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Saturday 7 Dec 2024 | Actualizado a 15:53 PM

Santos Marka T’ula, Manuela Guarachi y familia

MST fue el representante más importante de los ayllus y comunidades de la región andina del país

Esteban Ticona Alejo

/ 10 de noviembre de 2024 / 07:34

El 13 de noviembre se recordará 85 años de la muerte del líder aymara y quechua del movimiento indígena de los caciques apoderados Santos Marka T’ula (SMT), acaecida en la ciudad de La Paz en 1939. La esposa de Santos, Manuela Guarachi (MG), murió el 17 de agosto de 1968, es decir, hace 56 años.

Desde 1914 hasta su muerte, MST fue el representante más importante de los ayllus y comunidades de la región andina del país, que luchó contra todas las formas de usurpación de tierras de los hacendados. Este movimiento desarrolló, sobre todo, la defensa legal de los ayllus y comunidades, cimentados en las pocas concesiones formulados en documentos coloniales y republicanos. Aunque en determinados momentos, ante la imposibilidad de ser oídos en sus justas demandas, se emanciparon frente a sus opresores.

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Según testimonios de sus hijos, que recogimos hace varios años, SMT y MG tuvieron 4 hijos (Celestina, Gregorio, Andrés y Candelaria). Los hijos de Marka T’ula estaban convencidos que su padre fue eliminado físicamente por los médicos que le atendieron en el hospital, ya que sólo tenía una tos leve. Se preguntaban: “¿cómo reclamar en esa época donde todo estaba contra nosotros y peor hacia los que lideraban pidiendo justicia?” SMT se enterró en el Cementerio General de la ciudad de La Paz, pero es muy difícil obtener el dato sobre su muerte. Hoy, una de las bisnietas de SMT, Ercilia, está afanada en conseguir esa referencia.

Por si fuera poco, su hijo Andrés pretendió seguir los pasos y la lucha de SMT. Lamentablemente, le sorprendió la muerte muy joven. Según sus hijos, Andrés fue golpeado por un grupo de jóvenes, por encargo de algunos patrones contra los que luchó SMT. Arribó de la ciudad de La Paz a Ch’uxña, su comunidad de origen ya en un estado de salud difícil: “vomitando sangre”. Ante este antecedente de amedrentamiento constante de los hacendados a la familia, les quedó a Gregorio, Celestina y Candelaria difundir oralmente la valerosa lucha de sus padres.

Uno de las contingencias más impactantes en la vida de SMT sucedió en 1918, cuando lo arrojaron al río Cajón en los Yungas, de la que sobrevivió con la ayuda de los pueblos amazónicos. ¿Qué pueblos lo salvaron y lo protegieron? Sus enemigos fueron los latifundistas y políticos, que estaban asociados con curas, monjas, militares, policías y muchas autoridades del Estado.

Santos Marka T’ula viajaba a pie por las comunidades andinas aymaras y quechuas explicando a sus hermanos/as por qué se tenía que defender las tierras ancestrales. Uno de sus escribanos, Rosendo Zárate, recuerda que en este peregrinaje invocaba poéticamente: Pasakalli, pasarpayitatawa; q’anasillas, q’anarpayitatawa; jararankhu, jararpayitatawa. La traducción aproximada es: Gusanillo, me dejarás pasar; escarabajo, me desenredarás; lagarto, me desatarás.

Marka T’ula apenas sabía firmar. Pero, ¿por qué quería acceder a la documentación colonial y republicana escrita? Él pedía a sus escribanos como Leandro Condori, Rosendo Zárate y otros que le leyeran la documentación obtenida, lo que les permitía defender mejor sus tierras comunales. Queda claro que no sólo era la lectura textual en castellano, sino una traducción del castellano al aymara. Esta vía le permitió saber de memoria qué documentación tenía en sus manos. Su escribano Condori nos contó que él sabía casi de memoria lo que contenían los documentos que eran favorables a los pueblos indígenas. Y cuando eran arrebatados, Santos lloraba por esa pérdida.

Reitero la labor de la esposa de Santos Marka T’ula, Manuela Guarachi, que no sólo estuvo a cargo de los hijos, sino que también coadyuvó decididamente en la lucha cuando Santos estaba en la cárcel. Incluso viajó y visitó algunas comunidades para informar lo que sucedía, así como la decisión que le había encomendado su esposo para continuar los trámites legales en defensa de las comunidades ancestrales.

