VILLARROEL Y LOS MEDIOS DE LA ROSCA
El 21de julio se cumplen 75 años de la inmolación de Villarroel; algunos medios tuvieron su parte en el crimen.
Sala de Prensa
En el invierno del 21 de julio de 1946, hace 75 años, el presidente Gualberto Villarroel López fue asesinado y, junto a sus colaboradores más cercanos, colgado en un farol de la histórica plaza Murillo. La “campaña antivillarroelista” fue impulsada desde el primer día de su mandato por la oligarquía minera y su prensa, los latifundistas y algunos sectores de las clases medias.
Villarroel nació el 15 de diciembre de 1908, en la ciudad de Cochabamba. En 1925 ingresó al Colegio Militar. Tres años después egresó y, por sus altas calificaciones, fue condecorado por el gobierno de Ecuador con la Estrella Abdón Calderón. En 1933 ascendió al grado de teniente; en 1935, a capitán; y en 1940, a mayor.
De acuerdo con el periódico La Calle del 22 de diciembre de 1943, Villarroel desempeñó su carrera militar en el Regimiento Pérez, la Escuela de Clases y el Regimiento Pando. Fue parte del Estado Mayor del Ejército en Campaña, Comandante de Batallón del Regimiento Ayacucho y del Regimiento Warnes, Jefe de Sección del Comando de la Quinta División de Infantería y Jefe de Sección del Comando del Ejército. Durante la campaña del Chaco fue un estratega que “mereció ser citado por su ejemplar comportamiento frente al enemigo”.
Nacionalista. En plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en la madrugada del 20 de diciembre de 1943, la logia Razón de Patria (Radepa) y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) pusieron fin al gobierno liberal de Enrique Peñaranda (1940-1943). Así, el 21 de diciembre, a horas 15.00, Villarroel fue posesionado como Presidente.
Durante su mandato, según Prensa y país del periodista Gonzalo Viscarra, fueron aprobadas “diversas medidas encaminadas a modificar las anacrónicas estructuras del país”. En las minas se promovieron políticas dirigidas a la reducción y eliminación paulatina del poder de los barones del estaño. El 11 de julio de 1944 se fundó la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). En mayo de 1945 se realizó el Primer Congreso Nacional de Campesinos. Acto seguido, se dictó una normativa que “suprimió el pongueaje y el mitanaje”.
El periodista Gerardo Irusta, en La lucha armada en Bolivia, subrayó que el gobierno del MNR-Radepa, desde el primer día, enfrentó la “conspiración” de: 1) las empresas mineras (de Simón Iturri Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo) y su prensa; 2) los latifundistas, que temían una rebelión de “los indios” contra el régimen de esclavitud; 3) los familiares, beneficiarios y empleados de la Rosca; y, 4) la vieja casta de militares.
Oposición. Contra Villarroel, además, se coaligaron la Embajada de los Estados Unidos, miembros de la logia masónica (a través del rector de la Universidad Mayor de San Andrés, UMSA, Héctor Ormachea Zalles), los liberales y el Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR), agregó Irusta, en Periodismo y Revolución Nacional.
En ese difícil contexto, se desató una guerra mediática contra el régimen y el periodismo se polarizó.
La Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), en su obra Del periodismo y sus memorias, destacó que “La Razón —el periódico más influyente e importante de esa época— tensó sus páginas para defender a fuerza de tinta e imprenta (…) a la gran minería”. Siguieron la misma línea los rotativos El Diario y Última Hora.
Prensa. Frente a ese “periodismo entreguista”, surgió su contrario: La Calle, de “probado fuste antioligárquico y antiimperialista”, reveló Irusta. Sumado a La Calle, El Pregón, Inti y Busch se alinearon al gobierno.
El 20 noviembre de 1944, estalló en Oruro el primer “golpe contrarrevolucionario” organizado por un grupo de empleados de las empresas mineras, contó Manuel Frontaura, en la Revolución Boliviana. En esa fecha “se produjeron los asesinatos de Chuspipata (y Caracollo) que debilitaron fuertemente al gobierno”, afirmó Carlos Mesa en Presidentes de Bolivia: entre urnas y fusiles.
Augusto Céspedes, en El presidente colgado, lamentó que “la ingenua iniciativa de ocultar los cuerpos del delito permitió a la oposición aplicar su propia versión del suceso”. Ante esos hechos, el gobierno confiscó el periódico Sajama y clausuró La Razón, señaló Eduardo Ocampo, en Historia del Periodismo boliviano.
Golpes. Un segundo golpe fue encabezado por el director de La Razón, Guillermo Vea Murguía, el 13 de junio de 1946. Vea Murguía —próspero industrial minero mediano, “que combatió al MNR y Radepa, denunciando ‘concomitancias nazis’”—, junto a un grupo de civiles, atacaron la base aérea de El Alto y combatieron horas hasta ser reducidos por el Ejército y la Policía, reveló Alfonso Crespo, en Los Aramayo de Chichas.
A raíz de esos hechos fueron detenidos los periodistas Juan Antonio Barrenechea, Eduardo Ocampo Moscoso y Carlos Raña Lazcano. Mientras tanto en La Paz, se expropiaron las empresas La Razón y Última Hora, narró Ocampo. El Diario, por su parte, fue intervenido por dos días. El 21, fue confinado a Tiraque el director de El País de Cochabamba y presidente de la Asociación de Periodistas regional, Germán Vargas Martínez.
La culminación de la “campaña de la prensa de la rosca”, con su participación en los dos intentos de desestabilización, llegó a su clímax el 21 de julio de 1946, con la inmolación del Presidente.
Radios. Luis Antezana, en Historia secreta del MNR, puntualizó que un día antes del asesinato de Villarroel y sus más cercanos colaboradores, una radio clandestina convocó al pueblo a “derrocar al gobierno tiránico”. Los libretos “demandaban sangre y pedían al pueblo que saliera a las calles”. Toda la noche del sábado 20 se hicieron “llamados de violencia”.
“El domingo en la mañana, la virulencia de la emisora clandestina era mayor. Además, de ese centro salían grupos de agitadores que recorrían las calles repartiendo volantes que convocaban a la lucha callejera y a los soldados a no disparar”. Otros medios que se sumaron a la “monstruosa conjura” fueron las radios América, Cóndor, Abaroa, Bolívar, Nacional y La Paz, añadió.
Tras los dantescos hechos del 21 de julio, murió La Calle, diez años después de su nacimiento. Varios sectores estudiantiles solicitaron a la Federación Universitaria Local de la UMSA ejercer el control de ese periódico y de Radio Illimani, informó El Diario, el 3 de agosto de 1946.
(*)Grecia Gonzales O. es comunicadora social.