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Friday 24 Jan 2025 | Actualizado a 10:55 AM

Un hincha en la línea de cal

/ 30 de noviembre de 2024 / 06:02

La memorable escena de “El Secreto de sus ojos” (Juan José Campanella, Oscar a la mejor película extranjera 2009) basada en la novela de Eduardo Sacheri (La pregunta de sus ojos, 2003) explica la mentalidad del asesino de una mujer al que persiguen Benjamín (Ricardo Darín) y su ayudante Sandoval (Guillermo Francella). El autor del crimen es hincha de un club de fútbol y en ese contexto nos encontramos con la siguiente brillante conclusión: “¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo —le dice Sandoval, mientras se aproxima—: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín: no puede cambiar de pasión.”

Sandoval es un ayudante de juzgado presa de su afición por el alcohol que consume sin límites en un bar cualquiera de Buenos Aires, debilidad que no le impide desarrollar su lúcida capacidad deductiva y resulta que la pasión de la que habla se llama Racing Club de Avellaneda. De esta manera, Benjamín y Sandoval han detectado la pista perfecta que conducirá a atrapar al escurridizo asesino nada menos que divisándolo en la tribuna del estadio en el que está jugando el equipo de sus amores contra Huracán, esa pasión con la que un hincha de fútbol de pura cepa está dispuesto a ir hasta la tumba.

El asesino es de Racing, pero resulta que el actor que encarna a Sandoval es en la vida real también declarado hincha de la academia de Avellaneda, así como para los cultores de leyendas urbanas lo fue el Gral. Juan Domingo Perón, aunque la historia se encargó de aclarar que en realidad era de Boca, cosa que no impidió que el llamado Cilindro llevara el nombre del caudillo argentino que en su condición de presidente de la nación, fue el principal propulsor del estadio inaugurado el 03 de septiembre de 1950.

El fútbol es pasión en todas partes, pero en Argentina es un rasgo distintivo que se reconoce en sus impresionantes hinchadas que saltan y cantan durante los noventa minutos de cada partido. Se han erigido en una expresión socio cultural que ha llevado a muchos a concluir que no hay mejor público para cualquier espectáculo de muchedumbre en América Latina que el argentino y, en este caso, con el añadido de que la camiseta de la academia de Avellaneda que adoptó los colores de la enseña patria, sirvió de inspiración para que la selección nacional copiara el diseño albiceleste con franjas verticales. 

El recuerdo de la película de Campanella se conecta con la manera en que se comporta en la línea de cal, Diego Simeone, el Cholo, entrenador del Atlético de Madrid desde hace trece años. Grita, gesticula, se lleva las manos a la cabeza, putea al árbitro, festeja los goles como un descosido. Otra coincidencia: resulta que el Cholo Simeone terminó su carrera como futbolista en Racing (2006) e inició su andadura como técnico en el mismo club una semana después de haber colgado los botines.

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Pero si el Cholo es tan sanguíneo a la hora de saltar al Wanda Metropolitano para dirigir los partidos del Atlético de Madrid, Gustavo Costas ha superado en fervor y pulsaciones a todos sus colegas del planeta entero. Se para en la línea de cal, en el rectángulo previsto para uno de los entrenadores en el campo de juego, pero aguanta quieto apenas unos segundos, porque lo suyo es correr, gritar, saltar, taparse la cara cuando uno de los suyos no la emboca y extender los brazos con vista al cielo cuando Juan Fer Quintero, Adrián Maravilla Martínez, Gastón Martirena o Roger Martínez anotan. Costas es un hincha más que contagia a su equipo como una fiera suelta al borde del campo de juego. Vive los partidos como uno más de los racinguistas instalados en las tribunas. Su pasión —bendita pasión dirían los creyentes— emociona, contagia y confirma una autodefinición en que la euforia parece no conocer límites: “Primero soy de Racing, después soy argentino”, es decir la patria es la camiseta antes que la bandera.

Para poder darse la ilimitada licencia de ponerse en escena como el primer hincha del club (mascota, jugador, entrenador del club en distintos tiempos, toda una vida), Gustavo Costas tiene que ser tranquilo, cerebral y medido tal como lo atestiguan jugadores como Maximiliano Salas que cuentan lo distinto que se muestra en las prácticas durante la semana. Lo confirman sus hijos, Gustavo y Federico que forman parte del cuerpo técnico de la academia y subrayan que su padre es un profesional que trabaja la táctica con el rigor y la experiencia que le han dado los años dirigiendo en Paraguay, Ecuador, Colombia, Perú, Chile y Arabia Saudita.

En un video de principios de año, se escucha a Costas junto a su equipo de trabajo decir cómo y con quiénes jugará el equipo. Transcurridos diez meses, Racing jugó como lo había concebido su conductor y así acaba de ganar la Copa Sudamericana. Qué lección esclarecedora: Como el Sandoval de la película de Campanella hay que cultivar la pasión, pero para que esa pasión pueda desembocar en felicidad, pensar primero y hacer las pausas necesarias para las acciones futuras, son condiciones previas e imprescindibles. Pareciera que en Gustavo Costas, corazón y cabeza son una misma cosa.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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Democracias algorítmicas

/ 24 de enero de 2025 / 00:15

Así como ocurre en el resto del mundo, en Bolivia la comunicación política ha cambiado radicalmente desde 2016, cuando las redes sociodigitales se confirmaron como protagonistas en la configuración del debate público nuestro de cada día. Facebook, X (Twitter) y, más recientemente, TikTok se han convertido en escenarios donde se libran verdaderas batallas políticas por la opinión pública. Pero, ¿hasta qué punto estas plataformas -desinformación y polarización mediante- están hackeando nuestras democracias?

Aunque el efecto de lo que ocurre en redes respecto a la política es variable en dependencia con los contextos propios de cada cultura política local, lo cierto es que existe una creciente dependencia de las redes sociodigitales como vehículo de la política y como actores de la misma. Los candidatos ya no solo compiten en plazas y mercados; también lo hacen en algoritmos que deciden qué contenido llega a los votantes. En este escenario, las campañas digitales se convierten en armas poderosas, donde no solo se difunden propuestas, sino que también se persigue moldear emociones y percepciones en tiempo real. Todo esto en la era de la antipolítica emocional.

En sus inicios, las redes sociodigitales nos habían prometido democratizar el acceso a la información y dar voz a los ciudadanos. Sin embargo, esa promesa ha consolidado su fin este pasado lunes, cuando un reducido ecosistema dominado por intereses económicos y políticos ascendió al poder de uno de los países más relevantes del planeta (dicen por ahí que la única minoría peligrosa del planeta son los ricos).

Los llamados tecnoligarcas —los CEO de las redes sociodigitales más relevantes en occidente— han acumulado un poder sin precedentes, capaz de influir en la política global y local. Varios estudios han comprobado que en Bolivia las dinámicas en redes sociodigitales fueron una variable relevante en la movilización de la opinión pública en pasadas elecciones. Y aunque aún resulta muy complejo medir el nivel de influencia en el voto, lo que va quedando claro es el nivel de afectación que están teniendo sobre las democracias.

Campañas de desinformación, hashtags polarizantes y videos virales definen continuamente gran medida de las narrativas políticas y esto se intensifica radicalmente en periodos electorales. Este 2025, nos enfrentamos a un escenario aún más complejo, donde los ciudadanos están expuestos a un flujo constante de información, muchas veces diseñada para manipular emociones y generar reacciones inmediatas. Las redes están acá para confirmar que las campañas negras (la denominada guerra sucia) ahora es predominante en los periodos de propaganda electoral.

Las elecciones de 2025 van a representar un punto de inflexión en este tema para Bolivia. Sabemos, de inicio, que nuestra democracia está muy debilitada, nuestra cohesión social tremendamente herida y los líderes políticos absolutamente atomizados. Es decir: estamos ante un escenario propicio para desinformar, polarizar y manipular.

Visto lo que el mundo entero vio esta semana, está claro que no estamos en condiciones de darnos el lujo de no (pre)ocuparnos del problema que vienen significando las redes sociodigitales cuando buscan hackear nuestras democracias. ¿Estamos dispuestos a ceder el control de nuestras narrativas políticas a los algoritmos diseñados por tecnoligarcas con intereses ya no sólo económicos sino también políticos? ¿Podemos/queremos volver a tener un espacio público libre menos tóxico, vil y más focalizado en el bien común? ¿estamos aún a tiempo?

Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka

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La ciudad como tuna

/ 24 de enero de 2025 / 00:12

Trampeando con la metáfora voy a proponer como fruto/símbolo representativo de nuestra ciudad a la tuna.

Me atrevo a este juego simbólico porque nuestra sociedad urbana alucinó con ese pequeño fruto (de la familia de las cactáceas conocido científicamente como Opuntia ficus-indica) cuando doña Emilia, un niño en amargo llanto, un anciano en pantuflas y un doctor hecho el custodio, se enzarzaron en un tunal de un cerro perdido en los Andes. El encuentro dio pie a una infinidad de exageraciones raciales, mediáticas, políticas, y sensibleras que se remató con el recibimiento del mismísimo presidente constitucional del Estado Plurinacional a doña Emilia. Sin duda alguna, una historia de puro realismo mágico, amplificada codiciosamente por los medios y las RRSS, que culminó con demagógicos regalos y condescendientes elogios a la víctima.  La agenda mediática cambió en un tris con infinidad de comentarios, desde las sabihondas cavilaciones de la ideología woke hasta el lamento boliviano del soberano.  Hasta este enero del año 2025 no sabíamos que la Opuntia ficus-indica, era el fruto más representativo de esta ciudad.

Tenemos, metafóricamente hablando, las siguientes coincidencias con la tuna: Somos un mini fruto urbano, tan pequeño como la tuna, de menos de un millón de habitantes; no somos una gran sandía como la Franja de Gaza.   Somos también, un fruto urbano que cambia de color en breves intervalos de tiempo; las coloridas gestiones municipales van del amor al odio en un santiamén.  Somos una sociedad urbana protegida por una gruesa cascara llena de minúsculas púas (conocidas como kepus), invisibles y etéreas, que joden más que las púas de verdad.  Somos, además, un conjunto social aislado en múltiples burbujas (como las pepas de la Opuntia ficus-indica) que nadan en un líquido viscoso y azucarado; es decir, nuestras relaciones de amor y odio son aparatosamente melosas. Y, por último, nos asemejamos a la tuna porque crecemos en un terreno yermo, tirados de la mano de Dios, sin cuidados materiales ni sentimentales; somos una ciudad silvestre que se alimenta y desarrolla de la nada. 

El escudo de nuestra ciudad lleva, inexplicablemente, hojas de olivo y laurel ¿a quién se le ocurrió semejante desvío iconográfico? ¿dónde se cultivan? Propongo que se reemplacen esas ramas por tunales.

Más allá de las ironías emergentes de esta metáfora, agradezcamos infinitamente que nos asemejamos a la tuna y no a la sandía. Nuestros problemas, incluso los más trágicos y adversos, son silvestres. Los resolvemos con una ingenuidad humana que raya en la bobería y no con auténticos genocidios ni guerras globales como sueñan algunas pepas.

Carlos Villagómez es arquitecto.

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Crisis económica e inicio de clases

Roberto Aguilar Gómez

/ 23 de enero de 2025 / 06:00

El inicio del calendario escolar, que coincide con los primeros meses del año, abre para las familias un calendario de gastos relacionados con la educación de sus hijos. Más allá de los costos de matrícula, que se aplican en las instituciones privadas, se presentan gastos adicionales como la compra de uniformes, útiles escolares, el pago de transporte, tecnología, cuotas y otros. Estos gastos, se pueden clasificar en necesarios, complementarios y prescindibles en función de las posibilidades económicas de las familias.

La categorización de los gastos, constituye una forma de visibilizar las disparidades en el acceso a la educación. Mientras que, para algunos grupos familiares, ubicados en unidades educativas privadas, el pago de pensiones, la adquisición de textos originales de la editorial prescrita o la tecnología constituyen gastos imprescindibles para el desarrollo educativo, para otros, en contextos de mayor vulnerabilidad socioeconómica, lo imprescindible se reduce a un cuaderno nuevo, el texto del hermano mayor o el pago de la cuota a la directiva de padres de familia, por más que ella este prohibida.

Esta clasificación, aunque pueda parecer arbitraria, ilustra cómo una crisis económica, que afecta los precios del transporte y la alimentación por la inflación, impacta también en otros componentes del gasto educativo. El alza de precios reubica progresivamente los materiales educativos en niveles cada vez más difíciles de adquirir, transformándolos de necesarios en complementarios y, finalmente, en prescindibles.

La reclasificación del gasto educativo familiar refleja el empobrecimiento progresivo de la sociedad, consecuencia de la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos. En el ámbito educativo, este empobrecimiento se traduce en la disminución de las posibilidades de acceso y permanencia en el sistema educativo. La dificultad para costear materiales escolares, el transporte o las cuotas puede conducir al abandono escolar y a la deserción. Este fenómeno se agrava en contextos de vulnerabilidad, donde las familias se ven obligadas a priorizar necesidades básicas por encima de la educación.

En el pasado Bolivia enfrentó profundas crisis económicas que han impactado con mayor fuerza en los sectores pobres y han generado el empobrecimiento de los sectores medios. La historia de la educación, de igual manera, tiene registrado que el abandono escolar, el analfabetismo y el deterioro de la calidad educativa son algunas de las consecuencias más visibles de los desajustes en la estabilidad económica.

Es importante recuperar la memoria colectiva para no olvidar que la crisis derivada del neoliberalismo hasta el 2005, nos dejó precarios indicadores educativos, con tasas de analfabetismo por encima del 13%, abandono escolar con cerca del 6,5%, el acceso educativo en primaria con el 97% y en secundaria con el 82%, con un 11% de la población sin ningún nivel educativo.

Después de 14 años de estabilidad económica (2006 – 2019), fueron visibles los cambios en la estructura de indicadores de la educación: analfabetismo del 2.5%, abandono escolar del 1.7% en primaria, 99% de acceso en primaria y 92% en secundaria, con un 4.7% de la población sin ningún nivel educativo.

Nos encontramos nuevamente en el inicio de una crisis económica, con indicadores que sugieren una posible profundización. Factores como la drástica reducción de las Reservas Internacionales Netas, la escasez de dólares en el mercado, la dificultad para cubrir la demanda de combustibles y una creciente tasa de inflación, marcan un panorama preocupante.

La ausencia de políticas económicas adecuadas aumenta el riesgo de que esta crisis impacte con mayor fuerza en los sectores más vulnerables de la población, afectando derechos fundamentales como la educación. Es imprescindible establecer que el derecho a la educación no puede ser factor de ajuste (reducción de presupuesto) y se debe preservar el Artículo 77 de la CPE que garantiza que la educación sea considerada prioridad del Estado.

Roberto Aguilar Gómez es docente investigador de la UMSA y exministro de Educación.

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El modelo incuestionable es uno de señoreaje

/ 22 de enero de 2025 / 06:02

El modelo económico del MAS no puede ser puesto en duda, no por infalible o por su gran perfección. No puede ser cuestionado porque así lo dice el mandatario de turno y el séquito de defensores que afirman que es el mejor camino, jamás elaborado, para orientar el desarrollo del país. Defenderlo es un acto de fe para los seguidores del partido de gobierno. Preguntar si es autosostenible o cuáles son las respuestas que de él nacen frente a la crisis que ahora Bolivia enfrenta, por supuesto que recibirá la respuesta de su infalibilidad. No se puede pedir que se niegue a sí mismo. Por cada objeción que se encuentre, la falla no es del modelo es falla de otros, la madre naturaleza o el mismo Dios. No hay forma que el gobierno y su modelo sean autocriticados.

La evidencia cotidiana muestra que no es un modelo de desarrollo sino uno de despilfarro. No se llegó al auge de las materias primas por causa del modelo, ni Bolivia llegó a acumular 15.123 millones de dólares de reservas internacionales gracias a su magia. Claramente uno de los factores decisivos para ese auge fue el mercado internacional que a partir de 2003 hace que los precios de las materias primas, en general, suban de precio y no sea solo la economía boliviana la beneficiada.

La existencia de reservas probadas de gas, esto es exploradas y certificadas, fueron las que permitieron contar con un producto que dos países vecinos: Argentina y Brasil, por sus propias necesidades estuvieron dispuestos a firmar contratos de compra con Bolivia. Sin duda, ayudó enormemente a estas ventas la construcción del gasoducto a Brasil y el uso del ya existente a Argentina. Nada de esto nació del modelo del largo gobierno del MAS. No se hizo nada sobre la base de ese modelo para aumentar las reservas con mayor exploración.

Modelo que saco ventaja de lo ya existente y se dedicó a cosechar lo que nunca había sembrado. A eso aumentó la deuda internacional y, la más grande, la deuda interna. Acabados los flujos de las dos primeras fuentes solo le queda los créditos que el Banco Central le concede con un gigantesco aumento de la emisión de dinero. Crédito que lleva a la inflación y es lo que sí está sembrando el modelo del despilfarro.

La deuda interna contraída en moneda nacional permite al modelo seguir su derroche, aunque está matando las bases mismas de la sobrevivencia de los ciudadanos de este país que es su poder adquisitivo. Este es un modelo de señoreaje que acontece cuando un gobierno financia su gasto emitiendo dinero en lugar de aumentar la producción con empresas eficientes. Al aumentar la cantidad de dinero en circulación, sin un incremento proporcional en la producción de bienes y servicios, la inflación es inevitable.

Como el modelo del MAS no creó mayor producción para la exportación agotó las reservas internacionales y solo le queda el camino del crédito del Banco Central para seguir la espiral de derroche. La impresión de dinero sin respaldo en la producción conduce a la licuación o liquidación de la deuda en bolivianos. El modelo del señoreaje le permitirá a este gobierno el pago de la deuda contraída con moneda devaluada. Esto es lo que busca el modelo de Arce y esto es incuestionable.

Alberto Bonadona Cossío es analista económico y docente universitario.

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Al rescate de la bolsa madre

/ 22 de enero de 2025 / 06:00

Cuando era niño y me mandaban a la tienda de la esquina a comprar pan, mi abuela siempre me preguntaba ¿Y tu bolsa? De mala gana, iba a la cocina y buscaba la más adecuada dentro de la que todos llamábamos “bolsa madre”, allí donde guardábamos, enrollándolas como bolitas, las bolsas “hijas” que nos daban en el mercado. La verdad, me daba mucha flojera, sobre todo porque igualito me iban a regalar bolsas sin preguntar. Han pasado los años y las ciudades han demostrado lo nociva que era mi forma de pensar en ese entonces.

Apelando a las nuevas generaciones, una singular campaña que combina arte y mensajes ecológicos ha destacado en Santa Cruz de la Sierra. Se enfoca en los principales monumentos de la urbe —como el de José Manuel Baca (Cañoto), Gladys Moreno, el Chiriguano, Jorge Roca, Gumercindo Coronado o el Cristo Redentor— que son testigos mudos de una ciudad que se va inundando de bolsas plásticas. En un video de animación que circula en redes sociales se ve a estas estatuas “luchando” contra un problema de nuestros tiempos: la contaminación. Las mismas figuras son protagonistas de un mural de 134 m2 ubicado en la Manzana 1, en el corazón de la ciudad. En clave de comedia y denuncia, se ofrece a los ciudadanos una reflexión singular desde el arte sobre esta temática.

En tiempos en que la crisis ambiental es inminente, es fundamental buscar nuevas formas de crear conciencia en la población sobre la necesidad de adoptar hábitos más sostenibles. Entre estas estrategias, el arte y la comedia surgen como herramientas poderosas que pueden inspirar cambios significativos, especialmente en lo que respecta al uso desmedido de bolsas plásticas de un solo uso. Según estudios, la vida útil de estas es de 20 a 30 minutos, mientras que su degradación tarda entre 150 y 400 años.

El arte siempre ha tenido un papel crucial en la sociedad desde la plástica, la lírica y lo escénico hasta las actuales instalaciones multimedia y los materiales audiovisuales de redes sociales que invitan a la reflexión. Y en el tema medioambiental, la denuncia de los creadores siempre ha estado presente. Por ejemplo, están las instalaciones del artista visual español Fernando García-Dory, que utiliza materiales reciclados para crear conciencia sobre el desperdicio, en un ejemplo sobre cómo el arte puede servir como espejo para reflejar nuestras acciones y sus consecuencias.

Por otro lado, la comedia, a menudo subestimada, tiene el poder de llegar a audiencias diversas y hacer reaccionar a las personas de una manera que desde otros lugares es imposible. La risa y el buen humor bajan las defensas de quien se siente permanentemente atacado o juzgado por la sociedad.

Con estos dos elementos como base, la campaña denominada “Menos plásticos, más voluntad” ofrece un aire fresco de reflexión, logrando que otras instituciones y empresas se sumen a la iniciativa que lleva adelante la Empresa Municipal de Aseo Urbano Santa Cruz (EMACRUZ), como parte del proyecto Ciudades Circulares, impulsado por la Fundación Suiza para la Cooperación Técnica Swisscontact, que promueve el intercambio de experiencias entre las ciudades de Santa Cruz (Bolivia), Cali (Colombia) y Zúrich (Suiza).

“Si no es necesario, no lo usés”, dice el slogan de esta campaña, emulando la forma de hablar cruceña. Y como la campaña apela a la voluntad de los ciudadanos, por mi parte he decidido volver a darle vida a la “bolsa madre”, esa que se llena con todas las bolsas que me dan en el supermercado o en las tiendas, para que su reutilización sea un hecho. Todavía me da flojera, pero una pequeña acción puede significar un futuro mejor.

Miguel Vargas Saldías es periodista, artista y comunicador social.

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