¡Heil Führer Trump!

En nombre de Dios y la libertad quieren imponer gobiernos rabiosamente racistas, autoritarios y militaristas. Eliminar a los Estados que garantizan salud, educación y bienestar social. Subordinar a los pueblos, a través de la violencia y la tecnología, a su visión ideológica de odio a los inmigrantes, homosexuales, feministas, pobres e indígenas. Envueltos en la bandera anticomunista, pretenden aprovechar las actuales crisis económicas y “el fracaso de las democracias”, para capturar el descontento a través de discursos demagógicos, que los presentarán después como los salvadores de la patria.
¿Le suena a fascismo? Sí, al fascismo de Mussolini de 1922, al de Hitler de 1933 y al de Franco de 1939. Son los neofascistas de la nueva extrema derecha que ya gobiernan cinco países de la Unión Europea, y van por más, agrupados en poderosas organizaciones como Los Patriotas por Europa, Neos y VOX. En Latinoamérica ya extendieron sus tentáculos por medio de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), una organización estadounidense dedicada a diseminar esas ideas en el continente. En Argentina ya tienen a un gerente, pero quieren más.
Pretenden propiciar aquí el desarrollo y consolidación de plataformas políticas que rompan el sistema de partidos, con el señuelo de “libertad” y la necesidad de un cambio. Que saturen los medios de comunicación con mensajes, no importa si son mentiras, sobre corrupción de políticos, improductividad de las empresas estatales y del fracaso del socialismo. Que posicionen la idea de un campo político dividido entre enemigos de la libertad y sus defensores, los libertarios.
Que machaquen con narrativas de mano dura para cooptar el descontento de las juventudes que no saben, porque no se han informado, del desastre ocasionado por décadas de neoliberalismo. Que traten de seducirlos con obtener dinero fácil, a través de las criptomonedas. Que les propongan: ¿Quieres dejar de ser pobre? Conviértete en un depredador.
La batalla de los neofascistas es a muerte porque, a diferencia de los fascistas del pasado, los de hoy son ultramillonarios que ya se quitaron las máscaras: quieren el poder total para obtener lo que deseen a través de la coerción y la violencia. Para ello, alinearon a sus generales Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, dueños de las redes de la mentira y las noticias falsas. Si el slogan de los antiguos fue “Dios, patria y familia”, el de los actuales es “Dios, poder y riqueza”. Su nuevo Führer se llama Donald Trump.
Trump es el Adolf Hitler del siglo XXI y, como al alemán, ya se le cuadraron los ultraderechistas europeos y latinoamericanos, unos con la obediencia y la imitación como Javier Milei, y otros como el sudafricano Elon Musk, con el saludo nazi. Nada raro en Musk; lo nazi le viene en la sangre, pues su abuelo fue miembro destacado de un partido fascista canadiense, simpatizante de Hitler. Otro que hizo ese saludo fue Steve Bannon, exasesor de Trump, estafador y experto en creación de noticias falsas, y con ellos, el mexicano Eduardo Verástegui, un exactor metido a político. Los tres saludaron como lo hacían los soldados del Tercer Reich: con el brazo extendido y la palma hacia abajo.
La CPAC fue creada en Estados Unidos en los años 70, como un centro de reunión de conservadores nativos, pero que fue creciendo hasta llevar a la presidencia a Ronald Reagan. Desde los 90 se convirtió en el principal espacio de intercambio mundial de la derecha internacional que periódicamente se reúne para despotricar contra el socialismo, hablar de Dios y de la libertad de empresa. En 2022, por ejemplo, se reunieron en México bajo el slogan “Abajo el Estado, viva Cristo Rey” en el que participaron Trump, Milei, Bannon y otros, junto al boliviano Luis Fernando Camacho que, por estar en la cárcel, sólo envió un texto titulado “resistiendo al socialismo”.
En 2024, este movimiento ultraderechista proclamó como su candidato a la presidencia de Bolivia a Branko Marinkovic, pero por si las moscas, también llamó a sus filas a Jorge Tuto Quiroga, a quien invitó a su última reunión ocurrida en Washington el pasado 22 de febrero, cita, a la que no pudo asistir por problemas de agenda, según sus voceros. ¿Veremos el chocar de sus talones y sus brazos extendidos al paso de su nuevo Führer?
Javier Bustillos Zamorano es periodista.