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Sunday 15 Sep 2024 | Actualizado a 23:42 PM

2023: El retorno de los espías

En suma, con estos datos, se constata una vez más que la realidad supera a la ficción

/ 6 de enero de 2024 / 00:38

Aquello que era frecuente durante los años calientes de la Guerra Fría, se creía que, en los tiempos que corren, era una modalidad superada en las relaciones internacionales, pero en las últimas semanas coincidentemente se detectaron casos de espionaje en distintas partes del mundo. Quizá el más notable entre ellos sea aquel protagonizado por Manuel Rocha, exembajador de Estados Unidos en Bolivia, quien, nacido en Colombia, se naturalizó estadounidense, estudió en reputadas universidades y se infiltró en el servicio diplomático siguiendo brillante carrera hasta alcanzar el rango elevado de plenipotenciario. Desde entonces y por el termino de 40 años espió para Cuba, hasta ser desenmascarado y apresado el pasado noviembre. Golpe certero de La Habana a los servicios de Inteligencia imperiales que permitió al ilustre topo acceder como miembro al mismísimo Consejo Nacional de Seguridad. Contemporáneamente, en Alemania, se arrestó a dos personas acusadas de proveer a Rusia material sensible referente a la guerra contra Ucrania. Uno de ellos, Carsten Linke (53) trabajaba nada menos que en el BND (servicio federal de Inteligencia alemán) y actuaba en tándem con Arthur E. (32), comerciante independiente que se encargaba de encaminar sus hallazgos hasta el Kremlin. Sonoro sopapo a la eficacia alemana, no visto desde que, en 1974, el canciller Willy Brandt perdiera su cargo porque su inefable secretario Günter Guillaume fuera descubierto como agente de la DDR (Alemania Democrática) y, por lo tanto, sentenciado a 13 años de prisión.

En tanto que, en Polonia, hace tres semanas 14 espías de diversas nacionalidades fueron detenidos por trabajar para Rusia, en el intento de descarrilar un tren cargado con material militar destinado a los mandos de la defensa ucraniana.

Y, en la lejanía del continente africano, en Burkina Faso, se atrapó y encarceló a cuatro funcionarios franceses que espiaban las labores ejercidas por técnicos rusos encargados de construir una planta de energía nuclear. Este episodio envenena aún más, si es que cabe, las agrias relaciones de Paris con sus antiguas colonias en África Occidental frente a la indisimulada penetración de la influencia moscovita iniciada años antes por el grupo irregular militar Wagner.

En octubre, Irán anunció la detención de tres iraníes a ordenes de Israel que planeaban golpear sitios sensibles con drones suicidas desde las montañas afganas.

La crítica a los servicios occidentales por su ineficacia incluyen al CSIS canadiense por el asesinato del líder separatista Hardeep Singh Nijjar, en Surrey, supuestamente digitado por el gobierno de la India y, desde luego, a la famosa agencia espía Mossad, que pese a contar con un presupuesto anual de $us 7 billones y 7.000 agentes, fue incapaz de descubrir el complot de Hamás para asaltar el 7 de octubre pasado territorio israelí provocando la masacre de 1.200 personas. Muy tarde su departamento Metsada, encargado de asesinatos selectivos y de trabajos sucios, busca afanosamente a los cabecillas de Hamás sin éxito alguno.

Si bien los cuadros humanos en el espionaje son insustituibles, China mediante su agencia MSS (Ministerio de Seguridad del Estado) aplica modernas tecnologías sofisticadas que no excluyen la Inteligencia Artificial para fisgonear a compañías americanas en sus últimos adelantos científicos.

En suma, con estos datos, se constata una vez más que la realidad supera a la ficción y, en la literatura alusiva queda chata la imaginación de Ian Fleming, John le Carre, Norman Mailer y Robert Ludlum, sin excluir a mis favoritos: Graham Greene, Joseph Conrad, W. Somerset Maughan y Julián Marías.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia

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Alberto Fujimori en Bolivia

/ 14 de septiembre de 2024 / 22:26

El fallecimiento del expresidente Alberto Fujimori, me trae a la memoria su fugaz visita a La Paz.

Ingeniero agrónomo y rector de una universidad local en Lima, casi anónimo en las elecciones de 1990, derrotó nada menos que al premio Nobel de Literatura y celebridad universal Mario Vargas Llosa (MVLL) orgullo de la peruanidad. Seguí de cerca esos comicios, entre otras razones porque Mario, en Cochabamba, fue condiscípulo mío en el Colegio La Salle, donde también hicimos la primera comunión juntos.

