El cielo muestra casi un pleno celeste y bajo éste, el color se refleja sobre el milenario lago Titicaca. En la orilla, Usziel, Déborah y Karen aguardan listas para una nueva inmersión en busca de la historia del puerto de Guaqui.
“Hemos buceado todos los días las tres, entre hora y media y dos horas”, cuenta Usziel a La Razón.
Las arqueólogas estaban detrás de investigaciones, que ya habían dado sus primeros indicios en 2022, dos años antes de que pudieran concretar su hallazgo.
Lea también: Incendios: animales son reconocidos como ‘sujetos de derecho’ por decisión de la Justicia
El resultado fueron no solo piezas olvidadas, sino reliquias que cuentan la historia de lo que era el pueblo paceño de Guaqui entre los siglos XIX y XX, un puerto de exportación y eje comercial.
TITICACA
Las tres arqueólogas, Déborah Mattos, Karen Mamani y Usziel De la Fuente, cruzaron sus caminos por suerte del destino en medio de sus estudios para especializarse en lo que se ha convertido una de sus mayores pasiones: la arqueología subacuática.
“De 2018 hasta 2021 no hemos buceado por conflictos; o sea, tampoco ha habido investigaciones en el lago por los conflictos sociales y también por problemas de la pandemia (del COVID-19), recuerda Déborah.
Pero, para el siguiente año, y con la mirada puesta en el Titicaca, comenzó la aventura para este hallazgo.
“En 2022 hemos empezado nuestro primer proyecto, que era un registro de muelles, de hispánicos y republicanos, apoyados por el Fondo de Mujeres Bolivia- Apthapi Jopueti”, dice Déborah.
Las investigaciones las llevaron hasta Santa Ana, una comunidad del departamento de La Paz, ubicada a unos 10 kilómetros de la península de Copacabana.
HALLAZGOS
El camino fue guiándolas de a poco hacia el municipio de Guaqui, ubicado en la provincia Ingavi del mismo departamento.
“En Guaqui hemos hecho prospecciones terrestres en toda su costa”, relata Mattos.
Luego del trabajo bajo tierra, llegó el momento de escudriñar entre las aguas del Titicaca. Las prospecciones subacuáticas abarcaron el canal de Guaqui. “Es en esta primera prospección donde hemos encontrado que en Mirq’imuelle había restos que no lográbamos entender”, añade.
Las arqueólogas realizaron sondeos para determinar qué habían encontrado. Ellas creían que se trataban de restos de un muelle de Guaqui que quedaron en el sector. “Más que todo eso, estábamos en busca de los muelles para registrarlos”.
La semilla de la duda, que suele ser origen de los descubrimientos, estaba puesta y así, para el siguiente año, 2023, decidieron volver al lugar, una vez más con apoyo del Fondo de Mujeres.
“Principalmente, teníamos informaciones por los comunarios que el lugar se llamaba Mirq’imuelle y decían que era el muelle antiguo, porque actualmente el muelle de Guaqui, la parte funcional del muelle, está al comienzo del canal, donde está (instalada) la Armada Boliviana, el museo, y todas las actividades se realizan ahí. Pero antiguamente las actividades de carga del muelle, de desembarco de embarcaciones y pasajeros, se realizaba al final del canal y el ferrocarril también ingresaba hasta muy adentro en el canal”, explica Mattos.
Otro indicio del sector fue que, llamativamente, no había totora crecida por ahí, a diferencia del resto de la costa explorada.
“Hemos realizado el deshierbe de este lugar y hemos encontrado que aquí había una embarcación, o por lo menos, parte de ella. Entonces, es por eso que este año, en 2024, hemos lanzado el Proyecto Embarcaciones”, dice Usziel.
Uno de los primeros hallazgos de esta embarcación fue una estructura metálica de unos “30 centímetros de diámetro”, además de algunos “remaches”.
ESTUDIOS
“Entonces, eso hizo que los sondeos se localicen en el lugar y que podamos excavar y darnos cuenta de que era algo mucho más grande de lo que estábamos pensando; que no era parte del muelle y tampoco era una pared del muelle, sino que era una estructura en sí misma”, señala entusiasmada Déborah.
