Columnistas

Friday 14 Feb 2025 | Actualizado a 19:10 PM

Las Fuerzas Armadas desarmadas de valor y ética

Esteban Ticona Alejo

/ 26 de enero de 2025 / 06:00

La recurrencia en varias acciones es un serio indicio de que algo ocurre en alguna institución de la sociedad. Mejor dicho, si las salidas son negativas en gran medida, quiere decir que la institución está en una crisis aguda o casi existencial. Las Fuerzas Armadas de Bolivia, en los últimos años, pareciera que aventuran a la profunda displicencia. Por ejemplo, en la lucha contra el contrabando, casi persistentemente son emboscados y hasta pierden vidas. Si estás en una guerra, no se puede cometer tantos errores en las intervenciones, porque se supone que las acciones son planificadas y con toda la logística de guerra. ¿O los contrabandistas están mejor organizados, equipados que las Fuerzas Armadas?

Pero también se oye denuncias que algún militar fue descubierto robando como un simple ladrón o que otro militar de la Fuerza Aérea fue descubierto pilotando una avioneta y transportando drogas. ¿Cómo se puede caer tan bajo? ¿Cuál es el tratamiento frente a estos casos? Sabemos que algunos de estos procesos se los juzga por la vía militar, ¿será que se sanciona?

Por si fuera poco, hace un par de años, intentando imitar al Rambo estadounidense, en la línea del show y del espectáculo, algunos instructores efectuaron u obligaron a algunos jóvenes cadetes a realizar el salto mortal sin preparación adecuada. Las consecuencias fueron fatales, como graves lesiones, que aún no se sabe si llevarán una vida normal los alumnos afectados del Colegio militar.

Ni que decir de los conscriptos que prestan su servicio militar obligatorio, donde los abusos y formas violencias, como golpizas e incluso la muerte, son inalterables. ¿Cuánto es el número de estos casos por año? Aunque, paradójicamente, pese a las prácticas tan crueles e inhumanas institucionalizadas, los/as jóvenes siguen apostando para ser reclutados en alguna guarnición militar del país. ¿Cómo denominar este anhelo de la juventud, sabiendo que pueden ser castigados, incluso perdiendo la vida?

Pero la reciente violación de algunos oficiales a una militar en el departamento de Pando nos deja nuevamente sin palabras y con mucha rabia. Se denunció que incluso se habría filmado esas horrendas acciones. ¿Quiénes son estos militares? En el fondo, son violadores perversos, que se incrustaron en la Fuerzas Armadas para delinquir y no cumplir con las funciones específicas como está dicho en la Constitución Política del Estado Plurinacional.

En todos estos datos, el tratamiento informativo por los diferentes medios de comunicación es totalmente reprochable. A nombre de los derechos humanos, se borra el rostro, solo se dice el nombre o las iniciales de los malhechores. ¿Por qué no mostrar y decir sus nombres si son personas mayores?

A esta pequeña muestra, agregamos a oficiales de alto rango involucrados en acciones políticas de sedición como el golpe de Estado de 2019, junto con Jeanine Áñez, Luis Fernando Camacho y otros. También en el intento del golpe de Estado de mediados del año 2024. Las ambiciones de poder también se manifiestan en las Fuerzas Armadas. Poder conectado a recibir dádivas o sobornos, como fue manifestado públicamente por la familia Camacho en 2019.

Urge investigar y estudiar las acciones de las Fuerzas Armadas. Desde las labores menudas hasta las últimas operaciones nombradas, porque la recurrencia ya no se puede interpretar como “casos aislados”. Pero también el Estado tiene que asumir su responsabilidad. Por ejemplo, modificar el ingreso para ser militar. A estas alturas ya no basta saber sus aptitudes intelectuales ni físicas, sino sus anhelos psicológicos conectados a la perversidad, incluso al entorno familiar. Por la década de los años 70 y 80 del siglo XX, casi todos los militares soñaban producir los golpes de Estado para ser presidente y ministros. Creo que ese pensamiento no ha desaparecido, está latente y se rearticula según las circunstancias políticas y sociales. Militar jaqinakaxa, ipi jaqinakawa. muwaña, jiwayaña uka amtawinipxiwa. Wakisispawa chhaqtayaña uka irqawi ¿janicha?

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Carnaval de Oruro: la fuerza de la cultura

Patricia Vargas

/ 14 de febrero de 2025 / 06:00

El Carnaval de Oruro marca el inicio de una celebración que permite a esta ciudad mostrar la riqueza y la fuerza de la cultura boliviana. Su máxima expresión es la entrada folklórica, un evento que reúne a diferentes danzas y fraternidades de todos los departamentos del país, los cuales reflejan la diversidad que lo caracteriza.

