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Friday 29 Mar 2024 | Actualizado a 03:57 AM

Severino Zapata, una calle y un olvido

/ 15 de julio de 2020 / 09:29

Severino Zapata, usted se esfumó en la historia. Desapareció, sin dejar rastro, apenas una calle. Todo lo que sabemos hoy se reduce a sus días como último prefecto del Litoral con base en Antofagasta. ¿Cuándo nació? ¿Dónde murió? Después de la invasión de nuestras costas soberanas, se pierde todo su rastro. Sabemos que peleó con Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y 130 patriotas bolivianos en la defensa de Calama; que combatió en Tacna en la batalla del Alto de la Alianza. Y después, la nada. La Alcaldía de La Paz colocó su nombre en una calle cortita a un costado de la Universidad Mayor de San Andrés. Calle S. Zapata. Muchos años después, la gente del barrio rebautizó la calle como “General Zapata”. Las películas mexicanas que honraban la legendaria Revolución Mexicana estaban de moda. Los buenos eran cuates y los malos eran pinches. Usted no llegó a general, se quedó en coronel, antes de perderse en nuestra memoria.

Hemos olvidado su nombre, camarada Severino, y lo peor nadie se acuerda de su ejemplo, de su pacifismo, de su entrega, de su fidelidad y valentía, de sus palabras. De como se enfrentó sin miedo a George Hicks, gerente de la poderosa Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta. De como salió el doncito inglés con el rabo entre las piernas aquel catorce de febrero maldito huyendo al buque blindado Blanco Encalada fondeado en el puerto. De como le dijo en su cara que usted había dado la orden expresa de rematar todos los bienes de su empresa por no pagar impuestos, el famoso 10%, la excusa de la usurpación.

Don Severino, usted siempre confió en el talente de los pueblos hermanos y civilizados pero cuando la monstruosa injusticia mostró su cara no dudó ni un segundo. “Sin fuerza para combatir a los invasores que, alentados por nuestra debilidad, hacen gala de la entereza usurpando derechos y hollando la dignidad del boliviano, a nombre de la Patria abofeteada, os llamo, bolivianos, a que os reunáis en torno del desagarrado pabellón de Bolivia…”. Leo hoy sus palabras en el periódico El Comercio y me emociono.

Hemos olvidado también, coronel, que junto a su escasa guarnición de 60 gendarmes, salió por tierra hacia Cobija para montar la resistencia, que echó la última mirada hacia el puerto de Antofagasta para divisar a los tres vapores blindados de Chile con planchas de nueve pulgadas, que abandonó solo cuando se consumó la invasión. Pocos recuerdan que luego se replegó al interior del litoral para preparar la defensa de Calama, que usted estaba dispuesto a cumplir, mientras resistía en el vado de Yalquincha, aquella vieja divisa de la Roma antigua: «Dulce et decorum est pro patria mori».

¿Cómo llegó la hora de su muerte? Tal vez corrió la suerte de muchos soldados entristecidos por la pérdida absurda de nuestro mar: el suicidio. Como lo hizo el general José Manuel Rendón en septiembre de 1908 en Iquique. Sabemos que también estuvo en la última batalla de la guerra, entre los 5.500 soldados bolivianos y 6.500 peruanos en el terreno desértico del Alto de la Alianza, cerca de Tacna, al mando de la 2.ª División del Ejército Boliviano con cargo de los Batallones Tarija 7°, Chorolque 8° y Grau 9°. Y despúes, la nada. Dicen que volvió a La Paz, dicen que apenas queda su apellido en una calle.