¡Honor y gloria a estos insignes defensores del ayllu y la comunidad andina, junto con otros líderes como Francisco Tangara, Faustino Llanque, Feliciano Condori, Dionicio Paxipati, Celedonio Luna, Feliciano Marasa, Santos Cornejo y muchos otros! Santus Marka T’ula, Manuela Guarachi jach’a awki, jach’a tayka sarnaqäwipaxa musparañjamawa, ukhamaraki jan armañatakiwa. Waynanak, tawaqunakawa yatiqapxañapawa uka suma unjtasiwita. ¡¡¡Jallalla Santus Marka T’ula, Manuela Guarachi!!!

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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Convivir bajo amenaza nuclear

Otras aristas que aparecen entre los analistas son, por ejemplo, las oscuras motivaciones que tuvo el presidente Joe Biden al autorizar, casi al final de su mandato, el uso de los Atacms

Carlos Carrasco

/ 7 de diciembre de 2024 / 05:31

El ambiente navideño, que tradicionalmente acarrea paz, tranquilidad y amor en los espíritus, se vio alterado en las tierras europeas por el misil hipersónico Oreshnik disparado por Rusia el 21 de noviembre último a la ciudad de Dnipro, en Ucrania, en represalia a las bombas Atacms lanzadas contra su territorio unos días antes. El estruendo mediático de ese ataque, aderezado con aquel solemne discurso de Vladimir Putin donde explicaba las mortíferas propiedades de esa arma que podía viajar 12.300 km/hora, o sea, que podría alcanzar en escasos 15 minutos el centro de París o de otras capitales europeas, lo que suponía que el país ofendido carecería de posibilidad alguna de replicar inmediatamente. Reveló el mandatario que ninguna instalación de defensa antinuclear estaría en condiciones de interceptar su paso hacia el objetivo deseado. Añadió que, si bien esta vez el Oreshnik no llevaba ojivas nucleares, en caso dado podría cargar hasta seis ojivas, cada una de ellas para impactos diferentes. La comparación con los Atacms deja a esa arma occidental muy por debajo de los atributos del Oreshnik.

Las redes televisivas occidentales no tardaron en organizar debates al respecto, donde expertos militares y científicos de renombre participaban exponiendo sus puntos de vista, las más de las veces coincidiendo con Putin en el feroz potencial del último juguete ruso. Como resultado de esas disquisiciones, la polémica se tornó acerca de la determinación cierta o aparente que tendría Putin en usar el Oreshnik en sus guerras actuales, notablemente en Ucrania o contra alguno de sus aliados. También surgió una interrogante de peso: siendo que en las actuales circunstancias Rusia lleva ventaja en los frentes bélicos y, más aún con el arribo amigable de Trump en la Casa Blanca, ¿qué ganaría Putin con supuestos ataques nucleares a objetivos occidentales?

Otras aristas que aparecen entre los analistas son, por ejemplo, las oscuras motivaciones que tuvo el presidente Joe Biden al autorizar, casi al final de su mandato, el uso de los Atacms para golpear en profundidad territorio ruso, elemento que hasta hoy estaba vedado a los ucranianos. Además, esa luz verde era extensiva a otros países que, como el Reino Unido o Francia, se acoplaron a tal decisión. Ante ello, Putin aseveró que, frente a tal elemento, Rusia consideraría a aquellos países como beligerantes y que, con todo derecho, podría golpear centros militares donde se originen esas agresiones.

Todos esos ingredientes informativos se popularizaron en los medios, provocando una psicosis colectiva que induce a los europeos a elaborar actitudes alternativas en caso de una guerra nuclear que parece cada vez más cerca.

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Pintura de Villalpando en México

Patricia Vargas

/ 6 de diciembre de 2024 / 06:00

Durante la época colonial, los artistas y escritores de la Ciudad de México buscaban mostrar al mundo, especialmente a los españoles, imágenes de la calidad urbana que, según ellos, caracterizó a la época virreinal en México. Tiempos en los que la pintura mexicana fue representada por el artista Cristóbal de Villalpando.

Este pintor estaba convencido de que la Ciudad de México era la capital del Nuevo Mundo, por lo que se la idealizaba como una urbe imperial de grandes dimensiones, donde se concentraba la ciudadanía esencialmente española. Esta pasión por la ciudad lo llevó a afirmar, por escrito, que México era la Nueva Jerusalén.

Su obra La Plaza Central de la Ciudad de México (1695) fue considerada una obra de arte que buscaba representar el Nuevo Mundo según el modelo europeo. Esta pintura retrata la Ciudad de México, hoy Distrito Federal, que en ese entonces ya contaba con 100.000 habitantes.