En ese día, el esplendor de cada baile revela la identidad del pueblo a través de un espectáculo vibrante que deleita al espectador con su destreza y colorido, lo que convierte al Carnaval de Oruro en una de las manifestaciones culturales más representativas de Bolivia.

Durante el lapso de ese tiempo, la ciudad de Oruro se transforma en el epicentro de la cultura nacional, pues hace gala de la riqueza estética del folklore enraizado en su gente. Una de las danzas más emblemáticas es la diablada, ya que su puesta en escena combina el movimiento corporal de los bailarines con sus impactantes coreografías. Estas últimas, que generan una experiencia sensorial única en los visitantes. De esa manera la fuerza de la música folklórica realza la majestuosidad del espectáculo.

Es así como el Carnaval de Oruro se reinventa constantemente en los detalles y un claro ejemplo de ello es el arte del bordado, cuya exquisitez y talento sigue maravillando a propios y extraños. Los bordadores, muchos de los cuales aún trabajan a mano, dan vida a trajes que deslumbran con la combinación de sus colores, texturas y detalles minuciosos.

A lo largo del tiempo, las expresiones culturales del Carnaval han evolucionado, captando la atención de los espectadores. El creciente número de bailarines y la complejidad de las coreografías refuerzan el atractivo del evento. Lo más notable es la resistencia física de los danzarines, quienes, a pesar del peso de sus máscaras y vestimenta, ejecutan movimientos vigorosos y construyen escenografías en constante transformación. Su presencia imponente convierte las calles y avenidas en escenarios vivos donde la cultura cobra un protagonismo absoluto.

Una apreciación que no olvida los colores intensos y vibrantes del Carnaval que alteran la percepción del entorno urbano, revitalizando los espacios públicos y disolviendo cualquier imperfección estética. Así, el dinamismo de los bailarines no solo anima la festividad, sino que cualifica el valor de las calles y avenidas.

En la era digital, el Carnaval de Oruro ha trascendido sus fronteras físicas, cautivando a espectadores de todo el mundo a través de las plataformas virtuales. Muchos de ellos, atraídos por la majestuosidad del evento, se convierten en asiduos visitantes que experimentan la energía de los cuerpos en movimiento y el poder de la música folklórica.

De esa manera, esa ciudad no solo acoge a turistas nacionales, sino que conquista a turistas de distintas latitudes, fascinados por la autenticidad del espectáculo. Lo que alguna vez fue un arte de las calles evolucionó hasta convertirse en un fenómeno cultural que, año tras año, sigue siendo apreciado.

El Carnaval de Oruro enamora a quienes lo visitan tanto, por sus cualidades estéticas como, por las alegóricas. No en vano ha sido reconocido por la Unesco como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Y reafirmando esta distinción, el Carnaval de Oruro se erige como la muestra viva de la cultura boliviana.

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Nuevo ciclo de siempre

Drina Ergueta

/ 13 de febrero de 2025 / 06:00

Situaciones de desequilibrio o desigualdad lamentablemente se producen y reproducen constantemente en todos los ámbitos de la vida, y uno de los más importantes y decisorios es la política. En este espacio se reclama desde hace siglos “la ciudadanía” para toda la población y no solo una parte de ella; pero no termina de lograrse. Un ejemplo claro de ello es el foro Liderazgo para un Nuevo Ciclo, realizado hace una semana en Santa Cruz y al que asistieron personalidades del mundo político con participación y voz de algunas precandidaturas a la presidencia del país, en vista a las elecciones generales a realizarse en agosto de este año.

El nombre del encuentro ya indica el primer sesgo, “nuevo ciclo”, y se refiere a la seguridad de que en Bolivia se producirá un cambio de ciclo en la política del país. ¿En qué sentido? Pues, dejando atrás los 20 años del gobierno del MAS-IPSP. Está bien desearlo y trabajar por ello; sin embargo, si viene de tres medios de comunicación del peso de El Deber, de Radio Panamericana y Nueva Economía, habría que tener más cuidado en mostrar menos posicionamiento y, aunque haya ciertos indicios, habría asumir que en política todo es posible. Más importante aún, habría que tomar en cuenta que la población que respalda a este partido o instrumento político aún es muy numerosa y que tiene también sus liderazgos y que merece estar representada, eso da la ciudadanía. Evidentemente, estuvo el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, pero ¿era suficiente para dicha población que también es diversa? En ciertos espacios, a esta gente pocas veces se la toma en cuenta y también se la generaliza. Evidentemente, el objetivo solo era mostrar las propuestas de la parte que quiere el cambio de línea política en el Gobierno y no todas las propuestas para el país.

Dado que aún no hay candidaturas oficiales, según se explicó durante el foro, quienes participaron lo hicieron por su liderazgo. Muy bien por eso; sin embargo, aún con esas características se notó un segundo sesgo que señala que hay ciclos que no acaban: es la ausencia de mujeres, remarcando así su ciudadanía de segunda. La única presencia de la precandidata Amparo Ballivián (en la misma línea de los invitados, pero con gran saber, experiencia y carisma) colocada al final del evento, no es suficiente representación. En alguna publicación se ha dicho que también fue invitada la alcaldesa de El Alto, Eva Copa, y que declinó asistir. Habría compensado en algo el desequilibrio de género; sin embargo, ya que se trataba de liderazgos políticos y no candidaturas, con seguridad hay más mujeres que podrían haber estado presentes. ¿Qué se debería hacer con Bolivia? Allí estuvieron mayoritariamente hombres con la respuesta.

No se habló de sectores desfavorecidos, sí mucho de empresa privada, protección de la propiedad, y, si se mencionó a las comunidades campesinas, fue para eliminar las tierras comunitarias y volverlas objeto de compra. Mundos distintos donde solo pudo expresarse uno. ¿Es que no sería bueno dar un espacio para todas las voces?

En los discursos, no se hizo la mínima mención a las mujeres ni a su situación de desventaja en la sociedad, cuando ellas, al ser la mitad de la población, deberían también estar reflejadas en las políticas de gobierno y de Estado. En una ocasión se preguntó sobre los feminicidios, ¿a quién? ¡Obviamente, a la única mujer, Amparo Ballivián! Señores, los feminicidios son asunto de hombres, no miren para otro lado.

¿Y quiénes hacían las preguntas? Hombres. Es que, por favor, cuando hay un espacio para lucirse en asunto serios allí están ellos. En estos casos, las preguntas son tanto o más importantes que las respuestas. Por cierto, las preguntas fueron abundantemente comedidas y no críticas, como invitándoles amablemente a continuar con su discurso. Un discurso que, en general, de nuevo tenía poco, fue una vuelta a los años 90 de privatizaciones y reducción del aparato estatal.

Eso sí, el extenuante trabajo de organización y logística estuvo encabezado por una mujer, Carola Capra, a quien se le reconoció aquello como cuando se aplaude lo buena que estuvo la comida en una cena, pero de lavar los platos nada. Quienes recibieron sonrientes a la gente asistente, quienes traían y llevaban las bandejas y luego se hicieron cargo de la limpieza fueron, con seguridad, mayoritariamente mujeres. Un cambio aquí también importa.

Drina Ergueta es periodista y antropóloga.

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Poder, política y democracia

César Navarro Miranda

/ 13 de febrero de 2025 / 06:00

La política se entiende como la forma de organización de los órganos de poder del Estado, las formas de organización y disputa por el poder, el ejercicio del poder, la reproducción del poder. Ello implica procedimientos en el Estado de derecho o acciones fácticas en los regímenes militares.

La disputa por el poder y la reproducción del poder sintetiza el sentido de la política; este hecho se entiende a partir de la composición social de los sectores hegemónicos que inciden y deciden.

Tradicionalmente, las derechas constituyen sus élites en función de las temporalidades; se expresan por la vía liberal representativa y por lo militar; los núcleos que los articulan son grupos corporativo-empresariales, que retienen y se benefician del poder en dictadura y democracia; además, tienen la capacidad de construir su narrativa que expresa esa temporalidad como la “razón” del tiempo.

El valor de la reproducción del poder está en el sistema de creencias políticas, éticas, jurídicas, materiales constituidos; cuando ese valor ya no es la fuerza, son tiempos de crisis, de inestabilidad, de descomposición, pero también de recomposición, que no emerge de la materialidad de la crisis, sino de la capacidad de los actores que disputan la hegemonía de esa temporalidad.

A inicios del siglo, la Guerra del Agua (Cochabamba, 2000), la movilización indígena aymara y la conformación del Cuartel Indígena de Qalachaca (altiplano, 2001) y la Guerra (El Alto, 2003) derrumbaron el sistema de creencias neoliberal-colonial; los actores políticos, económicos, sociales, culturales, religiosos y mediáticos que enarbolaban esas banderas fueron arrastrados por la tempestad de lo plurinacional-popular.

El actor hegemónico de la política es lo sindical campesino e indígena que esta atravesado por identidades territoriales, productivas, culturales, deliberativas y orgánicas constituidas en movimiento social; se manifiesta electoral y políticamente en el paraguas de la democracia liberal representativa. Los núcleos dirigentes del movimiento son los aymaras y quechuas del altiplano, los cocaleros del Trópico cochabambino y sectores urbano-indígena-populares de El Alto.

Esta forma de manifestación política es la peculiaridad abigarrada de nuestra sociedad boliviana.

Desde 2002, la democracia liberal representativa está subordinada a la decisión que toman los actores político-sindical-campesino-indígenas de izquierda; esta elección no será una excepción, todas las opiniones generalmente negativas de los aspirantes a ser por lo menos candidato presidencial o sentimental, de los analistas convertidos en gurús de la predicción, los medios de comunicación públicos y —no todos— privados hilvanan alrededor de las decisiones, acciones y opiniones que surgen de los escenarios deliberativos desarrollados en el Trópico y están en suspenso por lo que diga Evo o Andrónico.

La tarjeta de presentación de los folklóricos opositores es quien tiene mayor impacto en la descalificación, no en la crítica, al actor que incide en el quehacer cotidiano de la política y en la perspectiva electoral; una vez concluida su plegaria llena de adjetivos, hablan del horóscopo electoral y terminan autonombrándose salvadores de Bolivia.

La intensidad de la temperatura política no está condicionada a la conformación de los binomios, sino a lo que resuelva el TSE cuando se postule Evo. Esta decisión marcará el resultado electoral y la conformación el próximo gobierno.

La ciudadanía política depende de la comunidad política, lo colectivo que tiene en el sindicato territorial y cultural ha trascendido la formalidad liberal representativa; por ello que hace imprescindible para las diferentes fracciones políticas de centro y derechas inhabilitar al referente histórico, inviabilizar el sentido político de la organización sindical para volver a ser el centro de la política como fueron durante 180 años desde inicios de la República.

La disputa en este tiempo electoral no está sujeta a la dinámica liberal representativa, sino que este escenario está contaminado por el ingreso de un actor institucional externo al proceso electoral, es el Tribunal Constitucional.

La disputa por el poder en este tiempo del sistema democrático ya no está sujeta a la admiración del Tribunal Electoral ni a la decisión democrática del soberano, sino a fallos constitucionales; esta distorsión de la institucionalidad es la gráfica de las formas republicanas en la disputa y ascenso al poder.

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Crisis interconectadas, futuro frágil

Natalia Calderón

/ 13 de febrero de 2025 / 06:00

En un mundo cada vez más interconectado, la gestión de riesgos se ha convertido en una prioridad ineludible para gobiernos, empresas, comunidades y personas. Las crisis que enfrentamos hoy como planeta, desde conflictos armados hasta desastres climáticos y tensiones geopolíticas, no solo son complejas, sino que también están intrínsecamente relacionadas. En este contexto, el Informe Mundial de Riesgos 2025, presentado hace algunas semanas, se muestra como una herramienta esencial para entender y abordar estos desafíos.

Este documento revela un panorama mundial cada vez más fracturado y un futuro más frágil, en el que los crecientes desafíos geopolíticos, medioambientales, sociales y tecnológicos amenazan la estabilidad y el progreso. En su última edición, se destacan temas como el cambio climático, desinformación y la información errónea y la polarización social, todos ellos interrelacionados y capaces de amplificar sus efectos adversos.

La creciente dominancia de las preocupaciones ambientales en las perspectivas de largo plazo representa tanto un desafío como una oportunidad sin precedentes para nuestra sociedad. Hace algunos años, la idea de que los riesgos ambientales pudieran ocupar un lugar central en nuestras agendas parecía lejana, pero hoy es una realidad innegable. Cuatro de los cinco mayores riesgos (y cinco de los 10 principales) se relacionan con el deterioro climático y ambiental. Los riesgos ambientales han empeorado tanto en intensidad como en frecuencia desde que se publicó el primer Informe de Riesgos Globales en 2006. Los riesgos a escala global, como el cambio climático y la pérdida de la naturaleza, están influyendo en las preocupaciones a largo plazo. Sin embargo, el reporte también refleja que existen diferentes perspectivas cuando se trata de clasificar los riesgos ambientales. Por ejemplo, las generaciones más jóvenes están más preocupadas por cuestiones ambientales, que los grupos de mayor edad. Además, existe una divergencia entre los sectores público y privado en la forma en que clasifican los riesgos ambientales.

En Bolivia, debemos reconocer el momento crítico que vive el país, los cambios sociodemográficos que experimenta, además de los cambios políticos en un año electoral y la creciente conciencia sobre los riesgos ambientales como los incendios forestales. La interacción de estos factores representa una oportunidad única para incidir en la correcta inclusión en la agenda pública y política de los temas ambientales, y en las decisiones de la población acerca de nuestros futuros gobernantes.

Aprovechar las oportunidades que emergen de la preocupación sobre cuestiones ambientales requiere un compromiso colectivo y una visión a largo plazo que priorice la sostenibilidad. Al integrar las preocupaciones ambientales en nuestras decisiones económicas, políticas y sociales, no solo podemos mitigar los riesgos que enfrentamos, sino también construir un futuro más resiliente y próspero para las generaciones futuras. En este camino, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar. ¡Actuemos juntos!

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Candidaturas inciertas

Rubén Atahuichi

Por Rubén Atahuichi

/ 12 de febrero de 2025 / 06:00

Falta poco más de seis meses para las elecciones generales del 17 de agosto. Si bien las campañas electorales se han adelantado, nada está dicho: no hay convocatoria oficial de parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE), no hay alianzas consolidadas ni candidaturas seguras, por más empeño que muestren algunos por serlo.

En un ambiente político y social enrarecido por la situación de crisis económica en el país, que no se decanta en una movilización real, aparentemente no hay riesgo de convulsión extrema que pueda afectar al gobierno del presidente Luis Arce, que está encaminado en terminar su periodo de cinco años sin interrupciones.

La sombra de elecciones adelantadas o los afanes por la renuncia del mandatario, como pretendía el ala evista del Movimiento Al Socialismo (MAS) a finales del año pasado, se han esfumado. Sin embargo, la pre/ocupación de esa facción radical sigue intacta, aunque con algunos sustos: Evo Morales “candidato único”.

Desde que Andrónico Rodríguez se le plantó a su mentor con que no sea celoso de los jóvenes y que Morales respondió con nervios de que el candidato es él y que no hay un plan B, incluso con una reprimenda al presidente de la Cámara de Senadores sobre el comportamiento de sus funcionarios, nada es igual en el evismo: Andrónico es la sombra de la candidatura de Morales.

Pero, al ser despojado de la dirección del MAS por una sentencia constitucional, el expresidente no tiene con qué sigla asistir a los comicios, aunque dijo que “la sigla está garantizada” a pesar de algunos condicionamientos “superables”. El Movimiento Tercer Sistema (MTS) ya rechazó sus ímpetus de candidato sí o sí y su afán de sostener que está habilitado.

En la otra facción masista, tienen la sigla, pero no candidato. El presidente Luis Arce está indeciso aún; será por la caída de su imagen a raíz de la situación económica, la falta de respaldo social, el intenso ataque del evismo o las dudas sobre su proyección electoral.

Al otro lado, la situación no es distinta. La coalición prelectoral conformada por Carlos Mesa, Jorge Quiroga, Samuel Doria Medina, Luis Fernando Camacho, Vicente Cuéllar y Amparo Ballivián hace aguas por los mismos problemas de hace años: todos quieren ser el candidato único, su enfurecido discurso antimasista y la ausencia de una lectura de la realidad insoslayable que terminó con la esencia de los partidos tradicionales de antes de 2006 o 2002 (sus ideas liberales son las mismas de antes de 2005 y no comprenden aún la irrupción de un movimiento nacional popular indígena originario campesino).

Supuestamente los más calificados son Quiroga, expresidente por sucesión “impecable” y dos veces candidato, y Doria Medina, varias veces candidato presidencial y vicepresidencial sin éxito. Entre ambos políticos tradicionales se están sacando los ojos en busca de la candidatura “única” de la oposición de derechas.

Pero esa derecha tiene otro candidato con más recorrido que aquellos: Manfred Reyes Villa. Autosuficiente y con partido propio recientemente validado, no quiere alianzas con ninguno de los anteriores. Ya mantuvo también una gresca verbal con Quiroga, típico en los adjetivos que entiende que aquel tiene más opciones.

Solitario pero persistente, el senador Rodrigo Paz Pereira deambula por el país en campaña por su candidatura y su plan de gobierno. Son varios precandidatos, especialmente de la oposición. Sin embargo, sus posibilidades son inciertas debido a varios factores, entre ellos la falta de consenso y coincidencias sostenibles.

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