Hoy me he acordado otra vez de usted, coronel Zapata. La Alcaldía de La Paz está renombrando las calles del centro con el apoyo de una empresa de pinturas. De la privatización del espacio público, hablaremos otro día. Hoy su calle, don Severino, ha pasado a llamarse “calle Emiliano Zapata”. Ha sido solo por 24 horas, no tema. El alcalde Luis Revilla me ha dicho en Twitter que ha sido un error y en verso ha añadido: “Ya he instruido la corrección, gracias por la preocupación”. En la calle solo queda un número, el 110, junto a un chifa. Dice “S. Zapata”, ese Zapata que es el nuestro. Ese Zapata olvidado como tantos otros que llevan las calles su nombre. ¿Quién se acuerda de un camarada suyo, J.J. Pérez? ¿Y de Lisímaco Gutiérrez, Agustín Aspiazu, Belisario Salinas, capitán Ravelo, Pedro Salazar, Fernando Guachalla…? Son nombres, son calles, cerca de la suya, nada más. Se ama sin razón y se olvida sin motivo. Don Severino, usted simplemente no se lo merece.

*Ricardo Bajo es periodista y director de la edición boliviana del periódico mensual Le Monde Diplomatique. Twitter:
@RicardoBajo

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2023: El retorno de los espías

En suma, con estos datos, se constata una vez más que la realidad supera a la ficción

/ 6 de enero de 2024 / 00:38

Aquello que era frecuente durante los años calientes de la Guerra Fría, se creía que, en los tiempos que corren, era una modalidad superada en las relaciones internacionales, pero en las últimas semanas coincidentemente se detectaron casos de espionaje en distintas partes del mundo. Quizá el más notable entre ellos sea aquel protagonizado por Manuel Rocha, exembajador de Estados Unidos en Bolivia, quien, nacido en Colombia, se naturalizó estadounidense, estudió en reputadas universidades y se infiltró en el servicio diplomático siguiendo brillante carrera hasta alcanzar el rango elevado de plenipotenciario. Desde entonces y por el termino de 40 años espió para Cuba, hasta ser desenmascarado y apresado el pasado noviembre. Golpe certero de La Habana a los servicios de Inteligencia imperiales que permitió al ilustre topo acceder como miembro al mismísimo Consejo Nacional de Seguridad. Contemporáneamente, en Alemania, se arrestó a dos personas acusadas de proveer a Rusia material sensible referente a la guerra contra Ucrania. Uno de ellos, Carsten Linke (53) trabajaba nada menos que en el BND (servicio federal de Inteligencia alemán) y actuaba en tándem con Arthur E. (32), comerciante independiente que se encargaba de encaminar sus hallazgos hasta el Kremlin. Sonoro sopapo a la eficacia alemana, no visto desde que, en 1974, el canciller Willy Brandt perdiera su cargo porque su inefable secretario Günter Guillaume fuera descubierto como agente de la DDR (Alemania Democrática) y, por lo tanto, sentenciado a 13 años de prisión.

En tanto que, en Polonia, hace tres semanas 14 espías de diversas nacionalidades fueron detenidos por trabajar para Rusia, en el intento de descarrilar un tren cargado con material militar destinado a los mandos de la defensa ucraniana.

Y, en la lejanía del continente africano, en Burkina Faso, se atrapó y encarceló a cuatro funcionarios franceses que espiaban las labores ejercidas por técnicos rusos encargados de construir una planta de energía nuclear. Este episodio envenena aún más, si es que cabe, las agrias relaciones de Paris con sus antiguas colonias en África Occidental frente a la indisimulada penetración de la influencia moscovita iniciada años antes por el grupo irregular militar Wagner.

En octubre, Irán anunció la detención de tres iraníes a ordenes de Israel que planeaban golpear sitios sensibles con drones suicidas desde las montañas afganas.

La crítica a los servicios occidentales por su ineficacia incluyen al CSIS canadiense por el asesinato del líder separatista Hardeep Singh Nijjar, en Surrey, supuestamente digitado por el gobierno de la India y, desde luego, a la famosa agencia espía Mossad, que pese a contar con un presupuesto anual de $us 7 billones y 7.000 agentes, fue incapaz de descubrir el complot de Hamás para asaltar el 7 de octubre pasado territorio israelí provocando la masacre de 1.200 personas. Muy tarde su departamento Metsada, encargado de asesinatos selectivos y de trabajos sucios, busca afanosamente a los cabecillas de Hamás sin éxito alguno.