En cambio, a Alberto Fujimori lo conocí en otras circunstancias, en La Paz. La víspera de la transmisión de mando, el 5 de agosto de 1993, el presidente electo Gonzalo Sánchez de Lozada recibió en su residencia privada de Obrajes, individualmente, a varios jefes de Estado, invitados a la ceremonia de su inauguración. Goni, me había encomendado seguir la secuencia de las respectivas conversaciones realizadas a puerta cerrada.

Fujimori, presidente del Perú (1990-2000), de mediana estatura, delgado, musculoso, con inconfundibles rasgos nipones, seriedad glacial y movimientos simiescos de samurái, no correspondió a los abrazos afectuosos con que Goni le dio la bienvenida. Después de gramáticos saludos protocolares, ante la inquietud que Goni le manifestó por los movimientos guerrilleros vigentes en el Perú, Fujimori le replicó seriamente: “El MRTK está acabado” y, haciendo un gesto de golpe de karate, continuó: “Y, le aseguro, señor presidente que, antes de abril, liquidaremos a Sendero Luminoso”. Sorprendentemente, el líder histórico de esa corriente guerrillera, Abimael Guzmán, esposado y vistiendo el clásico pijama rayado de presidiario, fue mostrado al público, en una jaula apropiada, en el plazo anunciado por Fujimori.

Hijo de inmigrantes japoneses, a dos años de su mandato constitucional, el 5 de abril de 1992, protagonizó un autogolpe de Estado, clausurando el Congreso, para instaurar un régimen dictatorial, invocando la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, autocracia que se prolongó hasta el 28 de mayo de 2000. Luego de años de aquel retorno rocambolesco al Perú, desde el Japón, vía Chile, Fujimori fue arrestado, procesado y sentenciado a 25 años de cárcel por corrupción y crímenes contra la Humanidad.

Sin embargo, Fujimori continuó vigente en la política local, a través de su hija Keiko que, en las elecciones del 6 de junio de 2021, perdió, en balotaje, por escasos votos, la silla presidencial, frente al pimpinela Pedro Castillo, hoy preso, criptocomunista apoyado entre otras fuerzas de izquierda por los remanentes de Sendero Luminoso.

Fujimori, aquejado por aquel cáncer incurable, muere dejando un legado de luces y sombras a la Historia.

es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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La primera diplomacia movimientista

Carlos Antonio Carrasco

/ 31 de agosto de 2024 / 07:56

La instauración de un régimen revolucionario en Bolivia en 1952 parecía una provocación en el marco más intenso de la Guerra Fría. Gobernaba en Estados Unidos Harry S. Truman, en tiempos en que el temible senador Joe McCarthy estaba empeñado en la cacería de brujas sin cuartel contra los comunistas aparentes o reales dentro y afuera de su país. El proceso iniciado para la nacionalización de las minas se puso en marcha contrariando presiones internacionales que complotaron para cerrar la posibilidad de venta en el exterior de ese mineral. Todas las grandes medidas anunciadas por el flamante gobierno del MNR podían interpretarse como aspiraciones programáticas vecinas a los planteamientos marxistas en otras latitudes: nacionalizaciones, reforma agraria, voto universal, reforma educativa y otras. En ese entonces rodeaban al país regímenes militaristas o dictatoriales como los que imperaban en Perú con Odría, en Brasil con Getulio Vargas, en Argentina con Perón, en Colombia con Rojas Pinilla, en Chile con Ibáñez del Campo, y más allá atroces tiranías como la de Batista en Cuba, la de Duvalier en Haití, de Somoza en Nicaragua o de Trujillo en Republica Dominicana.

En ese ambiente, en las reuniones de la OEA, por ejemplo, Bolivia era, con la excepción de México, la Guatemala de Árbenz o Costa Rica, una extravagancia, la fea del barrio. Organizar la Cancillería y su proyección diplomática regional para superar la hostilidad subyacente requerían medios y esfuerzos titánicos que con imaginación y patriotismo estuvieron a cargo de Wálter Guevara Arze y su equipo de jóvenes revolucionarios reclutados entre la flor y nata de la juventud del MNR, que con rápidos y eficaces entrenamientos en la Casa Amarilla (Cancillería) se constituyeron en apropiadas herramientas para afrontar el adverso frente externo. El Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, núcleo central, contaba con 66 funcionarios de planta, 20 administrativos y ocho mensajeros. Por allí pasaron embajadores de lujo como Jorge Escobari Cusiqanqui, en la subsecretaría; German Quiroga Galdo y el inefable director de Límites Antonio Mogro Moreno.