Los hallazgos fueron tomando forma con cada pieza de la investigación hasta determinar que se trataba de los restos de una importante embarcación de más de un centenar de años de antigüedad, una que en sus tiempos de gloria había cruzado fronteras y servido como impulso económico de las actividades del país.
“Hasta donde nosotros hemos podido registrar y entender, es que este barco formaba parte de una flota cuyo trabajo era de mover material para exportar. Con material me refiero a mercadería, principalmente mineral; entre estos puede estar cobre, al mismo tiempo que carbón y también mercadería en general como ropa, zapatos, algodón, papa, haba, productos para el consumo mejor dicho”, detalla Karen a este medio.
ARQUEÓLOGAS
Las expertas estiman que la embarcación data de 1903, tiempos en que estaba en operación el antiguo muelle de Guaqui. Las evidencias halladas apuntan a que este barco hacía viajes entre el vecino país de Perú y Bolivia mediante el lago Titicaca. Y es que la posición de Guaqui es estratégica. (Revisar el mapa).
“Este movimiento de mercadería era tanto Bolivia-Puno (Perú) y Perú-Bolivia”, explica Karen.
El hallazgo superó lo pensado por el grupo de arqueólogas. La embarcación devela no solo un importante momento en la historia del municipio de Guaqui, sino que da indicios de cómo era la vida ahí entre los siglos XIX y XX.
“Los muelles, que hemos podido registrar no solo en Guaqui, sino en diferentes puntos del lago, nos dan cuenta que las rutas de comercio en el lago en realidad eran muy importantes y a la vez complejas, porque desde esa época vemos una manipulación de las rutas de comercio ya de grandes empresas”, detalla Mamani.
Lo que ahora son restos que ha “devorado” el Titicaca eran hace años un eje del comercio para el país, de acuerdo con los hallazgos.
“Los indicios que hemos podido entender es que estas rutas también pueden ser precolombinas, como también registros de muelles con características más antiguas, podría ser una fabricación incluso prehispánica; eso nos da a entender que el lago siempre ha estado en un funcionamiento muy importante a nivel económico y las rutas que corresponden también a la lógica de la sociedad y la complejidad política y económica de esos tiempos”, añade.
GUAQUI
Los restos de este barco permiten un viaje en el tiempo, a un Guaqui con un complejo movimiento, alimentado por un ferrocarril y grandes embarcaciones en los muelles, listos para zarpar cargados de minerales y otros.
“Este barco no solo resalta esa complejidad económica, sino también resalta la existencia de que Bolivia sí tuvo una flota que navegaba en el lago”, según Karen.
El país perdió en 1879 su salida al mar, tras una derrota ante Chile en la Guerra del Pacífico, pero para 1903, de acuerdo con las investigadoras, el muelle antiguo en que se considera estaba esta embarcación ya estaba en funcionamiento y, con éste, el lago Titicaca y Guaqui se convirtieron en una alternativa de exportación.
“Este hallazgo nos ayuda a difundir más cómo es que era Guaqui; muchos desconocen la época histórica importante que tenía, la importancia a nivel económico, comercio. Guaqui actualmente no es lo que antes era, había mucho movimiento, mayor población. Solo los guaqueños lo recuerdan y esta embarcación que ahora hemos encontrado es prueba de ello”, considera Usziel.
HISTORIA
Las investigadoras tuvieron oportunidad de hablar con personas del lugar. La historia vive también en las memorias de, ahora, un municipio que ha volcado sus actividades a otros rubros.
De hecho, era tal la importancia de este pueblo, que, en febrero de 1962, el príncipe Felipe de Duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, llegó en barco a Guaqui desde Perú.
Las expertas consideran que cambios de administraciones, construcción de carreteras y crecimientos del lago son algunas razones del cese del muelle.
Ellas trabajan ahora en la consolidación del Grupo Científico de (Gcisub); con el cual planifican seguir con las exploraciones en el Titicaca y otras vertientes del país.