Si bien los cuadros humanos en el espionaje son insustituibles, China mediante su agencia MSS (Ministerio de Seguridad del Estado) aplica modernas tecnologías sofisticadas que no excluyen la Inteligencia Artificial para fisgonear a compañías americanas en sus últimos adelantos científicos.

En suma, con estos datos, se constata una vez más que la realidad supera a la ficción y, en la literatura alusiva queda chata la imaginación de Ian Fleming, John le Carre, Norman Mailer y Robert Ludlum, sin excluir a mis favoritos: Graham Greene, Joseph Conrad, W. Somerset Maughan y Julián Marías.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia

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Dando palos de ciego

/ 18 de noviembre de 2023 / 07:05

Uno de los grandes misterios de la humanidad es por qué se prefiere, con frecuencia, complicar cosas que suelen ser simples. El psicodrama legislativo de esta semana es un ejemplo de esa fatalidad: evento desagradable que no solo era previsible sino además evitable. Después de mil vueltas, hemos retornado al mismo punto de partida y a algunos avispados recién se les ocurre descubrir que su resolución se resume a dos palabras: diálogo y negociación.

Hace unas semanas, todas las facciones partidarias en la Asamblea Legislativa se acusaban de las más rocambolescas traiciones y alianzas a propósito de la elección de sus directivas. Por su parte, algunos estrategas gubernamentales daban a entender que el control oficialista de esos espacios les garantizaba algún tipo de estabilidad en el trabajo legislativo. Dimes y diretes francamente confusos para la mayoría de los ciudadanos.

Como dice un viejo refrán, al final la única verdad es la realidad: el fraccionamiento de las fuerzas presentes en el Órgano Legislativo es un dato que no va a cambiar, no hay mayorías desde el año pasado y habrá que vivir con eso. Nos estamos estrenando en lo que los cientistas políticos llaman un “gobierno dividido”.

Los 62 votos a favor de la reformulación del Presupuesto General del Estado no son tampoco un descubrimiento, son los 46-47 diputados y 7 senadores del “ala arcista” más una decena de disidentes opositores “paraoficialistas”. Contabilidad que estaba clara hace varios meses. Fuerza significativa pero minoritaria en una Asamblea conformada por 130 diputados y 36 senadores.

Por tanto, muchas cosas no cambiaron en el escenario político con el falso afán que generaron las barrocas negociaciones por directivas. Más que un problema de gran estrategia, a esta altura del partido parece una pelea con la aritmética la que aqueja a los operadores oficialistas. Sin importar la composición de la directiva, no hay mayoría automática.

Si eso es así, entonces era obvio que no se iba a conseguir fácilmente los votos para esa norma sin una negociación y gestión política previa. Obviamente, en esos casos es válido presionar a los legisladores movilizando a los sectores supuestamente afectados, incluso acusarlos de insensibilidad o revelar datos sobre lo dañino de su indecisión, pero, por otra parte, se tiene que necesariamente conversar y negociar con los que tienen la llave del cofre.

Y digámoslo, negociar implica ceder, no se puede pretender imponer algo por muy bueno que sea en tales contextos. Alguien me dirá que eso no es quizás muy eficiente o justo para toda la comunidad, pero es lo posible en una democracia pluralista. Siempre lo posible que se puede aprobar será mejor que lo perfecto que no tiene consenso.

Mientras más rápido todos los actores políticos asuman ese nuevo estado de situación y actúen en consecuencia, el país ira encontrando una vía para resolver algunos de sus problemas en estos tiempos turbulentos. Si insisten en pedir peras al olmo y obviar los cambios en la correlación de fuerzas, el desorden se irá instalando. 

Aunque mal de muchos sea un consuelo de tontos, la gestión de un “gobierno dividido” no debería ser entendido como una anormalidad democrática. Justamente, en estos días, el gobierno de Biden en Estados Unidos está ante un bloqueo similar. 

