Zago 1 Díaz 0
Introducción: el Siles se llena, como hace mucho tiempo no se veía. Solo la curva sur presenta algún que otro hueco. La presencia bolivarista es aplastante (más del 80% del aforo). Un “trapo” de Viloco/Chaco saluda a los stronguistas desde la bandeja alta. No faltan hinchas gualdinegros disfrazados de fantasmas con la “B”. En la norte, un “trapo” colgante de La Vieja Escuela se eleva con los brazos hacia arriba. Las novedades de Zago son Rojas en el arco y el perdonado José Herrera de central por derecha. Díaz opta por Flores para acompañar arriba a Esparza y Triverio. Wayar vuelve al lateral derecho.
Nudo la primera parte es mejor que la segunda. La “Academia” entra acelerada para resolver por la vía rápida. Y así lo hace al comienzo con un gol de Sávio a pase de Roberto Carlos Fernández, los dos mejores entre los celestes. El Tigre marca mal atrás y solo el “Tucu” Esparza gambetea y llega a línea de cal. El argentino vuelve loco a su marcador Herrera, jugando a la espalda del carrillero Bejarano que queda siempre muy alto. El partido se vuelve cortado; se juega poco. Sobre el final, es el turno del gualdinegro con desbordes del “Pollo” Flores, con Ursino casi de nueve, con Esparza de hábil “wing”. Se viven entonces los mejores momentos de un partido mediocre: el ida y vuelta trae dos voladas espectaculares de Viscarra. Los dos equipos, sin la necesidad imperiosa de los puntos, quieren ganar. Uno solo lo va a hacer.
Desenlace: Zago saca a Herrera y mete a Haquín para cerrar ese costado. Flores deja su sitio a un Henry Vaca que va a defraudar; incluso el cruceño va a tener que escuchar gritos de «borracho, borracho». Bolívar se mete atrás para conservar la ventaja. Zago saca a “Patito” Rodríguez (de bajo desempeño y lesionado) y pone más marca al medio con Villamil. Díaz mete un cambio inexplicable: retrasa a Esparza al lateral para dar cabida arriba a Prost (que entra por Aponte). El brasileño va a terminar ganando la partida de ajedrez al argentino. Entonces, el Tigre sin la llegada ya del extremo, se dedica a tirar pelotazos a la cabeza del doble nueve. Los gualdinegros terminan extrañando a Rodrigo Amaral pues no hay volumen ofensivo. Tampoco posee la rebeldía necesaria para igualar.
Post-scriptum: Bolívar ha metido la quinta para estar más finos que nunca en el “mata-mata”. El Tigre no tiene fútbol; más allá de los ollazos, la pelota detenida y los disparos de lejos. Sin su habitual garra, es un equipo más.