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Wednesday 11 Dec 2024 | Actualizado a 02:58 AM

El día después

/ 9 de noviembre de 2024 / 06:01

El resultado del sufragio del 5 de noviembre es fruto de las campañas electorales más reñidas de la historia, donde el ciudadano no podía discernir con claridad el programa de gobierno de los candidatos por ser éstos inexistentes. En ambos bandos se impuso el tono agresivo y la multiplicidad de adjetivos para descalificar al adversario fue feroz, destacándose, por ejemplo, evaluar a Trump como peligroso para la supervivencia misma de la democracia, citando para ello opiniones negativas que brindaron varios colaboradores suyos durante su primer mandato (“Quisiera yo contar con generales como los de Hitler”, habría trinado el presidente) .Y, en la acera del frente, su rival se sorprendía que Harris se hubiese ofrecido un día libre durante su campaña. “Faltando tan poco tiempo para las elecciones, es muy curiosa su decisión podría ser que ayer se pasó de tragos o quizá se drogó, en fin, yo no sé”, declaró el republicano.

Anteriormente, Trump después de haber vencido tres intentos de magnicidio, comentó paladinamente estar protegido por la mano de Dios, reprochando el aparente agnosticismo de su contrincante, a la que también atribuyó un bajo coeficiente intelectual.

Notorio perdedor en el único debate frente a frente, se negó firmemente a repetir el ejercicio quedando como su promesa electoral más recurrente el frenar duramente la inmigración ilegal. En cambio, Harris tuvo en su radical posición frente a la libertad de abortar, su tema más apreciado de campaña que cautivó según las encuestas el 58% del voto femenino.

En aquella pelea sin límite, donde todo valía, desde la lotería de un millón de dólares cada día por un voto en Pensilvania ofrecido por el multimillonario trumpista Elon Musk, injerencias extranjeras en las guerrillas cibernéticas libradas en las redes sociales.

Entretanto, la prensa foránea en sus versiones escritas y televisivas durante todo el mes de octubre abría página ocupándose del vaivén de las encuestas que se movían nerviosamente día a día. Igualmente, las cancillerías en todos los continentes seguían de cerca las declaraciones de uno y otro candidato acerca de los problemas de la política externa.

Las conjeturas fluctuaban y los cálculos oportunistas apostando al ganador también. Los visitantes a la Casa Blanca o al Congreso en Washington no faltaban pasar a saludar al republicano que los recibía displicentemente.

El mundo todo estuvo al vilo, consciente de que ese resultado electoral no solamente alteraría el panorama interior de Estados Unidos; la jornada más importante no fue el 5 de noviembre, si no el día después…

Trump, como ganador indiscutible, es garante de la paz mundial por su “real politik” frente a Rusia y China.

*Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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La era de Trump

/ 23 de noviembre de 2024 / 06:00

Aunque su inauguración recién será el 20 de enero de 2025, el 47 presidente Donald Trump ha comenzado a impulsar un violento terremoto tanto dentro de su país como en el resto del planeta. Su arrolladora victoria le ofrece en bandeja de plata un poder omnímodo para dirigir Estados Unidos de 2025 a 2028 sin contrapoder alguno, pues los republicanos controlan el Senado, el Congreso y la mayoría de los nueve jueces de la Corte Suprema de Justicia.

Con ese esquema podrá poner en ejecución no solo todas sus promesas electorales, sino también medidas que se le ocurran en su impredecible mentalidad y su conocido cambiante humor, como revelan las declaraciones de sus cercanos colaboradores que en su primer periodo sufrieron los embates de su carácter hasta ser despedidos y convertirse —ahora— en sus peores enemigos. Por ello, para adelantar prognosis acerca de su fresco periodo electivo, es de vital importancia registrar a quienes figuran ya en su entorno.

En la primera fila brilla el multimillonario Elon Musk (53), a quien Trump, además de agradecerle su copiosa contribución al fondo preelectoral, le debe también su valioso aporte con decisivas iniciativas en el área de la comunicación para seducir a los sectores indecisos y conquistar comunidades enteras como los latinos y los afroamericanos.

Su nombramiento como jefe del proyectado Departamento de Eficiencia Gubernamental pone a sus pies la totalidad de la administración pública cuyos puestos podrá modificar o suprimir. Pero ya, desde hoy en día, sus sugerencias para cargos claves en el gobierno han sido escuchadas por Trump e incluyen a varios empleados de sus empresas y de sus colegas del conglomerado tecnológico de Silicón Valley.