Lo singular de esta pieza de arte es que, a pesar de su intención de resaltar el progreso y la grandeza de la ciudad, también refleja de manera clara los problemas sociales de aquella época, como la pobreza y la enfermedad que aquejaban a su población. Sin embargo, según el cronista Agustín de Betancourt, la ciudad ya contaba con una catedral comparable a las de Roma.

En esos tiempos, los españoles arrasaron con todo lo que significaba el pasado azteca y sustituyeron esa parte de la ciudad con nuevas edificaciones que no comprendían ni los problemas sísmicos ni las costumbres de los antiguos habitantes de la región.

Lo particular es que la obra de Villalpando, pintada en la gran explanada que hoy es el Zócalo, responde a ideales renacentistas en su planificación urbana, por lo que muestra a los europeos en primer plano, con sus ostentosas vestimentas, mientras los indígenas aparecen sentados en sus lugares. De este modo, la pintura ofrece un retrato de la sociedad de ese entonces en México.

En esos tiempos, la idea del Nuevo Mundo exigía a la ciudadanía local, que iniciara su vida borrando la memoria de su pasado. De ahí que los clérigos soñaban con restablecer la pureza apostólica, en tanto que los europeos aspiraban a revivir la virtud de la antigüedad. Ambos ideales inspiraron la concepción de modelos clásicos de planificación urbana basados en los ideales del Renacimiento.

La obra La Plaza Mayor de México, de Villalpando, fue ejecutada gracias al trabajo de 1.283 personas. Mide tres metros cuadrados y retrata la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el Palacio Virreinal y el mercado de Parián. Actualmente, se encuentra en manos de un coleccionista en Inglaterra.

Es notable que, desde 1554, las edificaciones en la Ciudad de México hayan sido reconocidas por su magnificencia y acabado, según afirman varios escritos. Lo singular es que en España se consideraba que la plaza principal de México era tan grande que no tenía comparación con otras. Esto por sus grandes dimensiones, que podían albergar un coro completo capaz de interpretar música sagrada en lengua indígena, al mejor estilo polifónico de Europa.

Así, la plaza de México fue vista como una utopía del Nuevo Mundo, mientras que la pintura de Villalpando en 1685 recibió numerosos elogios y, en su tiempo, fue comparada con la obra El triunfo de la eucaristía, del pintor flamenco Pedro Pablo Rubens.

Patricia Vargas es arquitecta

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Descartes y nuestro lindo país

Dionisio J. Garzón M.

/ 6 de diciembre de 2024 / 06:00

Primera semana del decimosegundo mes del año, mi columna sale el viernes, es difícil mantener la tradición de escribir sobre temas de la industria minera y sus perspectivas cuando el país se debate en una lucha rimbombante entre los que deben dejar el poder y los que piensan que pueden asumirlo el próximo año; hay temor en las calles, las redes están inundadas de noticias y de noticias falsas sobre lo que acontece y lo menos importante en estos casos es la agenda económica. La gente casi llega a la histeria, los jinetes del apocalipsis cabalgan de nuevo, solo se quiere sobrevivir. No es la primera vez ni la última seguramente en la que el país enfrenta este tipo de crisis al parecer existenciales, en las que se tiene la sensación de caer al despeñadero y en las que en el último instante se logra eludir la tragedia. Así hemos vivido desde la fundación de la república y así parece que seguiremos a futuro. El costo de transiciones criticas como la Revolución del 1952, las crisis militares de los años 70 o la irrupción neoliberal de los años 80 y 90, para citar las principales, ha sido tremendo. Solo así se explica que un país con un potencial en recursos naturales como el nuestro esté plagado de elefantes blancos, proyectos que siempre están empezando de nuevo o aquellos que en su tiempo pudieron ser de enorme interés se paralizaron para empezar de cero con la administración siguiente, pasan los años los proyectos envejecen con sus propiciadores y/o revisionistas y la inexorabilidad del tiempo y de la vida los vuelve caducos. Palabras más, palabras menos, en la crisis del año 2019 y en la transición del 2020, meditaba en la columna de esta manera, tratando de explicar este extraño pero inexorable comportamiento de los conglomerados humanos y citaba dos frases del inmortal filósofo y matemático francés René Descartes: “La enredadera no llega más arriba que los árboles que la sostienen” y  “Hay mayor honra y seguridad en la resistencia que en la fuga…”, en palabras sencillas: siempre hay un antes y un después y la esperanza de cambios positivos no debiera claudicar pese a las condiciones adversas.

