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Pese a las advertencias, negocios funcionan en Villa Adela y en algunos se permite la aglomeración de personas

En Villa Adela (El Alto) este fin de semana los negocios funcionaron con “normalidad” e incluso algunos restaurantes abrieron sus puertas y permitieron que los comensales se sirvan los platos a la carta en las mesas acomodadas en su interior.

Así lo observó La Razón en un recorrido que hizo el sábado 6 y domingo 7 desde la calle 1 –pasando la plaza De La Cruz- hasta la calle 16 de la avenida Bolivia y  avenida Junín.

Los negocios de comida -que eran los que se encontraban casi en cada cuadra- las pastelerías, las tiendas comerciales, las chaperías, los talleres mecánicos, las tiendas con productos para mascotas, las panaderías, las librerías, tenían las puertas abiertas incluso durante la tarde. Las carnicerías y clubes de video tuvieron casi una jornada habitual de labores.

En el restaurante de la esquina de la calle 5 de la avenida Bolivia se ofrecía el fin de semana “almuerzo familiar”, así como pollo a la broaster, pollo dorado, chicarrón de pollo, chorizo, salchipapa y otros. “Este negocio siempre estuvo abierto, nunca cerró, incluso desde la cuarentena estricta seguía funcionando”, contó una vecina que pidió no identificarse. La cantidad de sillas y mesas que estaban ordenadas en su interior invitaban al comensal a sentarse.

Al frente de este negocio, sobre la calle 6, otro restaurante ofrecía fricasé  y chicarrón. Una mesa con cuatro sillas estaban en la acera. Cerca estaba disponible el servicio de baño público y duchas. Algunos pasos más allá, en otro negocio de comida, había personas sentadas comiendo.

Yendo hacia la avenida Junín, a la plaza del Policía y posteriormente a la plaza Simón Bolívar, un club de video ofrecía a su clientes las “últimas películas” ganadoras del Oscar, “no va a volver para cambiar este vídeo”, decía el comerciante de los CD piratas.

A un par de metros de ahí, en una tienda comercial se vendía carne de pollo y una variedad de productos comestibles; otros negocios tenían propuestas similares.

Las frutas y verduras eran ofrecidas en vía pública, algunos propietarios jalaban sus coches con llantas de bicicleta cargando sus productos; y para los que requerían del material escolar, dos librerías estaban disponibles.

Un mecánico que arreglaba bicicletas tenía bastante demanda el sábado, y la mayoría de las bicis estaban estacionadas en plena acera. Otros esperaban su turno parados o sentados en una banca de madera instalada al lado del negocio.

Entre la oferta de la jornada sabatina se encontraba un puesto con diferentes barbijos para evitar el contagio de coronavirus.

La Cuarentena Dinámica comenzó a aplicarse desde el 1 de junio y es regulada por las gobernaciones y alcaldías (Decreto Supremo 4245). El fin de semana se determinó, entre otras medidas, la suspensión de actividades que impliquen aglomeración de personas. Esta medida debe concluir el 30 de junio.

Por la plaza De La Cruz, de una chicharronería salió una familia después de disfrutar de su comida. Era domingo, y cuando el comerciante vio la presencia de este medio dijo “solo es para llevar”. Casi al instante, un policía salió de su vehículo para comprar algunos platos en el mismo sitio.

Otro club de videos y una pastelería continuaban abiertos ese día. “Se realizan tortas al instante. Toque timbre”, decía su anuncio pegado en una vitrina de vidrio de la pastelería ubicado en la Calle 3.

Especialmente el sábado, el movimiento vehicular era bastante “evidente”, el uso de las bicicletas  constante y los coches iban casi a la par con el caminar de las personas, varios de las cuales no usaban barbijos, ni adultos, ni menores de edad.

En cambio el domingo,  a diferencia de los restaurantes, los otros negocios, como el de la venta de barbijos, estaba cerrado y el andar de las personas era menor, así como del transporte.