Por cierto, Elon Musk pasa gran parte de su tiempo en la residencia trumpista de Mar-a-lago, convertido casi en un familiar más del presidente. Importante para el ámbito latinoamericano es la designación del senador por Florida Marco Rubio (53) como secretario de Estado, pues su ascendencia cubana influirá sin duda en capitales determinaciones en lo que concierne la relación con países dictatoriales como Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Sus opiniones vertidas entonces como senador hacen presumir que la prioridad en su línea de mira será liquidar el espinoso caso venezolano. En cambio, las tareas pendientes de la política externa como la guerra rusoucrania, el enfrentamiento competitivo con China, la contención nuclear para Irán y el embrollado conflicto de Israel en el Medio Oriente, son carpetas que serán tratadas a alto nivel por el propio Trump, quedando para Rubio el ortodoxo seguimiento.

En este último punto se espera que el presidente electo presione al nefasto Bibi Netanyahu para un alto al fuego que ponga fin al feroz genocidio en Gaza.

Otros anunciados nombramientos despertaron opiniones controvertidas, como la mención de Robert Kennedy Jr. como secretario de Sanidad, dada su publicitada aversión a las vacunas que las considera moneda de corrupción de las grandes usinas farmacéuticas.

Sin duda, que la expulsión masiva de los inmigrantes ilegales que fue el principal tema de la campaña electoral tendrá que reconsiderarse a fondo por el alto costo financiero que implica y las dificultades logísticas que se prevén. Sin embargo, la delicada misión ha sido confiada a Tom Homan, reputado halcón partidario de la tolerancia cero.

Se confía que hasta el 20 de enero próximo se afine el equipo que acompañará a Donald Trump en su intento imperial de forjar su aspiración de llegar a MAGA, o sea, “hacer de América grande otra vez”.

*Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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Chávez: de frente y de perfil

/ 26 de octubre de 2024 / 06:00

El 17 de octubre, en Miami, el Interamerican Institute for Democracy —que dirige nuestro compatriota Carlos Sánchez Berzaín— presentó en solemne acto académico el libro CHÁVEZ DE FRENTE Y DE PERFIL, cuya autora, la exembajadora Virginia Contreras, me pidió que escribiera el prólogo, tarea que acepté complacido por haber tratado con aquel exmandatario venezolano en cuatro diferentes ocasiones en el marco del trajín diplomático. Figura, en verdad, enigmática que Contreras retrata con cercana familiaridad por haber sido primero juez imputador, luego abogada defensora y finalmente su embajadora ante la OEA, en Washington, donde actualmente reside como consultora internacional.

Los sucesivos discursos en el acto aludido me mueven a volver sobre la necesidad de una evaluación más objetiva de aquel personaje que trascendió del dominio de su propio país hacia la región latinoamericana y la cuenca del Caribe, extendiendo la ideología bolivariana y su modalidad autocrática a ciertos países donde su sombra sobrevivió a su temprana muerte. Para ello, complemento indispensable para la autopsia de ese carismático militar es indudablemente su autobiografía MI PRIMERA VIDA escrita en dúplex con el escritor gallego Ignacio Ramonet, cuya traducción al francés contenida en 715 páginas la devoré con fruición por los detalles meticulosos que cuenta Chávez desde su niñez paupérrima, su azaroso paso por la academia militar hasta su incursión activa en la política nacional como golpista fracasado primero (donde conoce a Virginia Contreras) hasta convertirse en el hombre providencial de un singular momento histórico. En cada una de las conversaciones registradas por Ramonet, en la autobiografía, estas van seguidas de pie de página con rigor verificativo. Esta particularidad desmiente algunas percepciones equivocadas de sus detractores acerca de su genuina personalidad, por ejemplo, sobre su formación intelectual o su integridad moral.

Gran error comparar al líder con su heredero Nicolás Maduro, quien, aparte de la tentación totalitaria de su mentor, carece del talento político, la ductilidad estratégica y el cinismo pragmático. En líneas zoológicas, se diría que éste tiene la fortaleza torpe del elefante y aquel la elegante astucia de jaguar. Además, uno disponía del maná petrolero y el otro tiene que batallar contra los embargos y el repudio universal que despierta su gestión.