Cinco años después, viviendo una crisis similar en vísperas del año electoral que se avecina, pareciera que nuestro país es la excepción a la regla y que el círculo vicioso que vivimos es la característica vivencial que el destino nos deparó a los bolivianos. Hoy con un sector minero sin horizonte (no solo este sector, todos los sectores productivos están en crisis), seguimos aumentando el nivel de gasto y el endeudamiento externo e interno del país; no tenemos un plan económico que nos permita activar el sector productivo ni se vislumbra un cambio substancial en las propuestas de los candidatos en carrera electoral. ¿Quién pagará las facturas en el largo plazo? ¿Cómo se gestiona la incertidumbre? Pareciera que la coyuntura manda, total, algún día volverán las vacas gordas. La pesada burocracia estatal actual no pudo ni podrá encarar la generación de un portafolio importante de proyectos mineros para reemplazar la herencia histórica y aquella del boom de exploraciones de los años 90, está claro que debe acudir al capital privado que vendrá al país si las condiciones cambian y si se acercan a lo que sucede en el vecindario, Argentina, Chile y Perú, que vivieron similares cambios políticos han consolidado políticas pragmáticas y son hoy mucho más competitivos para atraer inversiones y generar nuevos proyectos. Estamos quedando solos y mirándonos el ombligo; es hora de reaccionar y cambiar positivamente; hay muchas alternativas para hacerlo. Descartes lo agradecerá desde el arcano.

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No es caridad

Verónica Ibarnegaray

/ 5 de diciembre de 2024 / 11:30

Nos acercamos al final de otro año más sorteando la escalada de crisis, desastres y récords climáticos con acrobacias de sobrevivencia, mientras los acuerdos para frenar el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y sus impactos galopantes avanzan sin mucho impulso en las negociaciones mundiales. Este 2024 va camino a posicionarse como el año más caluroso registrado, superando a 2023 y el umbral de 1,5 grados centígrados de aumento de la temperatura del planeta. Una nueva alerta roja lanzada semanas atrás por la Organización Meteorológica Mundial.

Lea: El Piraí, más que historia y taquiraris

Estamos conviviendo con paisajes más inflamables y un clima de fuego que favorece la proliferación de incendios voraces, como los que hemos visto este año en gran parte del planeta y especialmente en Bolivia. La sequía extrema y las temperaturas anormalmente altas, agravadas por el fenómeno de El Niño y factores vinculados al uso de la tierra y la deforestación, nos han expuesto al mayor desastre que ha enfrentado el país en términos de escala y afectación, con consecuencias devastadoras para la naturaleza y la sociedad que perdurarán en el tiempo. Las emisiones de carbono de los incendios alcanzaron los niveles más altos registrados para Bolivia, según el Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus, reforzando el ciclo de retroalimentación peligrosa con el cambio climático.

Mientras continúa el balance de los daños, la sociedad demanda respuestas a qué hacer después de los incendios. Las propuestas desde el ámbito de la conservación abogan por estrategias que prioricen la regeneración natural como la vía más efectiva para restaurar los ecosistemas afectados, siempre que se establezcan las condiciones que permitan que la naturaleza siga su curso en la recuperación de la salud del suelo y la biodiversidad. Desde luego, esto se logra con políticas y medidas que garanticen su protección para evitar su conversión a otros usos de la tierra, que sean compatibles con la prevención y respondan a las necesidades y aspiraciones de las comunidades locales y pueblos indígenas, cuya vulnerabilidad se ha profundizado tras la sequía y los incendios forestales, y cuyas voces deben estar al centro de las discusiones.

En un año tan complejo para la economía mundial, los desastres relacionados con el clima y la naturaleza nos recuerdan que no puede haber recuperación económica sin invertir en soluciones que aborden de manera eficaz las causas y consecuencias de los riesgos crecientes. Tras años de negociaciones polarizadas, los países finalmente acordaron un nuevo objetivo colectivo de financiamiento climático en la Conferencia sobre el clima en Bakú (COP29), con el compromiso de canalizar al menos 300.000 millones de dólares al año hacia los países en desarrollo, para apoyar sus esfuerzos frente a la crisis climática. Una meta que para muchos resulta insuficiente, y, aun así, constituye un paso adelante en el camino hacia economías más limpias y sostenibles, que ayuden a proteger a las poblaciones vulnerables de los efectos del cambio climático.

En medio del oleaje de incertidumbres y cantos de sirenas que rodean los mercados de carbono y otros mecanismos financieros basados en la naturaleza, conviene saber navegar el potencial que ofrecen para la conservación de los bosques y la resiliencia de las comunidades. El tiempo es crucial para crear incentivos positivos que ayuden a revertir la ecuación económica que hace que la tierra sea más valiosa deforestada que con bosques en pie.

La financiación climática no es caridad, es una inversión, como señaló Antonio Guterres. Se trata de invertir en nuestro futuro y en un mundo más seguro, sano y próspero para todos.

