Convivir bajo amenaza nuclear
Otras aristas que aparecen entre los analistas son, por ejemplo, las oscuras motivaciones que tuvo el presidente Joe Biden al autorizar, casi al final de su mandato, el uso de los Atacms
Carlos Carrasco
El ambiente navideño, que tradicionalmente acarrea paz, tranquilidad y amor en los espíritus, se vio alterado en las tierras europeas por el misil hipersónico Oreshnik disparado por Rusia el 21 de noviembre último a la ciudad de Dnipro, en Ucrania, en represalia a las bombas Atacms lanzadas contra su territorio unos días antes. El estruendo mediático de ese ataque, aderezado con aquel solemne discurso de Vladimir Putin donde explicaba las mortíferas propiedades de esa arma que podía viajar 12.300 km/hora, o sea, que podría alcanzar en escasos 15 minutos el centro de París o de otras capitales europeas, lo que suponía que el país ofendido carecería de posibilidad alguna de replicar inmediatamente. Reveló el mandatario que ninguna instalación de defensa antinuclear estaría en condiciones de interceptar su paso hacia el objetivo deseado. Añadió que, si bien esta vez el Oreshnik no llevaba ojivas nucleares, en caso dado podría cargar hasta seis ojivas, cada una de ellas para impactos diferentes. La comparación con los Atacms deja a esa arma occidental muy por debajo de los atributos del Oreshnik.
Las redes televisivas occidentales no tardaron en organizar debates al respecto, donde expertos militares y científicos de renombre participaban exponiendo sus puntos de vista, las más de las veces coincidiendo con Putin en el feroz potencial del último juguete ruso. Como resultado de esas disquisiciones, la polémica se tornó acerca de la determinación cierta o aparente que tendría Putin en usar el Oreshnik en sus guerras actuales, notablemente en Ucrania o contra alguno de sus aliados. También surgió una interrogante de peso: siendo que en las actuales circunstancias Rusia lleva ventaja en los frentes bélicos y, más aún con el arribo amigable de Trump en la Casa Blanca, ¿qué ganaría Putin con supuestos ataques nucleares a objetivos occidentales?
Otras aristas que aparecen entre los analistas son, por ejemplo, las oscuras motivaciones que tuvo el presidente Joe Biden al autorizar, casi al final de su mandato, el uso de los Atacms para golpear en profundidad territorio ruso, elemento que hasta hoy estaba vedado a los ucranianos. Además, esa luz verde era extensiva a otros países que, como el Reino Unido o Francia, se acoplaron a tal decisión. Ante ello, Putin aseveró que, frente a tal elemento, Rusia consideraría a aquellos países como beligerantes y que, con todo derecho, podría golpear centros militares donde se originen esas agresiones.
Todos esos ingredientes informativos se popularizaron en los medios, provocando una psicosis colectiva que induce a los europeos a elaborar actitudes alternativas en caso de una guerra nuclear que parece cada vez más cerca.