Para suavizar la frialdad en Washington se escogió a Víctor Andrade Usquiano, un yungueño que, aparte de su talento y su conocimiento fluido del inglés, poseía singulares rasgos nativos, tocaba la guitarra y era excelso cocinero. Pronto la frialdad gringa se trocó en romance casi tropical, hasta en extremo de la amistosa visita a La Paz de Milton S. Eisenhower, hermano del presidente, quien fue abrazado como “compañero” movimientista. Ante aquel publicitado afecto, los alfiles regionales se acoplaron a ese tono y Víctor Paz Estenssoro fue recibido con alborozo en Chile, en Bogotá, en Quito y en Lima. Y, en su tercera presidencia, John F. Kennedy le dio la bienvenida en la Casa Blanca, durante su visita de Estado, en 1963.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y
miembro de la Academia de
Ciencias de Ultramar de Francia.

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París 2024: la otra cara de la medalla

Carlos Antonio Carrasco

/ 17 de agosto de 2024 / 08:52

Los miles de comentarios y crónicas referentes a las Olimpiadas aparecidos en los medios nacionales y extranjeros, son vagos y repetitivos sobre los hechos marcantes de ese singular evento, casi todos impresionados por la copiosa prestación artística de la función inaugural que en risueña ingenuidad se centran en los cuadros de la alegoría irreverente de la última cena y de la efigie decapitada de la infortunada María Antonieta.

Sin embargo, hay otras facetas poco conocidas que la universal competencia deportiva ha causado como daños colaterales para los vecinos como yo, ribereños de la Torre Eiffel cuyos bellos jardines del Campo de Marte fueron cruelmente rasurados para instalar sobre ellos antros aptos para algunos de los campeonatos. Con ese motivo se cercó la vecindad con odiosas barreras de listones de madera con el propósito de ocultar los planeados espectáculos. Todos esos emprendimientos se hicieron dos meses antes de las Olimpiadas y se desmontarán en el lapso de sesenta días después. En consecuencia, los parroquianos que frecuentábamos las tardes para tomar sol o simplemente para rascarse la rabadilla nos vemos privados de una comodidad sostenida por el pago de nuestros impuestos. No obstante, como consuelo, observamos a los 13 millones de hinchas y de turistas que han invadido Paris y sus alrededores para brincar y gritar loas desde las galerías a los competidores de su preferencia. Mas allá de las encomiables hazañas de esa gallarda juventud, se esconde el propósito de expandir en el planeta el valor estratégico del “soft power” tan eficaz como la capacidad nuclear o el poderío económico. Por esto, no es sorpresa que los tres primeros países alineados en el tablero de posiciones sean precisamente China, Estados Unidos y Francia, porque Rusia fue excluida del certamen por egoístas razones políticas, muy criticables. Acápite especial es el estimulo que brindan a sus atletas algunas naciones participantes, por ejemplo, el gobierno galo premia a sus finalistas con 80.000 euros por la medalla de oro, 40.000 por la plata y 20.000 por el bronce, además de otras recompensas menores. Otros países hacen lo propio. Causa ironía mirar las reacciones de los ganadores pues unos lloran de alegría y los perdedores brotan lágrimas de frustración. En tanto que los millones de espectadores hacen flamear las banderas portátiles de sus respectivas naciones en muestra de apoyo a sus favoritos.

En resumen, las olimpiadas París 2024 aparte de su millonario costo de organización y, a veces, despilfarro (como la aspiración fallida de limpiar las aguas del río Sena que luego de notables esfuerzos siguen contaminadas con materias fecales) sirvió para la irradiación de la grandeza de Francia en el mundo, hoy que despojada de sus más cotizadas colonias, también, últimamente sus guarniciones militares están siendo expulsadas por algunos estados africanos.

París 2024 fue útil, además para pintar el nuevo mosaico geopolítico del planeta en la que mientras Naciones Unidas cuenta con 194 países miembros, las Olimpiadas registran 206 participantes que muestran el resurgimiento de los nacionalismos que bien guiados pueden ser la base de la hermandad universal.

Carlos Antonio Carrasco

es doctor en Ciencias Políticas y miembro
de la Academia de Ciencias de Ultramar
de Francia

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Venezuela y el fraude

Carlos Antonio Carrasco

/ 7 de agosto de 2024 / 09:21

El 28 de julio se celebraron elecciones presidenciales en Venezuela, donde el electorado debía definir entre los dos principales candidatos: Nicolás Maduro, que aspiraba a la reelección por tercera vez, contra el líder opositor Edmundo González Urrutia. Cuando todas las encuestas apuntaban a este último como posible ganador con un amplio margen de ventaja sobre su contendor, el Consejo Nacional Electoral, después de inexplicable demora, en la madrugada, sorpresivamente con solo el 80% de los votos escrutados declaró solemnemente triunfador al presidente Maduro. Con el apoyo de las actas electorales en mano, la oposición demostró la existencia de un grosero fraude, motivo por el cual desconoció la supuesta victoria oficialista. Actitud que fue apoyada por la mayoría de los países latinoamericanos, los Estados Unidos, la Unión Europea y la secretaría de la Organización de Estados Americanos, todos ellos exigiendo la presentación de las actas electorales para concertar una rigurosa auditoría que aclare el diferendo. Entretanto, las calles se llenaron de ciudadanos que protestaban por el robo de sus sufragios altamente esperanzadores. Lamentablemente, la represión policial se tradujo en muertos, heridos y centenas de arrestados.

