Potosí: la primera ciudad global
La historia de Potosí es, de alguna manera, la historia de la humanidad.
Hace pocos días, en la Newsletter digital AEON se publicó un precioso artículo: La primera ciudad global, del historiador canadiense Kris Lane, profesor de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans. El profesor Lane, de manera apasionante y apasionada, nos trae a la memoria la historia de la que sin duda fue una de las ciudades más importante de su época: Potosí, y lo hace siguiendo el hilo narrativo de una crónica paralela, la del clérigo caldeo Elias al-Musili, o “Don Elías de Mosul, como se le conocía”, quien en 1678 peregrinó desde Babilonia hasta Potosí buscando ayuda “para su iglesia en guerra contra los sunitas otomanos y los chiítas safávidas que luchaban por el control de Irak”.
Y es que la portentosa y legendaria riqueza que produjo Potosí en su época de máximo esplendor no solo produjo esa “adicción mortal e ineludible” en los reyes Habsburgo de España, que sirvió para alimentar “el primer complejo militar-industrial global del mundo”… y otorgar “a España los medios para mantener guerras de décadas de duración en una docena de frentes, en tierra y en el mar”; no solo atrajo a todo tipo de aventureros y buscadores de fortuna o a almas piadosas como Elías de Mosul, para quien Potosí era “un prodigio divino, una hierofanía”. También esa inmensa riqueza hizo famosa a aquella ciudad “por su producción artística, por su peso político y por su piedad”.
Lane además nos recuerda que “en 1580, los artistas otomanos describieron a Potosí como una porción del paraíso terrenal, el Cerro Rico exuberante y verde, la ciudad rodeada de paredes almenadas. Potosí, como proclamaba Don Quijote, era la materia de los sueños. Otro buscador de fortunas, en 1600, declaró al Cerro Rico la Octava Maravilla del Mundo. Un visitante indígena en 1615 dijo: ‘Gracias a sus minas, Castilla es Castilla, Roma es Roma, el Papa es el Papa y el rey es el monarca del mundo’. Un mapa mundial chino de 1602 identificó al Cerro Rico como Bei Du Xi Shan, o 'montaña Pei-tu-hsi'”.
Hoy, al menos tras las dos últimas décadas del proceso de globalización, es relativamente sencillo entrar a un supermercado de cualquier ciudad boliviana y comprar algún vino de La Rioja española, unas nueces de California o un té de Sri Lanka, el antiguo Ceilán. Pero imaginar que en el último tercio del siglo XVI y principios del XVII se pudiese consumir en Potosí, una ciudad en los Andes a 4.000 metros de altura, “almendras importadas, alcaparras, aceitunas, arroz arborio, azafrán y vinos castellanos dulces y secos”, pimienta que “llegaba de Sumatra y el suroeste de la India”, “canela de Sri Lanka, clavo de las islas Molucas y nuez moscada de las Islas de Banda” o “pimienta de Jamaica”, eso ya es otra cosa.
Que las tiendas exhibieran “las mejores telas de seda y lino del mundo, porcelana china, cristalería veneciana, artículos de cuero ruso, lacados japoneses, pinturas flamencas y libros superventas en una docena de idiomas (…) marfiles africanos votivos tallados por artesanos chinos en Manila (que) eran especialmente codiciados por las mujeres más piadosas y ricas de la ciudad”. O que esas mismas “mujeres ricas caminaran en aquella época taconeando por las calles empedradas de Potosí con zapatos de plataforma de tacón plateado, con aretes de oro, gargantillas y pulseras con diamantes indios y rubíes birmanos” no solo provoca asombro, sino que además confirma la tesis de Lane de que Potosí fue la primera ciudad global.
Ciertamente, como también se menciona el profesor Lane en su artículo, no todo fue maravilla y deslumbramiento, “la vanidad de las ambiciones globales de la España católica”, centradas en la riqueza de Potosí, también produjeron tragedias sin cuento, centenares de miles de desplazados y muertes prematuras, horrores como las historias “de la gente que trabajaba veinticuatro horas sin parar”, de la “violencia perenne” o de su “corrupción”, y las no menos horroríficas catástrofes medioambientales. La historia de Potosí es, de alguna manera, la historia de la humanidad. Después de cinco siglos de globalización y explotación, Lane nos deja una pregunta: ¿Qué significa, en verdad, “valer un Potosí”?
* Médico anestesiólogo e historiador.