Es mi cuerpo, yo decido
Llama profundamente la atención cómo los grupos moralistas, fascistas, derechosos y fundamentalistas católicos y cristianos antivacunas hoy se reúnen en santa alianza, mas no bajo la consigna de “quemen a las brujas”, sino “es mi cuerpo, es mi decisión”, manipulando a su antojo las consignas de lucha de las mujeres y de las feministas por el derecho a decidir si ser madres o no, a decidir abortar o no.
Este es de los últimos ejemplos de la falta de iniciativa política de la derecha, que ya nos mostró cómo son de copiones y abusivos con las canciones y las consignas a lo largo de sus campañas golpistas del 21F. Copiaron la canción de Piero con “para el pueblo lo que es del pueblo”; Piero también compuso una canción al proceso de cambio de Bolivia y nada que ver con los “pititas”. Copiaron a las y los compas jóvenes del proceso de cambio, que lanzaron la consigna “quién se cansa …. nadie se cansa. Quien se … etc…”. Lo del Evo y el huevo claramente es de los derechistas. Acostumbrados a hablar huev…as.
El derecho y la libertad, palabras que hoy se esgrimen desde los y las antivacunas, que están también —lamentablemente— dentro de las filas del proceso de cambio, especialmente las y los cristianos. Hace mucho tiempo que se discute sobre las vacunas. Las opiniones al respecto son de las más variadas, las que podemos entender —por los argumentos y evidencias— son las que denuncian el negocio de las vacunas, de hacer de ellas no un remedio sino un negocio.Que, por ejemplo, las investigaciones en salud podrían proporcionar una sola vacuna que trabaje efectivamente más ayudando a nuestros anticuerpos. Por otro lado, como parte de la vacunación y como política de salud pública, cambiar los hábitos de comida, sueño, estrés de tantas horas de trabajo, contaminación de la Madre Tierra, violencia a las mujeres. Y no solo concentrarse en vacunar y que laboratorios privados, como industrias capitalistas que producen ganancia y no producen salud, tengan el monopolio de las vacunas en complicidad con la OMS.
Eso lo entendemos, pero de ahí a decir que las vacunas no sirven no tiene suficientes argumentos ni propuestas, ni respuestas ante las innumerables muertes —evidentes— en estos dos años, por causa de lo que se denomina COVID-19. Sin demostraciones de la supuesta inutilidad de las vacunas, el argumento se transforma en maniobra política levantando la bandera del derecho y las libertades individuales.
Lo que preocupa es cómo está nuestro pueblo, como tierra loteada para que el chisme alarme y sin más ni más se lancen a afirmar lo que no tiene sustento, eso nos muestra la despolitización y ahí debemos trabajar. Pasó lo mismo con lo del supuesto hijo del Evo, lo mismo con el supuesto fraude electoral y, últimamente, con la ley de las ganancias ilícitas, la gran mentira de que te van a quitar tu casa, etcétera. Preocupante la falta de reflexión, donde falsos profetas llenan de basura las redes sociales.
Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.