Hay pues urgencia por un cambio de estrategia en todos los involucrados. El Gobierno tiene que entender que no basta con victimizarse, quejarse y ver conspiraciones por todo lado, tiene que tomar el toro por las astas, negociar, ver que es realista proponer, convencer y mantener un mínimo de contacto y conversación con todas las fracciones parlamentarias. Cierto, es más difícil que cuando metías la ley al Legislativo y se aprobaba en 24 horas, pero ya no hay más vuelta atrás. Es eso o nada.

De igual modo, ser opositor en las cámaras es hoy interesante porque tienes más poder y puedes obligar al Gobierno a explicarse y negociar si quiere avanzar en sus propuestas. Pero también aumenta su responsabilidad y los expone a la opinión pública: no basta con oponerse porque sí, hay que explicar las razones y eventualmente encontrar opciones de negociación y transacción con el Gobierno porque el país tiene que seguir funcionando. En suma, aunque tortuoso, quizás este nuevo momento augura una transición a un sistema político y país más pluralista, en caso contrario, todos perderemos.

Armando Ortuño es investigador social

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Están aquí, están de visita

Lucía Sauma, periodista

/ 2 de noviembre de 2023 / 07:59

¿Habrá alguien que no tenga un ser querido fallecido en el que piense todos los días? Si hubiera qué soledad la de esa persona. Qué falta de recuerdos, de cariños, de tristezas compartidas, de intolerancias, de rabietas, qué falta de humanidad, de hechura de ser humano. Es triste. Por eso parece tan difícil que en este día de difuntos hayan personas que están tan solas que no tienen un muerto a quien extrañar. Y qué pena también por los muertos que no tienen quién los extrañe y de esos sí que hay, porque tendemos a olvidar.

Pero volvamos a los muertos que vinieron a visitarnos el 1 de noviembre, que compartieron, bebieron y comieron lo que familiares les prepararon para que sepan que los esperábamos, que somos capaces de quererlos, de seguir queriéndolos aunque ya no los veamos, ni los escuchemos. Sabemos que vinieron porque con cariño los convocamos y sin temor los sabemos presentes a través de pequeñas muestras, el agua que disminuyó en el vaso para que beban porque sabemos que llegan sedientos. La leve ráfaga de aire, el movimiento de las flores, son indicios de su presencia, la puerta que suena en sus goznes sin que nadie la empuje, son las señales o al menos así queremos creer, es parte de la fe que mueve montañas, la misma que trae de vuelta a los muertos cada 1 de noviembre.

¿Por qué no creer? ¿Por qué no esperar? ¿Por qué no despedir? Son expresiones amorosas que nos hacen más humanos, más sensibles, con mejor esencia. ¿Hay alguien que no quiera que lo recuerden? ¿Qué un día muera y muera para siempre? Parece un dejo de amargura el pensar así. Desde esta parte del mundo los muertos queridos están presentes, el Día de Difuntos es una celebración, con panes en forma de wawas, de hombres y mujeres, con caballitos de pan para ir al trote, con escaleras para bajar y subir al cielo, con cañas de azúcar para que sirvan de bastón a quienes nos visitan.

Hay un afán en esperar la visita de los muertos, no hay miedo ni tristeza, todo lo contrario, son ritos de esperanza, por lo menos así es en esta parte del mundo, tan convencida que ellos vendrán, por eso apremia esperarlos. Bienvenidos sean. Disfruten de las ofrendas, son para ustedes. Tenemos muy claro qué les gusta comer y beber, lo dulce y salado. También estamos convencidos que se irán y hay que despedirlos. Gracias por su visita. Váyanse con cuidado, al año estaremos de nuevo esperando.

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¿Qué pasó y qué pasará en Argentina?

