La selfi del país
Lo dijeron aquí, en La Razón. Lo dijeron en un coro de distintos tonos. Eso sí, un coro de voces femeninas. No hay de qué sorprenderse, ya verá.
Lo dijo Drina Ergueta, columnista de La Razón: para atacar a Evo Morales se recuperó un caso de estupro de 2020, iniciado en el gobierno de Añez, caso cerrado o paralizado que hoy los adversarios masistas y no masistas de Morales le sacan brillo con un objetivo político claro: la anulación del candidato. Al frente, y sin esperar mucho, los evistas respondieron con la acusación de otra joven que apuntó a Luis Arce: lo acusó de abuso de poder para lograr favores sexuales de la joven masista. Detrás de esto, sigue Drina, solo hay hipocresía y vigencia de un sistema patriarcal que insiste en tratar a las mujeres como trofeos. Las fuerzas políticas, concluye, “utilizan a las mujeres para lanzarse porquería unos a otros (…) sobre la dignidad de las supuestas víctimas”.
Lo dijo Lourdes Montero, columnista de La Razón: los bandos masistas disparan, sin límites, las balas políticas que se fabrican con el manoseo de los cuerpos de las mujeres. Se olvidaron, continúa Lourdes, que el proceso que da impulso al MAS nace de una histórica marcha de mujeres cocaleras que en 1995 llegó a La Paz para pedir respeto a la vida. Luis Arce y Evo Morales, dice la columnista, no tienen “ninguna consideración a esa historia del MAS forjada de polleras”. “Están tan ciegos de odio y venganza que ya nada les importa, y siguen arrojándose historias indignas incluso si ello contribuye a ganarles el desprecio de las y los electores”. La reflexión desemboca en un escenario catastrófico para la lucha intramasista. Lourdes percibe que aquí, lejos de discrepancias ideológicas, hay una lucha de egos machistas. Terminarán todos debilitados, predice, adelantando que habrá un pedazo que se arrastrará hasta la tumba política, dejando un peor escenario todavía para el que sobreviva.
Lo dijo Verónica Rocha, columnista de La Razón: el proyecto del Estado Plurinacional que el MAS encabezó estuvo conformado por muchas mujeres. “Fueron años en los que, proceso constituyente mediante, el MAS estuvo a la cabeza del heterogéneo bloque popular que alzaba las banderas del progresismo y la igualdad. Y dentro de ellos, las de la prevalencia de los derechos de las mujeres y poblaciones indígenas.” No quiere decir con esto que el MAS compró la vacuna contra el machismo ni mucho menos. Para Verónica, los jerarcas masistas “han decidido batallar su poder sobre los cuerpos de quienes militaron por ellos”. Rocha anticipa, al igual que Lourdes, que esta violencia política “tendrá el rostro de ellos cuando la destrucción que hacen encima de lo que sus seguidoras forjaron, toque fondo, llevándose todo por delante”.
Esta A puso en su canasta dominical parte de las reflexiones de estas tres columnistas de la casa, publicadas en estas últimas semanas, para poner en evidencia que el quiebre masista ha sido sordo del alma y ciego del corazón cuando ha visto la oportunidad de destruir al que fue su hermano valiéndose, entre otras miserias políticas, de los cuerpos de las mujeres. Es más: la sordera y la ceguera han trasminado el tejido oficialista para corroer todas las fuerzas políticas hoy en juego, dejando un campo público minado de malas intenciones. El delirio se enroscó y fue más allá de los casos que danzan como sombras sin rumbo en los obscuros pasillos judiciales; la espiral de la miseria política terminó envolviendo la vida privada de una periodista, la de una abogada, la de tantas mujeres que están siendo despiadadamente involucradas en la más pobre de las batallas. Bajo este triste espectáculo agoniza el debate nacional, carente de propuestas económicas en tiempos de crisis, carente de visiones de país en tiempos de desencuentros, polarizaciones, odios y bajos instintos.
Mientras tanto, un hombre ingresa en un aula donde estudia quien fue su pareja para apuñalarla una y otra vez hasta arrebatarle la vida delante de todos. Solo quedan los gritos impotentes y el recuerdo de otra sangrienta pesadilla.
Mientras tanto, una mujer ingresa en una cárcel para visitar al padre de su hija y minutos más tarde y durante horas es violada, golpeada, torturada por la bronca de un hombre que quiere arrancarle los ojos y quemarla en pleno centro penitenciario donde comete la más salvaje agresión a metros de otros reclusos, bajo la vigilancia de policías, bajo la responsabilidad de autoridades. Mientras tanto, los precios de nuestros alimentos se sueltan de control. Mientras tanto, vuelven como serpientes las colas en los surtidores de combustible. Mientras tanto, se bloquean los caminos. Mientras tanto, se cierran las esperanzas. Sonrían para la foto.
Claudia Benavente
es doctora en ciencias sociales y stronguista.