El modelo incuestionable es uno de señoreaje

El modelo económico del MAS no puede ser puesto en duda, no por infalible o por su gran perfección. No puede ser cuestionado porque así lo dice el mandatario de turno y el séquito de defensores que afirman que es el mejor camino, jamás elaborado, para orientar el desarrollo del país. Defenderlo es un acto de fe para los seguidores del partido de gobierno. Preguntar si es autosostenible o cuáles son las respuestas que de él nacen frente a la crisis que ahora Bolivia enfrenta, por supuesto que recibirá la respuesta de su infalibilidad. No se puede pedir que se niegue a sí mismo. Por cada objeción que se encuentre, la falla no es del modelo es falla de otros, la madre naturaleza o el mismo Dios. No hay forma que el gobierno y su modelo sean autocriticados.
La evidencia cotidiana muestra que no es un modelo de desarrollo sino uno de despilfarro. No se llegó al auge de las materias primas por causa del modelo, ni Bolivia llegó a acumular 15.123 millones de dólares de reservas internacionales gracias a su magia. Claramente uno de los factores decisivos para ese auge fue el mercado internacional que a partir de 2003 hace que los precios de las materias primas, en general, suban de precio y no sea solo la economía boliviana la beneficiada.
La existencia de reservas probadas de gas, esto es exploradas y certificadas, fueron las que permitieron contar con un producto que dos países vecinos: Argentina y Brasil, por sus propias necesidades estuvieron dispuestos a firmar contratos de compra con Bolivia. Sin duda, ayudó enormemente a estas ventas la construcción del gasoducto a Brasil y el uso del ya existente a Argentina. Nada de esto nació del modelo del largo gobierno del MAS. No se hizo nada sobre la base de ese modelo para aumentar las reservas con mayor exploración.
Modelo que saco ventaja de lo ya existente y se dedicó a cosechar lo que nunca había sembrado. A eso aumentó la deuda internacional y, la más grande, la deuda interna. Acabados los flujos de las dos primeras fuentes solo le queda los créditos que el Banco Central le concede con un gigantesco aumento de la emisión de dinero. Crédito que lleva a la inflación y es lo que sí está sembrando el modelo del despilfarro.
La deuda interna contraída en moneda nacional permite al modelo seguir su derroche, aunque está matando las bases mismas de la sobrevivencia de los ciudadanos de este país que es su poder adquisitivo. Este es un modelo de señoreaje que acontece cuando un gobierno financia su gasto emitiendo dinero en lugar de aumentar la producción con empresas eficientes. Al aumentar la cantidad de dinero en circulación, sin un incremento proporcional en la producción de bienes y servicios, la inflación es inevitable.
Como el modelo del MAS no creó mayor producción para la exportación agotó las reservas internacionales y solo le queda el camino del crédito del Banco Central para seguir la espiral de derroche. La impresión de dinero sin respaldo en la producción conduce a la licuación o liquidación de la deuda en bolivianos. El modelo del señoreaje le permitirá a este gobierno el pago de la deuda contraída con moneda devaluada. Esto es lo que busca el modelo de Arce y esto es incuestionable.
Alberto Bonadona Cossío es analista económico y docente universitario.