Lea: OTAN, en búsqueda de enemigos

En verdad, Venezuela no es excepción en la falta de confianza en los administradores electorales, pues ello ocurre en todas partes del mundo, incluso, como se sabe en Estados Unidos.

Con la informatización de los procedimientos, la acción del voto ciudadano es una actividad elementalmente mecánica de fácil organización, en todas sus etapas: control del padrón electoral, registro ciudadano y recojo de datos en las mesas electorales.

Parece haber llegado el momento de confiar esa noble tarea a un ente supranacional, bajo la tuición, por ejemplo, de Naciones Unidas. Sería un organismo eminentemente técnico, compuesto por expertos informáticos altamente calificados, inodoros, incoloros e insípidos, políticamente hablando.

Naturalmente, esta es una primera idea que podría servir de base para un debate más detallado, teniendo en cuenta la adaptación necesaria para la legislación nacional de cada país.

(*) Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia

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OTAN, en búsqueda de enemigos

Carlos Antonio Carrasco

/ 20 de julio de 2024 / 08:40

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebró ruidosamente en Washington del 9 al 11 de julio, el 75 aniversario de su fundación, arropada por representantes de sus 32 países miembros. Esta entidad que poco antes de la intervención militar rusa en Ucrania fue calificada por Emmanuel Macron como victima de “muerte cerebral”, recuperó su razón de ser para justificar su existencia en un contexto distinto a la guerra fría, durante la cual fue creada en 1949. Motivo central de la agenda fue, por supuesto, el compromiso de incrementar la ayuda militar en el frente ucraniano y redoblar esfuerzos para evitar una victoria rusa.

Aparte del lenguaje habitual en el comunicado final que implica a China como contribuyente furtivo a la maquinaria bélica de Moscú, los comensales descubren —además— con alborozo, en la cuenca del Indo-Pacífico, un nuevo objetivo de preocupación, aunque esa zona no se encuentre ni en el Atlántico ni en el Norte. Las próximas elecciones presidenciales americanas estuvieron como fantasma subyacente de las deliberaciones y las decisiones del cónclave. Por ello, se aguardó con marcado interés la conferencia de prensa anunciada por Joe Biden, en la que debía recuperar su imagen derrotada en el debate con Donald Trump. Lejos de ese propósito, aparentemente el evento confirmó los rumores acerca de su salud mental al llamar “presidente Putin” al mandatario ucraniano Volodimir Zelenski.

Sin embargo, a mi modo de ver, no fue un lapsus, sino más bien la revelación de su subconsciente sobre el notable parecido entre Putin y Zelenski, pues ambos prolongan esa guerra absurda para mantenerse en el poder, no obstante que el primero fue ratificado por elecciones y el segundo prorroga su férula más allá del periodo constitucional, sin que a ninguno le preocupe sacrificar —indefinidamente— miles de jóvenes vidas.

El ucraniano, ingenuamente, manifestó su inquietud por la posible victoria de Trump, porque, evidentemente, el magnate tiene una pobre opinión de ese pacto militar donde —por ahora— los intrínsecos intereses norteamericanos no están directamente afectados y, en la coyuntura ruso-ucraniana, desde la Casa Blanca, según él, acabaría la guerra en 24 horas. Entretanto, irónicamente, el 3 y 4 de julio, en Astana (capital de Kazakstán) también se reunieron los 10 países que, apadrinados por Pekín y Moscú, componen la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) que en su ala militar se asemeja a los objetivos de la OTAN, pero haciendo contrapeso en el nuevo esquema geopolítico mundial en el que, por ejemplo, en África, tres naciones (Mali, Níger y Burkina Faso) han reemplazado las misiones militares francesas por similares rusas.

Finalmente, cabe destacar que entre los halcones de guerra allí reunidos buscando afanosamente enemigos, brilló la excepción del primer ministro húngaro Víctor Orban, presidente pro tempore de la Unión Europea, quien acababa de cumplir una gira relámpago por Kiev, Moscú y Pekín, en infructuosa gestión de paz para Ucrania que fue cuando menos solitaria oportunidad para la diplomacia en medio del mortífero estimulo armamentista.

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