Normalización diplomática
Esta es una señal del fin de la política del presidente Duque de ruptura del diálogo y de las relaciones diplomáticas con Venezuela.
Las relaciones entre Colombia y Venezuela se irán normalizando a partir de la asunción de Gustavo Petro a la presidencia en este próximo 7 de agosto. De esa manera, se cierra un triste periodo en el que esas dos naciones hermanas se dieron la espalda y en el que las intensas relaciones comerciales, económicas, sociales y familiares de sus ciudadanos se vieron entorpecidas.
En una reunión entre el ministro venezolano de Relaciones Exteriores, Carlos Faría, y el próximo canciller designado de Colombia, Álvaro Leyva, se acordó restablecer las relaciones diplomáticas a nivel de embajadores entre ambos países a partir del 7 de agosto. Esta decisión acompaña una serie de anuncios del nuevo gobierno colombiano con relación a la apertura de los pasos fronterizos entre ambas naciones y la paulatina normalización de las relaciones en la amplia y compleja frontera que comparten los dos países.
Esta es una señal del fin de la política del presidente Duque de ruptura del diálogo y de las relaciones diplomáticas con Venezuela. Decisión que estuvo además acompañada de un polémico reconocimiento de un poder ejecutivo alternativo en Venezuela y cierta tolerancia a actividades que apuntaban a desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro.
En medio de ese conflicto, las comunidades y ciudadanos colombianos y venezolanos que habitan la frontera resultaron directamente afectados por el cierre de las fronteras y el aumento de la tensión bilateral. Situación grave considerando que esas zonas estaban acostumbradas a un flujo binacional de comercio y población muy intenso y de larga data.
La falta de colaboración entre ambos países derivó, igualmente, en un aumento de la delincuencia, de la presencia de grupos irregulares armados y del crimen organizado en ambos lados de la línea fronteriza.
Por esa razón, en Colombia hay un apoyo bastante amplio a esta normalización de relaciones incluso entre representantes de fuerzas políticas de signo contrario a los partidos de izquierda y centro que sostienen al nuevo gobierno. También los empresarios y población de las zonas fronterizas han manifestado su satisfacción con este nuevo estado de situación.
Lo más triste de esta historia es que el sacrificio y los inconvenientes de estas poblaciones sirvieron al final muy poco para contribuir a una solución de las divergencias políticas internas en Venezuela. Al contrario, en ciertos momentos se azuzaron la confrontación y polarización en el país caribeño. Es muy positivo que el nuevo gobierno colombiano vuelva a una política que se enmarque en el respeto de la soberanía, el rechazo a los bloqueos que solo dañan a la población, que apueste a la diplomacia y que contribuya a soluciones dialogadas a los problemas de otras naciones.