El voto masculino de Trump
Trump duplicó el voto de hombres negros jóvenes, lo que ayudó entre un grupo clave de votantes demócratas
Lourdes Montero
El candidato Republicano Donald Trump ha obtenido una clara victoria en las elecciones para la presidencia de Estados Unidos, consiguiendo su segundo mandato. Superó en 31 el umbral crítico de 270 votos del colegio electoral, además de lograr el control del Senado y mantener su mayoría en la Cámara de Representantes. Frente a esto muchas nos preguntamos ¿Cómo logró Trump ser el primer presidente electo de EEUU, condenado en un juicio penal?
En mayo pasado, un jurado popular declaró a Trump culpable de los 34 delitos que se le imputaban por falsificar registros contables para encubrir el pago de un soborno a la actriz de cine porno Stephanie Cliffords, antes de la campaña para las presidenciales de 2016. Esta es solo una de al menos cuatro causas judiciales que pesan sobre Trump, y que se esperan sean resueltas mientras él ejerce la presidencia.
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Parte de la explicación del contundente triunfo del expresidente lo podemos encontrar en la composición demográfica de sus votantes, en especial de la preferencia masculina por el candidato republicano. Para ello, es útil observar las encuestas a pie de urna, en los que se pregunta a los ciudadanos por quién votaron.
Las encuestas a boca de urna en Estados Unidos nos dicen que un grupo importante en el voto por Trump de estas elecciones es el de los votantes masculinos blancos. Si bien los republicanos han dominado este grupo en los últimos 20 años, en los resultados de estas votaciones se demuestra que Trump obtuvo más apoyo masculino blanco (54%) sorprendiendo un incremento en el votante joven en estados claves para obtener su victoria.
Pero este candidato no solo fue escuchado por los hombres blancos jóvenes; Trump duplicó el voto de hombres negros jóvenes, lo que le ayudó entre un grupo clave de votantes demócratas. Alrededor de 3 de cada 10 hombres negros menores de 45 años optaron por Trump, el doble de lo que obtuvo en 2020. También los votantes hispanos estuvieron más abiertos a Trump, y aproximadamente la mitad de los hombres latinos votaron por él en estas elecciones.
Buscando una explicación más sociológica de estas preferencias electorales, que nos hablan del sentido común de la época (que podría ampliarse al resto del continente), encontramos el análisis del profesor Joshua Sandman, quien entrevistado por BBC Mundo afirmó de manera contundente: “Trump juega con los miedos, la ansiedad y la desesperación de la clase trabajadora”; “su discurso duro encajó bien con la imagen de macho que intenta proyectar y eso le gusta a mucha gente. La clase trabajadora masculina no lo ve como algo negativo, sino positivo”. Esa es la innovación de Trump: a un Partido Republicano, tradicionalmente conservador en lo económico, le aportó los valores, la cultura, la identidad, la familia, la fe y la bandera de “América primero”. Y ese discurso racializado y ultraconservador resonó positivamente en un líder patriarcal que ofrece protección y salvación.
Es allí donde Sandman encuentra la racionalidad del voto por Tramp en estas elecciones: en un contexto donde los demócratas, con Biden en el cargo, no respondieron con suficiente rapidez a la cuestión de la inmigración, ni a la inflación, ni al aumento de las tasas de interés o el precio de la vivienda, la gente pensó que estaría mejor con la administración masculinizada de Trump.
Así, esta mirada patriarcal y machista tiene éxito en momentos de profunda crisis y ansiedad social. Lo mismo que Milei en Argentina. A un candidato así no le iría bien si hubiera una buena economía, empleos bien pagados, si la gente tuviera confianza y seguridad, si no hubiera inflación.
Veamos en Bolivia cómo estas expresiones sociales toman cuerpo.
(*) Lourdes Montero es cientista social