Alfredo Serrano Mancilla

/ 28 de octubre de 2023 / 07:22

I) El Techo de Milei. Una gran parte de la sociedad argentina le dijo “hasta aquí”. Según datos de las últimas encuestas CELAG, la mayoría no comparte su idea de dolarizar; no comulga con el término casta; le considera un violento, chanta y machista; cree que es inestable; y no está de acuerdo con el resto de sus propuestas. En definitiva, políticamente tiene un límite, y electoralmente también. De las PASO a la primera vuelta bajó su intención de voto en porcentajes (31,6% a 29,98%, sobre votos afirmativos), a pesar de que aumentó su caudal de votos en 651.345 (esto se explica por el aumento de la participación en 8 puntos).

II) Bullrich, del piso al sótano. Perdió 533.996 votos entre PASO y primera vuelta; casi 6 puntos porcentuales. Juntos por el Cambio regresó a la casilla de salida. Su resultado actual es similar al obtenido en las PASO de 2015 (23,8% vs. 24,5%). Están en caída libre y aún no han terminado de caer. Las derrotas hacen mucho daño y, si son dos consecutivas, mucho más. Están en un laberinto sin salida. No supieron qué hacer con la aparición de la ultraderecha libertaria y siguen anclados en el pasado.

III) La escalera de Massa. Fue de menos a más. Creció en más de 3 millones de votos, casi 8 puntos porcentuales. Logró convencer a una buena parte de los votantes del Frente de Todos de 2019 que se quedaron en casa en las PASO de 2023. ¿Cómo lo hizo? No fue ni con spots publicitarios ni con jingles. Fue con decisiones concretas en materia económica (devolución del IVA, por ejemplo) y explicando con sinceridad la alta responsabilidad que tiene el FMI en todo este entuerto; y, además, pidiendo disculpas por todo lo que no se ha hecho bien. Si sigue así, con acciones precisas que mejoren la cotidianeidad, seguirá subiendo escalones.

IV) La fórmula de Axel: Ideas + Gestión – Rosca. Es el triunfo de la Política en mayúsculas. Obtuvo casi el 45% de los votos en la elección para Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Ganó por goleada. Y lo consiguió gobernando y creyendo en principios. Sin distraerse lo más mínimo de lo verdaderamente importante. Se convierte, así, en un proyecto político presente que vino para quedarse.

V) La impotencia de los grandes medios de comunicación. Desde hace años venimos demostrando, gracias a las encuestas CELAG, que los medios en América Latina tienen su importancia, porque son muy consumidos masivamente a modo de entretenimiento, pero no son creíbles. Pueden crear marcos, sí, pero no llegan a tener el alcance y la fuerza que se les atribuye. Y en Argentina volvieron a fallar en su intento. Su candidata quedó en tercer lugar.

VI) Los cisnes no siempre son negros. Se exagera —y mucho— cada acontecimiento coyuntural (se llame Insaurralde o Chocolate), ignorando que la ciudadanía “está en otra”. Hemos caído en la trampa de la houseofcardización de la política, creyendo que todo tiene una lógica lineal y simple. Y a veces nos olvidamos que los sentidos comunes y los surcos profundos no cambian tan rápidamente. 

VII) La segunda vuelta está abierta. Si la participación y los votos blancos/nulos se mantuvieran tal como en la primera vuelta (como fue en 2015, última vez que hubo segunda vuelta), entonces tendríamos que: a) Milei necesitaría crecer en 5,5 millones de votos para ganar, por ejemplo, captar el 90% de los votos de Bullrich; b) Massa necesitaría 3,8 millones para ganar, por ejemplo: todo el voto de Bregman más el 80% de Schiaretti más el 60% de los votantes de Larreta (suponiendo que éstos fueron a votar Bullrich en primera vuelta, que sería lo más probable según nuestros estudios).

A día de hoy, es muy complicado saber qué es lo más probable: si lo primero o lo segundo. Pero hay algo que está muy claro: la solución a esta ecuación electoral no se encontrará haciendo sumas y restas como si los votantes de cada candidato fuesen todos idénticos entre sí. La aritmética (rampante y simplona) en política tiene sus límites.

El resultado final dependerá de la capacidad de convicción que tenga Massa o Milei en medio de una disputa de época entre dos visiones contrapuestas sobre el futuro del país en materia de justicia, democracia, soberanía, libertad, igualdad, derechos.

