¿Big Data vs. encuestas? Es hora de tomar una decisión
Eduardo Silva
Las elecciones en Estados Unidos han vuelto a poner sobre la mesa una realidad inquietante: las encuestas tradicionales, aun respaldadas por instituciones de renombre, son cada vez menos fiables para anticipar resultados.
Hace apenas un mes (y también más recientes), una decena de las encuestas más respetadas asignaba a Kamala Harris una ventaja mínima sobre Donald Trump en el voto popular, proyectando una carrera reñida en la que Harris podría mantener una ligera ventaja. Sin embargo, el desenlace fue contundente: Trump no solo capturó el voto popular, sino que arrasó en el colegio electoral, contraviniendo los pronósticos y dejando perplejos a muchos analistas.
Por ejemplo, The Economist, YouGov, Ipsos – Reuters, Morning Consult, CNN, CBS, NBC, Fox (que es una cadena poco amigable con Kamala) y el New York Times (que ciertamente está con Harris y que no manipularía una encuesta), e incluso el gurú de las encuestas que rara vez se equivoca, Nate Silver, le daban una victoria a la candidata demócrata, estrecha, pero victoria al fin.
Este giro lleva a preguntarnos si las encuestas, con sus muestras limitadas y métodos tradicionales, pueden realmente captar el complejo sentir de un electorado polarizado y cambiante, o si es hora de adoptar herramientas de análisis más avanzadas y precisas, como el Big Data y la escucha social.
Mientras que las encuestas se basan en muestras selectas y un sinfín de factores que introducen sesgos, el Big Data y la escucha social representan un salto hacia una comprensión más real y dinámica del electorado. En lugar de depender de preguntas y respuestas directas, estas herramientas permiten observar conversaciones y comportamientos espontáneos en tiempo real.
El Big Data, con su capacidad para procesar y analizar millones de datos provenientes de interacciones en redes sociales, foros y medios digitales, búsquedas, entre otros, ofrece una visión clara y sin intermediarios de las opiniones y actitudes del electorado. La escucha social, por su parte, permite detectar sentimientos y tendencias en tiempo real, capturando los cambios emocionales y las preocupaciones que pueden influir en la intención de voto de manera más precisa que cualquier encuesta. Estas metodologías no solo brindan una imagen más completa del electorado, sino que también reducen el sesgo, al analizar a los votantes en su entorno natural, sin las limitaciones de un cuestionario.
Este avance en el análisis de datos plantea una pregunta esencial para el futuro: con las elecciones presidenciales en Bolivia programadas para agosto de 2025, ¿seguirán los candidatos bolivianos apostando por métodos tradicionales o tomarán nota de lo ocurrido en Estados Unidos?
La situación norteamericana ofrece una lección crucial: en un escenario político tan volátil y dividido, las herramientas de análisis deben adaptarse a la complejidad del electorado. El Big Data y la escucha social son capaces de reflejar esa realidad de manera fiel, detectando micro-tendencias, entendiendo las emociones en torno a temas clave, y ajustando los análisis conforme evoluciona la conversación pública.
Si los candidatos bolivianos quieren evitar el mismo error que ocurrió en Estados Unidos, tendrán que considerar seriamente la adopción de estas tecnologías. Seguir confiando únicamente en encuestas podría ser un error costoso, que les impediría captar con precisión el verdadero sentir de la ciudadanía y responder a sus demandas con estrategias efectivas.
Los resultados en Estados Unidos marcan sin duda un punto de inflexión, una señal de que el tiempo de las encuestas tradicionales podría estar agotándose. A medida que el Big Data y la escucha social demuestran su capacidad para prever cambios en la intención de voto, no solo en términos numéricos sino también emocionales, queda claro que estos métodos ofrecen una ventana hacia el futuro de la política.
La capacidad de anticipar cambios en la percepción de los votantes, de entender sus emociones y preocupaciones más profundas, y de captar el pulso social a medida que evoluciona, pone al Big Data y a la escucha social en el centro de la estrategia política moderna. En un mundo donde el comportamiento electoral es cada vez más difícil de predecir, estas herramientas pueden ser el aliado decisivo para candidatos que deseen entender y responder verdaderamente a sus votantes.
La pregunta ahora es si los candidatos bolivianos aprenderán de esta lección o si, una vez más, veremos una elección marcada por pronósticos fallidos y estrategias basadas en una comprensión incompleta del electorado.
*Eduardo Silva es especialista en gestión de la reputación empresarial y COO de WeCom Bolivia.