Por tantas razones, las obras de Contreras y de Ramonet son indispensables para comprender a cabalidad a aquel agente de la historia, llamado Hugo Chávez Frías.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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Discursos presidenciales

/ 12 de octubre de 2024 / 00:03

Tener la paciencia de escuchar a la flamante presidenta de México, la sexagenaria Claudia Sheinbaum en su entronización del 1 de octubre pasado, me inspiró para criticar a sus homólogos en sus oratorias en la reciente Asamblea General de Naciones Unidas. Ninguno como ella para alabar a su predecesor López Obrador, con la fricción parecida a un masaje prostático y luego curiosamente cantar trinos a México de superlativo nacionalismo en aquella judía exguerrillera del M19 colombiano.

En cambio, Bernardo Arévalo heredó de su padre, un expresidente guatemalteco, sus dotes oratorias para clamar mayor cooperación internacional como también lo hizo el panameño José Rafael Mulino, quien fustigó acremente a la dictadura venezolana por sus vómitos migratorios que precipitan a miles de sus desesperados compatriotas a arriesgar sus vidas atravesando la selva del Darién para llegar al sueño americano, provocando una carga financiera y logística que escapa a los límites de su país. Mientras el mandatario chileno Gabriel Boric también criticó al autócrata de Caracas por el fraude electoral, la hondureña Xiomara Castro, que heredó su cargo cual un bien ganancial de su marido, no ahorró elogios para las satrapías imperantes en América Latina. En cuanto estilo retórico, sin superar al colombiano Gustavo Petro, el paraguayo Santiago Peña reveló sus mejores galas. El primero, con su terca posición de solidaridad con el pueblo palestino que sufre en Gaza bajo el fuego genocida, y el segundo, evadiendo ese tema de palpitante actualidad. Quien entretuvo al auditorio por su singular estampa física paralela a su discurso de radical defensa del capitalismo puro y duro, su adhesión al sionismo israelí y su ignorancia del objetivo de Naciones Unidas fue el argentino Javier Milei. También desde la derecha, pero usando su habilidad retórica para justificar su lucha frontal y letal que lleva a cabo su gobierno contra la criminalidad de las pandillas callejeras que antes de su mandato asolaban su pequeña nación, fue el salvadoreño Nayib Bukele.

Triste papel le correspondió al canciller venezolano Yván Gil de representar a su jefe Nicolás Maduro quien, pese a su pregonado coraje, no se arriesgó a llegar a Nueva York por temor a ser arrestado por mandato de la Corte Penal Internacional que le reprocha crímenes contra la humanidad.

Lejos de la región latinoamericana, cuando fue anunciado el primer ministro de Israel, Benjamin Natanyahu, los diplomáticos comenzaron a abandonar la sala, dejándola prácticamente vacía. Imagen viva del repudio universal que provoca la recurrente masacre de palestinos tanto en Gaza como en Transjordania (y ahora en Líbano).

En resumen, todos los recientemente pronunciados discursos presidenciales difícilmente pasaran a la historia como piezas oratorias a conservar.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia

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El Mariscal Tito en Bolivia

/ 28 de septiembre de 2024 / 06:00

En su segunda presidencia, el doctor Victor Paz Estenssoro había adherido a Bolivia con entusiasmo al Movimiento de Países No Alineados (NOAL), originado en la ya histórica Conferencia de Bandung (1955), y en esa tónica invitó al Mariscal Joseph Broz Tito (1892-1980) a visitarlo en la ciudad de Cochabamba. Para preparar su estadía, arribó de Belgrado una misión de avanzada, encabezada por el ministro de la presidencia, señor Zrnobrania (Z) quien ofició de mi contraparte, como Director General de Ceremonial del Estado. Para hospedar a Tito contratamos una bella residencia particular y, al mostrar a Z la alcoba destinada al Mariscal, éste me dijo en confidencia: “Necesitamos una igual para su esposa, porque ellos no comparten dormitorio”. No fue difícil complacer el requerimiento. Lo que sí complicó la distribución habitacional fue la insinuación de acomodar al edecán personal de la primera dama en una pieza contigua. Esos detalles avivaron mi curiosidad de conocer y elaborar mi propia evaluación acerca de tan exigente señora. Apenas la vi, adiviné la fuerza de su carácter: Jovanka Budisavljevik, a sus cuarenta años, era una morena alta, de largos cabellos negros, ojos grandes y soñadores, de líneas corporales redondas, “pulposas” (como dirían los morfólogos franceses). Los pasos firmes y seguros en su caminar, delataban su pasado guerrillero en las montañas balcánicas, donde conoció y acompañó a Tito en su agitada marcha hacia el poder.

