Recuperar la memoria
Julieta Paredes Carvajal
El proceso de cambio es lo que está en juego, las esperanzas de dejar a las wawas la posibilidad de una vida digna, sin hambre y humillación, eso está en peligro. La construcción de un Vivir bien con todo y con todos y todas es lo que hoy están pretendiendo hacer retroceder.
Lo demás, no es otra cosa que apelar a todo el miedo y disciplinamiento de más de 5 siglos de dominio colonizador; estamos profundamente colonizados y colonizadas. Los elementos más profundos de este tramado perverso son históricos. Recordemos el horror que manifestaban los invasores españoles en el juicio de Bartolina Sisa, al entender que esta joven mujer aymara se atrevió a levantarse en armas contra el poder colonial. Indias e indios que tuvieron la capacidad de cercar la ciudad de La Paz, y lo que es más importante, tenían propuestas de cómo organizar la vida en nuestros territorios, desde la memoria ancestral.
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Somos los pueblos indígenas originarios quienes mantuvimos las luchas en Bolivia. Algunos sectores tomaron distancia de esa raíz de nuestros ancestros, en lo que se refiere a la organización y objetivos de las luchas, me refiero a los sindicatos, juntas vecinales, asociaciones, etc. Pero todas estas organizaciones en las ciudades siguen siendo indios e indias, porque así nos posicionamos ante la modernidad colonizadora. Aprendemos y entendemos nuestro lugar en el mundo, hoy se trata de recuperar esa consecuencia con el proceso de cambios revolucionarios. Tenemos que recordar que la resistencia a la invasión colonial y las sublevaciones indígenas fueron derrotadas por la traición de indígenas, que por miedo o por interés personal, traicionaron a nuestros pueblos, sus líderes y autoridades.
Decir que hoy existe un “evismo, con jefazos monstruos”, es la cantaleta orquestada por quienes quieren matar el proceso de cambio revolucionario y que hoy no son capaces de entender que el pueblo esta movilizado, porque queremos construir un futuro en nuestro territorio. Apelar al moralismo hipócrita, de un puritanismo medieval, que pretende quemar en la hoguera al indio, por indio, no por supuestamente pedófilo. Una doble moral en las ciudadanas y ciudadanos que da vómito, porque esperaron que el pedófilo del “padre Pica” se muera para admitir el delito contra niños y niñas indígenas y, que yo sepa, hasta la fecha, toda esa mugre se la volvió a meter bajo la alfombra. Pero salen hoy con antorchas a pedir la cabeza del indio. ¡¡No, hoy no van a poder quemar nuestras luchas!!
Claro que debe haber un cariño y reconocimiento al hermano y compañero —y eso no es evismo—. Así somos los indígenas, somos pueblo en las buenas y en las malas, con aciertos y errores, sabemos reconocer a quien trabaja por nuestros pueblos. Tenemos nuestros usos y costumbres para corregir los errores y tenemos nuestras fiestas para celebrar los aciertos. Nadie está diciendo que el gobierno de Evo era una maravilla, es un proceso. Hoy defendemos el espacio, el tiempo y las condiciones para recuperarnos de todo el horror de la colonización que truncaron el camino propio de nuestros pueblos. Quienes viven en las ciudades quieren negar que son también pueblo originario. Niegan que lo que nos hace ser bolivianos, en música, en trabajo, en cultura es la raíz de nuestros pueblos indígenas originarios, que en áreas rurales resiste y persiste, con aciertos y errores. Por eso hoy los bloqueos, porque hay claridad histórica respecto a lo que estamos defendiendo.
(*) Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria