Las primarias de Claure

José Luis Exeni Rodríguez
Según las encuestas de Claure, la mayoría de bolivianos apoya elecciones primarias para definir al candidato único de oposición. ¿Cómo serían tales primarias? Mediante una “súper encuesta”. ¡De Claure, por supuesto! El señor C sabe para quién trabaja.
En una reciente consulta, Claure preguntó qué tan probable es que los encuestados participen en primarias para elegir a un candidato “en contra del gobierno del MAS” (sic). El 64% dijo que probablemente votaría, aunque solo el 48% cree que será “bueno para Bolivia”. Hasta ahí todo bien. El problema surge cuando C malentiende el mecanismo.
Las primarias para elegir candidaturas son utilizadas en varios países como práctica de democracia interna en los partidos. En Bolivia fueron adoptadas en la Ley de Organizaciones Políticas de 2018, tuvieron malogrado estreno en 2019, se suprimieron en las elecciones de 2020 y fueron suspendidas excepcionalmente para este año. Por su naturaleza, contexto y tiempos, eran un estorbo.
Hoy vuelven a escena con el declarado propósito de forzar la unidad de la oposición. Vuelven con doble distorsión marca C. La primera es confundir elecciones primarias, mediante voto, con un estudio de opinión pública. Aunque el señor celeste ofrezca una encuesta de medio millón de casos, no es lo mismo. La segunda distorsión es suponer que el candidato único de oposición será elegido, en tal megaencuesta, por todos los habilitados en el padrón electoral. Gracias por participar.
Hay otro problema con cara de ingenuidad. ¿De verdad el “making Bolivia better” cree que la media docena de autoproclamados candidatos de oposición se unirán en torno a sus “primarias”? Desde hace dos décadas, la unidad opositora es una quimera. Y estos comicios no serán la excepción. Igual lo más penoso es la reciclada idea de que la solución pasa por el candidato-caudillo único. ¿Con qué visión de país?, ¿cuál programa de gobierno?, ¿qué principios? NS/NR.
Las encuestas de Claure son útiles y hasta simpáticas. Pese a su inclusión/exclusión discrecional de nombres y la lectura más bien flojita de los datos, aportan evidencia (precoz) sobre intención de voto. No está mal. Son solo encuestas, para enojo de candidatos perdedores, operadores mediáticos y diputados ignorantes.
El problema no son los porcentajes del señor C, sino sus apetencias. Jura que “Bolivia está enferma” (sic). Y se propone “salvarla”. ¿Desde dónde? “Yo represento el capitalismo y la derecha”, confiesa. Es tan demócrata, que amenaza con agarrar su pelota e irse del país si el MAS gana las elecciones. ¿Se entiende? ¡Nos dejará sin encuestas Panterra! Su parcela de Bolivia termina donde llegan sus inversiones. Gracias, pero no gracias.
FadoCracia posevista
1. En febrero de 2020 (“Fadocracia rehén”), parafraseando una expresión de Boaventura sobre Lula, escribí: “el posevismo y el evismo no pueden coexistir. De algún modo, el MAS-IPSP es rehén de Evo y Evo es rehén… de Evo”. 2. La pregunta era inevitable: “¿Podrá el MAS superar el evismo? ¿Lo hará sin dividirse?”. Hablaba del imprescindible desafío de renovación posevismo. 3. Claro que en ese momento no existía el factor Arce que, propiciado por Evo, llegó y operaron la implosión. 4. Cinco años después, Evo continúa siendo rehén de sí mismo y el proyecto plurinacional popular es rehén de su porfiada avidez por volver. 5. A la cuestión del posevismo hoy se suma el posarcismo. Ambos juegan ya no con fuego, sino con cenizas. 6. ¿Y la regeneración del instrumento político, del proyecto? Ahí está Andrónico que, en la crisis de 2019, lideró la resistencia y hoy (Bejarano dixit y suscribo) es la única oportunidad para el bloque popular. 7. Las dudas son de temporalidad y de inmolación: ¿en qué momento asumirán Evo que no corre y Lucho que no cuenta? ¿Hasta dónde llegarán en su faena de muerte cruzada? La historia, sea como tragedia, sea como farsa, no perdona.