Boicot a La Paz

Bolivia ha organizado dos veces la Copa América (la gloriosa del 63 y la del 97). Van 48 ediciones desde la primera en 1916. El país que más veces ha acogido el torneo de selecciones más antiguo del mundo es Argentina, con nueve veces; seguido de Chile y Uruguay, con siete; y Brasil y Perú, con seis ediciones.
En 1940 el fútbol boliviano hizo el segundo intento de organizar lo que por entonces se llamaba el Campeonato Sudamericano, a pedido expreso de la Confederación Sudamericana de FootBall. La fecha elegida fue septiembre. No se lograría, como en el primer intento en 1929, aquel año fue por falta de estadio.
La Federación Boliviana de Football, a través de su representante en La Paz, Germán Monrroy Block, pidió al Comité Nacional de Deportes del gobierno del presidente Carlos Quintanilla una subvención de cuatro millones de bolivianos. Y lanzó una idea para recaudar ese dinero: un impuesto especial a cigarrillos, fósforos y bebidas alcohólicas y el mecenazgo de las principales empresas del país: Casa Hochschild, Patiño Mines, Aramayo Mines, Grace y Cía y la Bolivian Power. Los ricachones del país, los tres barones del estaño, en particular, dieron la espalda a la idea.
El presidente de la Federación, el cochabambino Luis Castel Quiroga, con casi 20 años en el ente federativo, llegó a la sede de gobierno para acelerar los preparativos. Junto a él, el nuevo secretario permanente, don Carlos D’Avis. Castel Quiroga venía de ser dos veces alcalde de Cochabamba y de ser un pionero promotor del tenis, el fútbol y el boxeo en la Llajta. Moriría tres años después.
La organización corrió por cuenta de Monrroy Block y Juan Luis Gutiérrez Granier, como representantes del Consejo Superior de la Federación Boliviana de Football. El equipo Bolivia era entrenado por el uruguayo Julio Borelli Viterito; bajo su dirección, disputó varios amistosos (con camiseta roja) con este “eleven” tipo: Navarro; Durandal-Achá; Balderama-Ferrel-Nicolás Terrazas; Montoya-Ogaya-Noguera-Serapio Vega-Faustino Terrazas.
En agosto de 1940 Chile anunció que mandaría a Colo Colo (reforzado) a participar en el Sudamericano de Bolivia. El primer país que se bajó fue la vigente campeona, Perú, al no ser atendidas sus demandas económicas. Uruguay y Paraguay también declinaron la invitación.
Argentina —que no logró (por la oposición de los principales clubes) armar una selección potente— pidió más dinero para llegar y comenzó a hablar (mal) del “clima” (en referencia a la altura) de La Paz. Todas las selecciones habían confirmado en un inicio su llegada a Bolivia (solo Colombia había declinado por problemas económicos).
Brasil confirmó que llegaría a mediados de septiembre, algo que nunca sucedió. La Federación Boliviana insistió (ante las acusaciones) que no había destinado suma adicional (en pasajes, estadía y viáticos diarios) a ningún equipo al margen de lo que disponía el reglamento de la Confederación.
Ante el boicot, la Federación, colaborada por el Comité Organizador y bajos los auspicios del Comité Nacional de Deportes, suspendió a mediados de agosto de 1940 el XIV Campeonato Sudamericano de Fútbol por las “anti-reglamentarias desmedidas exigencias de última hora” de Argentina (ésta incluso exigió premio extra en metálico si salía campeona), de Uruguay y de Perú.
“Lamentamos que el espíritu americanista se vea privado de estrechar en nuestras canchas sus vínculos fraternales”, aseguró un comunicado de prensa de la Federación. Castel Quiroga calificó de “dolorosa” la suspensión; “lo hicimos con hondo sentimiento de amargura”.
¿Se podría haber celebrado el torneo con Bolivia, Chile, Brasil y Ecuador (la única que no exigió viáticos extra), como se habían organizado otros campeonatos en ediciones anteriores sin la participación de todos los inscritos/invitados en la Confederación? Probablemente sí. El sueño del campeonato estuvo vivo después de sepultado por peticiones de reconsiderar la suspensión que llegaron de países/selecciones como la chilena.
El torneo lo acabó albergando Chile con carácter extraordinario (sin trofeo en juego) en febrero y marzo de 1941. Bolivia, Brasil, Colombia y Paraguay no asistieron. En la edición de 1942 —con sede en Montevideo— Bolivia —en señal de protesta— tampoco acudió a pesar de ser la edición con más participantes.
El escaso número de Copas América que hemos organizado (dos) se debe al boicot, a los sempiternos problemas económicos y de infraestructura y especialmente a la dejadez de los presidentes federativos que una y otra vez no hicieron respetar nuestro turno. A casi 30 años del último torneo, ¿no habrá llegado la hora de una tercera Copa América en Bolivia?
Ricardo Bajo es historiador amateur