobernabilidad e incluso un inevitable conflicto regional debido a la incompatibilidad ideológica entre el Gobierno central y muchas de las nuevas autoridades subnacionales.
Aunque varios de esos observadores expresaban más bien deseos que análisis objetivos del momento, lo cierto es que había dudas sobre la manera como se iban a encarrilar las relaciones intergubernamentales en un escenario marcado por una gran pluralidad política e ideológica. Estaba fresca en todos, la memoria del complejo conflicto de poderes de 2007-2008.
Sin embargo, cada momento político tiene sus particularidades y la historia no debe necesariamente repetirse. Los problemas del país y la correlación de fuerzas en este 2021 son evidentemente diferentes a las de 2007, aunque este nuevo escenario no está tampoco exento de posibles tensiones intergubernamentales. Evitarlas es la tarea de los actores políticos o al menos canalizarlas mediante procedimientos dialogados, institucionales y democráticos.
Por tanto, hay que reconocer el esfuerzo inicial de todas las autoridades para impulsar un diálogo y establecer canales de comunicación operativos, por ejemplo, entre el Ministro de Economía y el de Salud con alcaldes y gobernadores de todas las fuerzas políticas. Estas reuniones son muy buenas señales, a la espera de una reunión formal del Presidente con todos ellos, como ya se hizo al inicio de la actual gestión.
El principal reto es que esas conversaciones se concreten en un trabajo cooperativo en temas como la lucha contra el COVID-19 o la reactivación económica. También sería deseable que las divergencias, que también aparecerán, se canalicen mediante mecanismos democráticos y deliberativos.
Es igualmente positivo que el Gobierno haya decidido encarar algunos temas delicados, como la realización del nuevo censo de población, con un ánimo abierto a las observaciones y a la participación de otros actores.
No estamos, pues, condenados al conflicto entre bolivianos y bolivianas. Lo cordial no quita lo valiente, hay siempre maneras para defender ideas y posiciones diferentes con fuerza, pero buscando soluciones para todos los ciudadanos y sobre todo no haciendo caso a las aves de mal agüero que se alimentan con la confrontación y polarización.