(*) Verónica Ibarnegaray es directora de proyectos, Fundación Amigos de la Naturaleza

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El bombón Olañeta

/ 5 de diciembre de 2024 / 06:00

Casimiro Olañeta, arquetipo del político criollo que aspiró el aroma político que le benefició en la fase de las luchas independentistas, era parte de la estructura política colonial de la Audiencia de Charcas. Se incorporó al Ejército Realista comandado por su tío, el español Pedro Antonio Olañeta, que defendía la Corona española. Encabezó, por encargo de su tío, una delegación al Río de la Plata para negociar un acuerdo que deje a Pedro Olañeta como jerarca de la Audiencia y aplacar los levantamientos independentistas.

Ante el inminente triunfo del ejército libertario, se autoproclamó anti Corona, se unió al Mariscal Sucre, abrazando las banderas de la Independencia. En 1825 fue parte de la Asamblea que declaró la Independencia. Algunos historiadores coinciden en que fue el autor de la denominación “República de Bolívar” a la naciente república. En 1826 fue miembro de la Asamblea Constituyente que aprobó la primera Constitución Política del Estado.

En 1828 fue parte de la conspiración contra el presidente Antonio José de Sucre y lideró el primer golpe de Estado de nuestra historia al derrocar y desterrar al Mariscal. 

En la segunda Asamblea Constituyente (1831), convocada por Andrés de Santa Cruz, fue uno de los redactores de la Constitución, fue ministro de los presidentes Santa Cruz, Ballivián, Belzu, Velasco y Linares, además de diputado y diplomático.

Olañeta, el político que mutó política e ideológicamente del colonialismo al republicanismo, pasó de glorificar a los libertadores a derrocarlo mediante un golpe de Estado. Ese recorrido le dio la aureola para ser un engranaje de la estructura de poder del republicanismo colonial. Olañeta siempre fue oficialista, sin importar quién esté en el poder.

Manfred Reyes Villa no tiene un recorrido de esa envergadura, pero se asemeja a la habilidad política para estar siempre con el poder; es decir, ser siempre oficialista.

Sus pasos iniciales en los 90 como concejal fue del Movimiento Bolivia Libre, partido que estaba en el gobierno con el MNR; en 1995 postuló como alcalde por ADN; en 1997, ya con partido propio, NFR, fue parte de la coalición de varios partidos que hizo del exdictador reconvertido en demócrata presidente de la República. En las elecciones presidenciales de 2002 tuvo como acompañante a un ícono de la oligarquía masónica cruceña. Por mediación, instrucción y padrinazgo del embajador norteamericano, en 2003 fue parte del gobierno de Sánchez de Lozada.

En las elecciones de 2005 fue electo prefecto; fundó otro partido, Alianza de Unidad Nacional (AUN). Se alineó a la extrema derecha; públicamente apoyó el separatismo cruceño con la célebre frase “Santa Cruz, adelante con su independencia”.

Se autoexilió en Estados Unidos en 2010, volvió en los primeros meses del gobierno de facto y apoyó a la presidenta Añez.

En las elecciones municipales de 2021 fue electo alcalde con otra sigla electoral, Súmate, y se distanció de la extrema derecha cruceña, pero se alineó al gobierno de Arce. El exvocero presidencial Richter, uno de los confidentes del Palacio, denunció que esa adhesión implicó que fue beneficiario directo de la tenebrosa Sala Cuarta del TCP, que le absolvió todas sus sentencias penales y anuló procesos pendientes, habilitándolo electoralmente para las elecciones de 2025.

Manfred no es un híbrido ideológicamente; si bien no tiene la lumbrera para explicitar su matriz, es un político pragmático que encubre su identidad política de derecha inclinado a la extrema con un rostro de gestor público y frases que adornan el sentido común popular: “El país está triste porque la situación es crítica, no hay gasolina, no hay dólares, no hay diésel, una situación muy complicada. Pero vamos a salir adelante, yo tengo el modelo, tengo el programa y tengo la solución para el país”.

Es un eterno candidato para el escenario que se presente; puede ser para alcalde, prefecto/gobernador o presidente; cambia de color y sigla partidaria, como cambia la moda verano-invierno, sin pudor. Su discurso es la enunciación pública del “yo” acomodado a la coyuntura.

Olañeta era la manifestación típica del criollaje político, pragmático; su ética era ser fiel a sí mismo mientras se beneficiaba del poder. En cambio, Manfred es la manifestación de la crisis de la derecha; es un comodín que da oxigenación y apoyo que necesitaba y requiere el poder, por ello deambula siempre en los pasillos del oficialismo.

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