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2023: El retorno de los espías

Aquello que era frecuente durante los años calientes de la Guerra Fría, se creía que, en los tiempos que corren, era una modalidad superada en las relaciones internacionales, pero en las últimas semanas coincidentemente se detectaron casos de espionaje en distintas partes del mundo. Quizá el más notable entre ellos sea aquel protagonizado por Manuel Rocha, exembajador de Estados Unidos en Bolivia, quien, nacido en Colombia, se naturalizó estadounidense, estudió en reputadas universidades y se infiltró en el servicio diplomático siguiendo brillante carrera hasta alcanzar el rango elevado de plenipotenciario. Desde entonces y por el termino de 40 años espió para Cuba, hasta ser desenmascarado y apresado el pasado noviembre. Golpe certero de La Habana a los servicios de Inteligencia imperiales que permitió al ilustre topo acceder como miembro al mismísimo Consejo Nacional de Seguridad. Contemporáneamente, en Alemania, se arrestó a dos personas acusadas de proveer a Rusia material sensible referente a la guerra contra Ucrania. Uno de ellos, Carsten Linke (53) trabajaba nada menos que en el BND (servicio federal de Inteligencia alemán) y actuaba en tándem con Arthur E. (32), comerciante independiente que se encargaba de encaminar sus hallazgos hasta el Kremlin. Sonoro sopapo a la eficacia alemana, no visto desde que, en 1974, el canciller Willy Brandt perdiera su cargo porque su inefable secretario Günter Guillaume fuera descubierto como agente de la DDR (Alemania Democrática) y, por lo tanto, sentenciado a 13 años de prisión.

En tanto que, en Polonia, hace tres semanas 14 espías de diversas nacionalidades fueron detenidos por trabajar para Rusia, en el intento de descarrilar un tren cargado con material militar destinado a los mandos de la defensa ucraniana.

Y, en la lejanía del continente africano, en Burkina Faso, se atrapó y encarceló a cuatro funcionarios franceses que espiaban las labores ejercidas por técnicos rusos encargados de construir una planta de energía nuclear. Este episodio envenena aún más, si es que cabe, las agrias relaciones de Paris con sus antiguas colonias en África Occidental frente a la indisimulada penetración de la influencia moscovita iniciada años antes por el grupo irregular militar Wagner.

En octubre, Irán anunció la detención de tres iraníes a ordenes de Israel que planeaban golpear sitios sensibles con drones suicidas desde las montañas afganas.

La crítica a los servicios occidentales por su ineficacia incluyen al CSIS canadiense por el asesinato del líder separatista Hardeep Singh Nijjar, en Surrey, supuestamente digitado por el gobierno de la India y, desde luego, a la famosa agencia espía Mossad, que pese a contar con un presupuesto anual de $us 7 billones y 7.000 agentes, fue incapaz de descubrir el complot de Hamás para asaltar el 7 de octubre pasado territorio israelí provocando la masacre de 1.200 personas. Muy tarde su departamento Metsada, encargado de asesinatos selectivos y de trabajos sucios, busca afanosamente a los cabecillas de Hamás sin éxito alguno.

Si bien los cuadros humanos en el espionaje son insustituibles, China mediante su agencia MSS (Ministerio de Seguridad del Estado) aplica modernas tecnologías sofisticadas que no excluyen la Inteligencia Artificial para fisgonear a compañías americanas en sus últimos adelantos científicos.

En suma, con estos datos, se constata una vez más que la realidad supera a la ficción y, en la literatura alusiva queda chata la imaginación de Ian Fleming, John le Carre, Norman Mailer y Robert Ludlum, sin excluir a mis favoritos: Graham Greene, Joseph Conrad, W. Somerset Maughan y Julián Marías.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia