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Thursday 16 Jan 2025 | Actualizado a 17:48 PM

No es caridad

Verónica Ibarnegaray

/ 5 de diciembre de 2024 / 11:30

Nos acercamos al final de otro año más sorteando la escalada de crisis, desastres y récords climáticos con acrobacias de sobrevivencia, mientras los acuerdos para frenar el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y sus impactos galopantes avanzan sin mucho impulso en las negociaciones mundiales. Este 2024 va camino a posicionarse como el año más caluroso registrado, superando a 2023 y el umbral de 1,5 grados centígrados de aumento de la temperatura del planeta. Una nueva alerta roja lanzada semanas atrás por la Organización Meteorológica Mundial.

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Estamos conviviendo con paisajes más inflamables y un clima de fuego que favorece la proliferación de incendios voraces, como los que hemos visto este año en gran parte del planeta y especialmente en Bolivia. La sequía extrema y las temperaturas anormalmente altas, agravadas por el fenómeno de El Niño y factores vinculados al uso de la tierra y la deforestación, nos han expuesto al mayor desastre que ha enfrentado el país en términos de escala y afectación, con consecuencias devastadoras para la naturaleza y la sociedad que perdurarán en el tiempo. Las emisiones de carbono de los incendios alcanzaron los niveles más altos registrados para Bolivia, según el Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus, reforzando el ciclo de retroalimentación peligrosa con el cambio climático.

Mientras continúa el balance de los daños, la sociedad demanda respuestas a qué hacer después de los incendios. Las propuestas desde el ámbito de la conservación abogan por estrategias que prioricen la regeneración natural como la vía más efectiva para restaurar los ecosistemas afectados, siempre que se establezcan las condiciones que permitan que la naturaleza siga su curso en la recuperación de la salud del suelo y la biodiversidad. Desde luego, esto se logra con políticas y medidas que garanticen su protección para evitar su conversión a otros usos de la tierra, que sean compatibles con la prevención y respondan a las necesidades y aspiraciones de las comunidades locales y pueblos indígenas, cuya vulnerabilidad se ha profundizado tras la sequía y los incendios forestales, y cuyas voces deben estar al centro de las discusiones.

En un año tan complejo para la economía mundial, los desastres relacionados con el clima y la naturaleza nos recuerdan que no puede haber recuperación económica sin invertir en soluciones que aborden de manera eficaz las causas y consecuencias de los riesgos crecientes. Tras años de negociaciones polarizadas, los países finalmente acordaron un nuevo objetivo colectivo de financiamiento climático en la Conferencia sobre el clima en Bakú (COP29), con el compromiso de canalizar al menos 300.000 millones de dólares al año hacia los países en desarrollo, para apoyar sus esfuerzos frente a la crisis climática. Una meta que para muchos resulta insuficiente, y, aun así, constituye un paso adelante en el camino hacia economías más limpias y sostenibles, que ayuden a proteger a las poblaciones vulnerables de los efectos del cambio climático.

En medio del oleaje de incertidumbres y cantos de sirenas que rodean los mercados de carbono y otros mecanismos financieros basados en la naturaleza, conviene saber navegar el potencial que ofrecen para la conservación de los bosques y la resiliencia de las comunidades. El tiempo es crucial para crear incentivos positivos que ayuden a revertir la ecuación económica que hace que la tierra sea más valiosa deforestada que con bosques en pie.

La financiación climática no es caridad, es una inversión, como señaló Antonio Guterres. Se trata de invertir en nuestro futuro y en un mundo más seguro, sano y próspero para todos.

(*) Verónica Ibarnegaray es directora de proyectos, Fundación Amigos de la Naturaleza

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Autodeterminación y soberanía

/ 16 de enero de 2025 / 06:02

La autodeterminación y la soberanía son principios que delimitan y definen las relaciones internacionales de los estados miembros de la ONU, es decir de un Estado y gobierno con los estados y gobiernos.

La autodeterminación es la facultad que tienen los pueblos de elegir su propio gobierno sin injerencia externa.

La manifestación del soberano está definida constitucionalmente en el sistema y forma de gobierno de cada Estado o República, es decir en la elección de las autoridades, en la conformación de los poderes públicos. La autodeterminación y la soberanía no está condicionada a ser validada por otro Estado u organismo internacional como legítima, el pueblo que es el depositario de la soberanía no tiene la condición de esclavitud para pedir autorización a su manifestación soberana.

La autodeterminación y la soberanía son conquistas de las luchas de los pueblos, no son derechos adquiridos, por ello mismo son requisitos de existencia de los estados independientes, que no se agota en la enunciación constitucional, sino en el ejercicio pleno.

El valor de la autodeterminación y la soberanía no reside en el principio de no injerencia, sino en el sentido de tutela y propiedad que tienen algunos estados que son el centro hegemónico del sistema imperial, estos estados —americanos y europeos— consideran sus áreas de influencia y seguridad interna a los estados de la periferia, entre los que están Centro América y América del Sur.

EEUU post Segunda Guerra Mundial se arrogó el derecho de intervenir estados e imponer gobiernos con la impunidad que otorgaba su rol hegemónico en el Consejo de Seguridad de la ONU, de la OEA, el control y despliegue militar de la OTAN, tener centenas de bases militares en varios países de los cinco continentes, ser los rectores del FMI, el BM y del Wall Street.

No fueron los que derrotaron al nazismo ni al fascismo europeo, por el contrario, importaron a nuestro continente para imponerlo en la segunda mitad del siglo XX a través de los golpes de Estado organizados por el Departamento de Estado, impusieron gobiernos militares con característica de regímenes fascistas y nazistas.

Ninguno de los gobiernos militares de facto fue hostigado o bloqueado, por el contrario, fueron reconocidos de forma inmediata y avalados en los organismos internacionales como la ONU y la OEA con el padrinazgo imperial.

Fueron décadas de violación sistemática de la autodeterminación y de la soberanía con la complicidad subordinada de las élites militares, políticas, económicas e incluso religiosas de la región.

La derrota a la dictadura militar, la conquista e institucionalización de la democracia como forma de gobierno implicó recuperar la autodeterminación y la soberanía, pero no implicó impedir la injerencia imperial, por el contrario, fueron los tiempos de las “democracias controladas” con las élites multipartidarias subordinadas incondicionalmente al tutelaje del norte.

La ruptura temporal con el tutelaje en la región se inauguró con la oleada continental a finales del siglo pasado con el movimiento y gobierno liderado por Hugo Chávez y los gobiernos antiimperialistas, de izquierda y progresistas de la región de Centro y Sud América.

Los golpes de Estado parlamentarios, judiciales, militares y el no reconocimiento a gobiernos electos democráticamente son el instrumento que utiliza el patrón del norte para acorralar a la oleada continental.

EEUU con la coreografía de la UE y los gobiernos de la región en un acto propia de soberbia de la extrema derecha desconocen la autodeterminación y soberanía del pueblo bolivariano de Venezuela, se arrogan el papel de tutelaje de la soberanía al querer revisar las actas electorales y sin ruborizarse toman juramento a presidentes de Walt Disney —Guaidó y González— reconocen a Mickey Mouse, Tom y Jerry como sus embajadores, los reciben en sus palacios de gobierno sin mayor argumento que la utilización de frases y adjetivos.

La autodeterminación y la soberanía tiene valor en el ejercicio pleno estatal, gubernamental y social, la diferencia está en la cualidad política e ideológica de subordinación o liberación de las autoridades y del pueblo.

Tener derechos enunciados no te otorga el cumplimiento de los derechos, ejercerlos es siempre afrenta al poder, ese es el momento de quiebre, sintetiza la sensación termina del tiempo político, de los actores y de las implicancias para la vida de los hombres y mujeres que habitamos un país.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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‘Marcha por la pedofilia’

/ 16 de enero de 2025 / 06:00

Esta semana se inició con la llegada a la sede de gobierno, La Paz, de miles de seguidores del expresidente Evo Morales y que derivó en enfrentamientos con la policía, gasificaciones y detenciones. Fue llamada “la marcha por la vida” por quienes recorrieron los 85 kilómetros desde la localidad de Patacamaya y “marcha en defensa de la pedofilia” por el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo. En realidad, ¿a quién, de ambas partes, les importa los abusos sexuales a menores de edad? ¡Ja!

Es evidente que se trata de una movilización política para hacer posible la candidatura de Morales en las elecciones generales de 2025 o, al menos, que se deje de lado lo que llaman “persecución judicial” contra él por un, supuesto, caso de trata cometido contra una adolescente con la que él habría tenido relaciones cuando era presidente y, luego, cuando renunció forzado y se fue del país a Argentina, a donde ella le habría acompañado. Fruto de esa relación habría nacido una niña.

Lo cierto, también, es que lo más probable es que este proceso judicial no tendría sentido y quedaría en el olvido si él no insistiera en ser candidato, al margen de lo que digan las leyes; aunque, éstas son muy permisivas, como la Ley 603 que permite el matrimonio o unión libre a los 16 años. Allí ya no hay delito, si la menor de edad quiere, los padres lo permiten y se celebra un matrimonio o se registra la unión libre ante oficial de Registro Cívico ¿Qué edad tenía la supuesta pareja conviviente de Evo? Se entiende que ella quería y sus progenitores, encantados, pese a los 60 años de él ¿Ella 15 o 16? Legal o ilegal, el asco por la diferencia de edad y el poder ejercido es el mismo.

A principios de año, la Fiscalía informó sobre los casos de violencia registrados en 2024, habiendo 2.696 violaciones sexuales a niño, niña o adolescente (93 menos que el año anterior) y 1.864 casos de estupro (con un incremento de 55 víctimas). En suma 4.560 personas menores violentadas sexualmente sobre las que poco o nada se hace, por las que nadie marcha y por las que no se aplican políticas serias.

En junio de 2024, la Defensoría del Pueblo informaba que en los últimos diez años se tenían registrados 4.804 matrimonios en los que las mujeres eran adolescentes de entre 16 y 17 años, que estarían permitidos por la Ley 603; mientras que había otros 487 casos de niñas entre 12 y 15 años, lo que sí constituyen un delito ¿De qué edad eran los maridos? De ello no habla esta cuestionable ley, habría que establecer un máximo de 5 años de diferencia, por ejemplo. Porque con más años hay una relación desigual de madurez y experiencia que deriva necesariamente en situaciones de abuso, señores, por eso.

Pero el dato más real de la situación la da el Ministerio de Salud y Deportes: de 2015 a septiembre del 2023 se registraron 458.246 embarazos en niñas y adolescentes ¡Medio millón! en un país de 12 millones ¿Cuántos fueron producto de violaciones y estupro? Por las edades, una buena parte.

Basta ¿no? ¡Basta de utilizar políticamente las situaciones de abuso y violencia! En este caso contra menores de edad. Si de verdad quieren hacer algo, modifiquen la ley 603, persigan y sancionen seriamente a los violadores, trabajen en cambiar estructuras mentales sociales que ven con normalidad que una niña o adolescente trastoque su vida con un embarazo o un marido que condiciona el resto de su existencia.

Es tan bajo quien protege o disculpa a quien ha cometido un delito como quien usa ese hecho en su provecho, al margen de la víctima.

Drina Ergueta es periodista y antropóloga.

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La estabilidad exige pacto público-privado

/ 15 de enero de 2025 / 06:05

Las empresas son duramente golpeadas por una crisis casi ineludible. La demanda interna se desacelera, y con ella, las ventas privadas. La inflación tiene como origen la elevación de los costos de importación —a causa de la escasez de dólares— dado que las empresas trasladan este incremento a los consumidores. Otras empresas se han visto obligadas a resignar menores ganancias o incluso sufrir pérdidas. La cadena logística para el aprovisionamiento de bienes y suministros se ha vuelto toda una vía crucis. La escasez de combustibles amenaza con la continuidad normal de los ciclos productivos. Los costos de los materiales de construcción están por las nubes. Algunas empresas ya se sienten al borde de la quiebra, otras optaron por reducir sus costos de manera extrema, se endeudaron o cambiaron de rubro, para no cerrar.

Pero, las realidades empresariales no son todas iguales. Mientras una gran mayoría afronta los embates de los desajustes macroeconómicos con valentía, un reducido grupo de empresarios, principalmente exportadores, hoy viven lo que podría considerarse un periodo de mini bonanza. Se benefician ampliamente de las subvenciones estatales, de la suba del dólar paralelo que ha elevado sus ingresos contables en un 90% y de las recientes deducciones impositivas concedidas por el gobierno.

El gobierno, por su parte, denuncia una guerra especulativa motivada por un trasfondo político que buscaría sabotear su gestión. El año comienza con más desconfianza y fricciones entre ambos sectores. Lo cierto es que el gobierno ha perdido su capacidad de estabilizar la economía por cuenta propia y ha cedido este rol tan importante al mercado.

Desafortunadamente, el mercado no funciona eficientemente. Hoy, las leyes de oferta y demanda invitan a especular, porque los incentivos individuales no están alineados con los colectivos. Hay incentivos al acaparamiento y desvío de bienes, lo que genera desabastecimiento y escasez de alimentos y dólares.

Ello no quiere decir que todas las empresas sean especuladoras. Por el contrario, son pocas empresas, pero con un poder económico asombroso. Estos empresarios deben ser conscientes que sus acciones están dañando a sus similares. Además, está claro que más inflación afectará tarde o temprano a la competitividad del país, porque si la producción nacional se encarece será más difícil luego exportar. Una inflación más alta detonará también incrementos salariales cada vez más altos, afectando a sus propios flujos de cajas.

Pero no todo está perdido, hay señales de entendimiento. Los representantes privados han mostrado ser mucho más pragmáticos —y no dejarse llevar por ideologías— porque han asistido a las convocatorias del gobierno a pesar de las críticas de sus afiliados. También se debe ponderar la voluntad del poder ejecutivo a reunirse, aunque más que un deseo aparente, parece ser un recurso de extrema necesidad, que lo ha llevado a ceder parte de la definición de la política económica y con quienes prácticamente ha coadministrado el país en los últimos meses.

En 2024, hubo varios intentos de diálogo y coordinación entre ambos estamentos, pero el problema es que estos acuerdos han sido poco efectivos en la práctica porque no se han dado cumplimento a los compromisos asumidos. El sector privado acordó importar de forma directa combustible, pero por el momento son pocas las empresas que tramitan su autorización, aunque la cifra va en aumento. También se dotó de una ventanilla única para facilitar las exportaciones y se prometió agilizar la devolución de los CEDEIM, a las cuales no se han acogido. También se ha liberado del pago del IVA y GA para la instalación de plantas de biodiésel, pero sin repercusión ninguna. El sector público también ha fallado. Se comprometió a gestionar nuevos financiamientos externos, que aún no lo ha hecho. También aseguró elaborar un nuevo proyecto de ley de hidrocarburos que todavía se desconoce. El gabinete de turismo no avanzó en 2024 y el lanzamiento del plan de turismo para el bicentenario se hizo esperar hasta el 12 de enero. Si bien se escogió una fecha conmemorativa, como es el Día Nacional del Turismo, ¿acaso no había la urgencia de hacerlo más antes?

Para superar esta difícil coyuntura, es fundamental que se reestablezcan las relaciones entre ambos sectores. Las empresas privadas tienen que contribuir a la estabilidad de precios en lugar de alentar la especulación. Aquí un listado de roles fundamentales a desempeñar por los privados: 1) eficiencia productiva; 2) contribución al Estado; 3) sustitución de importaciones; 4) responsabilidad social; 5) respeto al medio ambiente; 6) industrialización; y 7) innovación tecnológica. El gobierno por su parte debe dejar de enfrentarse con el sector privado y escuchar más las necesidades que afrontan. Del restablecimiento de las relaciones entre el sector público y privado dependerá la estabilidad económica de 2025.

Omar Rilver Velasco es habitante del Kollasuyo, Yatiri económico y promotor del Vivir Bien.

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San Pedro, los techos y los puchos

/ 15 de enero de 2025 / 06:03

Decían antes que un escritor verdadero no era tal si no pasaba una temporada en la cárcel. Dicen ahora que la prisión es un buen sitio para escribir. El tarijeño Ramiro Antelo León cayó en “cana” sin querer queriendo, tiempo que le sirvió, entre otras cosas, para escribir el mejor libro sobre una cárcel boliviana que he leído nunca. Es “La balada de San Pedro” (editorial “Los socios del naufragio”, Oruro). Es una crónica que te cogetea; es un diario asfixiante de esa ciudad sin horizontes ni crepúsculos.

Los paceños/paceñas no miramos la cárcel del barrio de San Pedro. Pasamos por delante de esta “Babilonia de adobe y acero”. Nos sentamos a comer los maravillosos helados “Splendid” de la esquina de la plaza. Pero apenas fijamos la mirada en los muros. A lo sumo vemos las colas que se forman los jueves y domingos, días de visita. Hacemos como si San Pedro no existiese. Es un sentimiento de culpa/temor. Es nuestro lado oscuro.

Ramiro Antelo León nos mira desde adentro. Nos coloca delante de la ciudad prohibida, rodeada de una muralla de adobes invisibles. Es San Pedro y el vaivén del candado amarillo de la puerta de salida. Ramiro es un “preso nuevo”. A medida que la narración salvaje avanza, dejará de serlo. Pasea por las secciones/barrios: Guanay, Cancha, Muralla, Grúa, Posta, Pinos, Álamos, San Martín, Palmar, Primero de Mayo, “Chonchocorito”. Y el lector, con él.

“La balada de San Pedro” es un gran viaje por la geografía cautiva, por la teología carcelaria, por los barrios y clases sociales de la mazmorra. “No hay preso que no lea la Biblia; los maleantes son unos beatos de primera”. Ramiro confiesa -ante la multiplicación de callejones sin salida- que no llegará a conocer toda esa geografía a pesar de los años. Confiesa que los presos sienten estar en un zoológico cuando las visitas traen plátanos y cigarrillos. “Las visitas se esperan tanto y se soportan tan poco”. Confiesa que las peleas a muerte llegan en la noche en “población” cuando llueve y nadie mira.

Subimos a los tejados, acudimos a los llamados de lista, soportamos audiencias judiciales infinitas, fumamos pucho tras pucho, “globito” tras “globito” para mirar de frente a los cielos. “La luz y el humo son servicios básicos en San Pedro”. Sentimos el olor a preso impregnado en ropa que no tiene color. Vemos como el tiempo se detiene, como el pasado y el futuro se desordenan. Como las tardes se hacen lentas. Caminamos los patios/conventillos, como viejas calles de Damasco. “En San Pedro se camina mucho”. Nos cocinamos arroz tras arroz. Nos dormimos vestidos gracias a un “lorito” (pastilla de Lorazepam). “Dormir es la única forma de libertad”, escribe Ramiro. “Por eso al preso no se lo molesta cuando duerme”. Nos sentimos solos pues la soledad es la verdadera cárcel. Festejamos las fiestas. Y los días sin nombre ni número “donde el tiempo no debe ser contado porque se estira molesto”.

“La balada de San Pedro” es una gran crónica de personajes en la ciudad de los adobes, en “la máquina de moler alegría”. El viejo preso que vende pan y nadie conoce su voz. Los policías, quince para 1.500 presos. Los “treintones” (condenados a 30 años sin derecho a indulto). Tomás Colque, el único jovial entre ellos. Los “estufas” (presos por estafa, los que no gozan de respeto y son humillados). Don Robertito, uno de ellos. Es el que vende artículos financieros a profesores universitarios.

Los “Milosevich” (condenados por narcotráfico, por la ley 1008). Los maleantes comunes, condenados a ser “taxis” (mensajeros por calles y techos) dentro de este hogar de muros altos. Los “violines” o “violetas”, los condenados por violación (y su fatal destino de palizas y muerte).

Los curas (el negro panameño, entre ellos). Y las monjas de visita. “El domingo en la tarde es aterrador”. Los “Payasitos”, una pareja de hermanos que trabajaban en un elenco de teatro costumbrista. “El Siles”, el Jaime Rivera, el “Chino” Suárez, el “Lobo”, preso insondable, el “Fantasma”. El fugado “Conde” Baltasar. El “Nabo” y el “Muleta”, dos franceses en “Chonchorito”, los dos “Milosevich”. El “Muleta” retrata alaridos silenciosos que un “pintor famoso y exquisito de la ciudad de La Paz” compraba a un precio irrisorio. Prohibido cantar nombres.

La emotiva salida de Sandro (que reparte todo pues trae mala suerte sacar algo de San Pedro) y la muerte fatal del querido Robertito Luis en la Grulla a manos de un “violeta hijo de puta” tocan el corazón. El “preso nuevo” está a punto de salir tras largos años. Mejor salgamos con él de este libro preso entre techos y puchos para mirar el horizonte y el crespúsculo otra vez.

Ricardo Bajo H. publicaba artículos de Ramiro León Antelo en Fondo Negro.

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Coalición preelectoral

/ 15 de enero de 2025 / 06:00

La lista es larga. Allí aparecen viejos conocidos, algunos aliados de antes y otros enemigos políticos de antes. En la fotografía se muestran Amparo Ballivián, Efraín Suárez (en otras palabras, Luis Fernando Camacho), el expresidente Jorge Quiroga (2001-2002), Samuel Doria Medina, el también expresidente Carlos Mesa (2003-2005) y Vicente Cuéllar.

Acaban de juntarse otra vez para incorporar en sus filas a Ballivián y Cuéllar, en un intento por conformar un bloque opositor capaz de frenar —como dicen— al Movimiento Al Socialismo (MAS), partido que no logra recomponerse de su grave división interna a raíz de disputas políticas.

¿Quiénes son los que buscan constituirse en una alternativa al MAS?

Ballivián apareció hace meses en la arena política como precandidata presidencial. Su pasado está ligado a Quiroga y Hugo Banzer, de Acción Democrática Nacionalista (ADN), en cuyo gobierno fue la jefa de la Aduana Nacional y viceministra. Se trata de la única mujer con intenciones de ser candidata presidencial y la última en ser llamada.

Cuéllar, que cobró notoriedad política en la coordinación del extinto Comité Interinstitucional por el Censo de Santa Cruz que propició un paro fallido de 36 días en 2022, también fue incluido a última hora. Rector de la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz, acaba de romper su palabra: Nada “con los políticos tradicionales que ya perdieron la confianza del pueblo”.

Precisamente, al fundar su agrupación Cambio25, su primera alianza fue con Juan del Granado, del izquierdista Movimiento Sin Miedo (MSM), dos veces alcalde de La Paz, otrora diputado nacional, en 2014 candidato presidencial y reconocido abogado cuyo oficio permitió la histórica sentencia contra el dictador Luis García Meza.

A pesar de haber denostado a “políticos tradicionales”, Cuéllar se unió a ellos, en una franca contradicción con su discurso político inaugural.

Allí se encuentra Quiroga, subsecretario de Inversión Público en el gobierno de Jaime Paz Zamora, del Acuerdo Patriótico, entre ADN y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR). De cuando el MIR “cruzó ríos de sangre” al aliarse con el partido del dictador Banzer (1071-1978) que persiguió a la dirigencia mirista.

Quiroga, pieza clave en el derrocamiento de Evo Morales en 2019, fue presidente por sucesión (dimitió Banzer por enfermedad) entre 2001 y 2002. Fue candidato presidencial en 2005 y 2014.

Ministro de Planificación en el gobierno de Paz Zamora, Doria Medina debe ser uno de los políticos que más porfió por la Presidencia. Sin éxito alguno, fue candidato en 2005, 2009 y 2014, y en 2020 fue candidato a la Vicepresidencia junto a la entonces presidenta Jeanine Áñez. Ambos abandonaron la carrera electoral y sepultaron las alianzas Juntos y Soberanía y Libertad (Sol.Bo), y los partidos Unidad Nacional (UN) y Demócratas.

Mesa fue también presidente por sucesión luego de que Gonzalo Sánchez de Lozada renunciara el 17 de octubre de 2003. Candidato presidencial en 2019 y 2020, estará realizado con la conformación de ese bloque de oposición; es que hizo saber que no será candidato si es que logra ese propósito.

Finalmente, acusado por el golpe de 2019, Camacho aparece como una opción remota. Cumple detención preventiva en Chonchocoro.

En el mismo lado está Manfred Reyes Villa, que, sabiendo de su fuerza, desahució alianzas con ese bloque y se encuentra en plena carrera electoral.

Sin él, hay una coalición preelectoral. ¿Será sostenible? Quizás la ventaja que le otorga el MAS, con un Luis Arce en duda y un Evo Morales inhabilitado, es su esperanza. Sin embargo, un acuerdo frágil no es carta de garantía electoral.

Rubén Atahuichi es periodista.

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