Se abre a partir de ahora una batalla política y electoral que tendrá su lado propositivo y que, por supuesto, también estará acompañada de una “guerra de miedos”. Veremos quién gana.

Alfredo Serrano Mancilla
es doctor en Economía y director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).

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¿Será vital el imperio?

/ 28 de octubre de 2023 / 07:08

La fugaz visita a Israel del presidente Joe Biden el 18 de octubre, sigue provocando comentarios y conjeturas tanto por los frutos conseguidos como por aquellos frustrados. Cierta prensa americana recoge con tonalidad admirativa el récord inigualable del octogenario mandatario que siendo joven senador visitó a la entonces primera ministra Golda Meir, 50 años antes, así como discutió del desarme nuclear con el premier soviético Mikhail Gorbachev en aquella misma época de la Guerra Fría, mementos que pretenden adornar la experiencia de Biden en los trajines internacionales. Ahora, la guerra de Israel contra Gaza le ofreció una bella oportunidad para demostrar su habilidad diplomática como rédito en su campaña electoral para su relección y además confirmar su amparo a la causa israelí frente a la agresión de Hamás ocurrida en la madrugada del 7 de octubre. Aparte de su desafortunada comparación con el conflicto ruso-ucraniano, su aporte para frenar la natural sed de venganza del Tsahal para liquidar a Hamás en sus madrigueras de la Franja de Gaza, mediante una invasión terrestre, fue notable y obtuvo cuando menos esa pausa de reflexión. Para convencerlos explicó —con humildad— los fracasos americanos en sus incursiones armadas en Irak y Afganistán, aunque enfatizó contundentemente su apoyo al derecho de Israel de defenderse. Sagazmente, activó su diplomacia logrando que Egipto acepte abrir el paso fronterizo de Rafah para encaminar decenas de camiones cargados de agua, alimentos y medicinas destinados a auxiliar a los dos millones de habitantes que en Gaza sufren los incesantes bombardeos hebreos, privados de esos elementos para sobrevivir. También persuadió al emir de Qatar de interceder ante sus amigos de Hamás (el jefe político Ismail Haniyeh, reside en Doha) en la liberación de las dos americanas cautivas, como prueba de buena voluntad para negociar un modus vivendi posterior. Y, sin descuidar su soporte a la seguridad de Israel ante las hostilidades de la milicia libanesa Hezbollah en la frontera norte, Biden ordenó el despliegue de dos portaviones con propósitos disuasivos ante la posibilidad de la intervención iraní. Así quiere solo mostrar los dientes, puesto que ni en Ucrania ni en el Medio Oriente comprometería infantería americana.

Sin embargo, no todo es contribución romántica, puesto que pocos días después del inicio del conflicto en Gaza, embarques de armas comenzaron a llegar: bombas inteligentes, municiones e interceptores para el sistema defensivo “Iron Dome” (cúpula de hierro), copioso material que será pagado con el pedido de Biden al Congreso para el desembolso de $us 70 billones destinados a Ucrania e Israel que el presidente, con marcada candidez, calificó como “una buena inversión para la seguridad nacional y para la creación de empleos”, ratificando la conjetura de que la guerra en Ucrania y hoy, el asedio a Gaza, incrementarán aún más el boom económico que está gozando el complejo militar-industrial. Satisfecho de su misión en Israel, Biden se muestra convencido del rol de Estados Unidos como gestor imperial.

Mientras, difícil imaginar una solución al combate israelí-palestino que no sea la convivencia de dos Estados independientes, conforme a las resoluciones de Naciones Unidas, no obstante, la presente no es una guerra entre Estados, sino contra una entidad reputada de terrorista, con la cual no se puede negociar abiertamente. Sin embargo, urge resolver los problemas más apremiantes que son la salvaguarda de los 200 rehenes aún en poder de Hamas y el retorno a la normalidad de vida de dos millones de gazaouis.

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