En sus días cochabambinos, Tito gran madrugador estaba de pie a las seis de la mañana, recto como un poste, impecablemente vestido con uno de sus seis trajes de mohair, todos del mismo color y tonalidad: verde petróleo. No reía nunca y su aire serio inspiraba respeto. El médico personal de nuestro Palacio, lo revisaba con esmero de pediatra, luego acudía yo, a ponerme a la orden y respondía en alemán sus preguntas puntuales de carácter geográfico o demográfico y, a partir de las siete, Tito tomaba el café matinal con sus colaboradores quienes, cargados de carpetas se le aproximaban con rigor casi religioso.

Al término de la visita de varios días, el canciller Kocha Popovich, famoso guerrillero republicano durante la guerra civil española y partisano después contra la ocupación nazi, condecoró a las autoridades bolivianas, dotándome de sus manos la Orden de la Bandera Roja, máxima presea de esa legendaria Yugoslavia, hoy partida en siete repúblicas independientes.

Tito presidió la federación yugoslava, con mano de hierro, desde 1953 hasta el fallo cardíaco que, a sus 88 años, le provocó la muerte el 4 de mayo de 1980.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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Alberto Fujimori en Bolivia

/ 14 de septiembre de 2024 / 22:26

El fallecimiento del expresidente Alberto Fujimori, me trae a la memoria su fugaz visita a La Paz.

Ingeniero agrónomo y rector de una universidad local en Lima, casi anónimo en las elecciones de 1990, derrotó nada menos que al premio Nobel de Literatura y celebridad universal Mario Vargas Llosa (MVLL) orgullo de la peruanidad. Seguí de cerca esos comicios, entre otras razones porque Mario, en Cochabamba, fue condiscípulo mío en el Colegio La Salle, donde también hicimos la primera comunión juntos.

En cambio, a Alberto Fujimori lo conocí en otras circunstancias, en La Paz. La víspera de la transmisión de mando, el 5 de agosto de 1993, el presidente electo Gonzalo Sánchez de Lozada recibió en su residencia privada de Obrajes, individualmente, a varios jefes de Estado, invitados a la ceremonia de su inauguración. Goni, me había encomendado seguir la secuencia de las respectivas conversaciones realizadas a puerta cerrada.

Fujimori, presidente del Perú (1990-2000), de mediana estatura, delgado, musculoso, con inconfundibles rasgos nipones, seriedad glacial y movimientos simiescos de samurái, no correspondió a los abrazos afectuosos con que Goni le dio la bienvenida. Después de gramáticos saludos protocolares, ante la inquietud que Goni le manifestó por los movimientos guerrilleros vigentes en el Perú, Fujimori le replicó seriamente: “El MRTK está acabado” y, haciendo un gesto de golpe de karate, continuó: “Y, le aseguro, señor presidente que, antes de abril, liquidaremos a Sendero Luminoso”. Sorprendentemente, el líder histórico de esa corriente guerrillera, Abimael Guzmán, esposado y vistiendo el clásico pijama rayado de presidiario, fue mostrado al público, en una jaula apropiada, en el plazo anunciado por Fujimori.

Hijo de inmigrantes japoneses, a dos años de su mandato constitucional, el 5 de abril de 1992, protagonizó un autogolpe de Estado, clausurando el Congreso, para instaurar un régimen dictatorial, invocando la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, autocracia que se prolongó hasta el 28 de mayo de 2000. Luego de años de aquel retorno rocambolesco al Perú, desde el Japón, vía Chile, Fujimori fue arrestado, procesado y sentenciado a 25 años de cárcel por corrupción y crímenes contra la Humanidad.

Sin embargo, Fujimori continuó vigente en la política local, a través de su hija Keiko que, en las elecciones del 6 de junio de 2021, perdió, en balotaje, por escasos votos, la silla presidencial, frente al pimpinela Pedro Castillo, hoy preso, criptocomunista apoyado entre otras fuerzas de izquierda por los remanentes de Sendero Luminoso.

Fujimori, aquejado por aquel cáncer incurable, muere dejando un legado de luces y sombras a la Historia.

es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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