Hablando de fantasmas…
Hace mucho que no presto atención a los mensajes de WhatsApp que vienen impregnados de ignorancia, facilismo y sobre todo cargados de mentiras hasta la saciedad, pero este fin de semana me fijé en un video que revisaba una amiga sentada a mi lado. Reconocí la voz con acento circense del dictador chileno Augusto Pinochet, la grabación no tiene la fecha, en resumen habla de los engaños de los comunistas a los ciudadanos. El video tiene una inscripción debajo de la imagen de Pinochet y dice “Dio el golpe de estado (sic) en 1973 derrotando al presidente comunista Salvador Allende. Desde ese momento fue odiado por los comunistas”.
El video continúa con la imagen de un supuesto ciudadano chileno absolutamente obsceno en sus expresiones, que protesta contra quienes en ese momento están realizando una marcha, por unos instantes uno piensa que textualmente va a reventar de ira. Luego aparece un joven asegurando que ya no existe la República de Chile a partir de la Constituyente y así siguen una serie de “buenos ciudadanos” que se arrepienten por haber votado “apruebo” para cambiar la Constitución del tiempo de Pinochet. La única imagen de una indígena les sirve para reafirmar que el comunismo asola cuando se les escucha decir que ahora se pueden cambiar el himno o la bandera, porque están en un proceso de refundación del país.
Quienes en el video lloran, aseguran tener rabia, vergüenza por los cambios en su Constitución, no tienen ninguna vergüenza, ninguna rabia por los cientos de miles de testimonios de torturas salvajes, fusilamientos a plena luz del día que se vivieron en varios países latinoamericanos con el Plan Cóndor. En este octubre vuelven a salir viejos fantasmas como el comunismo y el terror de quienes lo ven merodeando ante el menor asomo de mejoramiento social para los sectores excluidos. No les entra en la cabeza que mientras la mayoría de la población no mejore sus estándares de vida, nuestros países permanecerán en la pobreza y terminarán jalando para abajo a quienes gozan de bienestar.
Con parecido desparpajo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha afirmado que “el indigenismo es el nuevo comunismo”, es decir el nuevo terror que hay que destruir antes que acabe con todo lo demás. La señora Díaz Ayuso se olvida de la destrucción de los pueblos indígenas en toda América ocasionada durante la colonia en nombre de la cruz y la espada.
Los indígenas en toda América no son el fantasma del comunismo, ni el terror, ni los invasores, ni mucho menos los avasalladores de tierras y culturas ancestrales, sino todo lo contrario. Es tiempo de comprender que deben ser respetados y que sin su participación plena somos sociedades incompletas y sin culturas propias, sentados frente a un eurocentrismo, cuyas reglas, por anticipado nos declaran perdedores.
Lucía Sauma es periodista.