Créditos para la industrialización
En las últimas semanas se generó una discusión interesante sobre los créditos que otorga el Banco Central de Bolivia (BCB) a las empresas del Estado y sus connotaciones en el déficit fiscal, con opiniones muy variadas, y en algunos casos percepciones parcializadas y hasta equivocadas. Incluso se llegó a advertir, sin sustento ni respaldo alguno, sobre un posible riesgo crediticio.
En principio hay que entender el nuevo rol del Banco Central de Bolivia (BCB) con el actual modelo económico, establecido por la Constitución Política del Estado, pues no solamente es una institución monetaria, sino que además contribuye al desarrollo económico y social, materializado en el proceso de Industrialización del país, ampliando su objetivo, otrora restringido únicamente a la estabilidad de precios. Este objetivo mayor demanda del BCB nuevas operaciones, como los créditos destinados a empresas públicas estratégicas, que a la fecha cumplen con los pagos sin ningún retraso, descartando así cualquier tipo de riesgo crediticio, como equivocadamente mencionan algunos opinadores.
El esfuerzo del Estado para consolidar la industrialización se puede apreciar en el déficit fiscal, que en 2018 fue de 8,1 puntos porcentuales respecto al Producto Interno Bruto (PIB), y que se debió a un mayor gasto de inversión pública productiva en proyectos de gran alcance, como los ciclos combinados ejecutados por ENDE, las plantas de cemento en Oruro y Potosí de Ecebolen, la fábrica de vidrios Envibol y el desarrollo integral de la salmuera en el salar de Uyuni con YLB, que consolidan progresivamente la tan anhelada industrialización del país.
Aún queda un largo camino por recorrer; en ese sentido, restan proyectos que fueron programados con antelación en el Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES 2016-2020). Sin embargo, muchos proyectos de gran magnitud terminan su fase de inversión, motivo por el cual los desembolsos a las empresas nacionales estratégicas para 2018 representaron solo el 54% de lo desembolsado en 2017, dando continuidad y cierre a muchos proyectos que se espera que generen retornos importantes para el país.
Este proceso no es breve e inmediato, sino gradual y de largo aliento; en muchos casos exitosos como en Japón y China, que fue planificado desde el Estado. Al momento, para el caso boliviano se aprecia un progresivo avance en general, sin incurrir en grandes costos sociales como sugiere el modelo neoliberal. Basta mencionar el mayor crecimiento del PIB registrado en la región (4,22% en 2018), precios moderados (inflación del 1,51% a diciembre de 2018) e importantes logros sociales en términos de desigualdad y desempleo.