Europa entre la guerra y la paz

Carlos Antonio Carrasco
Hasta el 5 de marzo, cuando a las 20.00 apareció en la pantalla de televisión el rostro del presidente Emmanuel Macron flanqueado por la tricolor francesa, quien con aire dramático convocaba al pueblo a prepararse para la defensa de la integridad patria ante la inminencia de una posible agresión rusa como prolongación de su incursión bélica en Ucrania, no se vislumbraba que ese conflicto llegaría a las puertas de Francia. Pero Macron fue enfático en afirmar que, si Putin imponía sus condiciones en algún acuerdo de paz, no se detendría ahí, sino que proseguiría su marcha hacia Moldavia, Rumania y, posiblemente, Polonia. Ante esa perspectiva, Europa debía rearmarse y asumir su propia defensa, toda vez que Donald Trump afirmó que Estados Unidos no lo haría. Efectivamente, el viraje de Trump fue evidente cuando decretó aquella pausa en la ayuda militar y financiera que se brindaba a Ucrania y mediante su telefonema con Putin el 12 de febrero, reestableció la relación congelada y abrió paso a directas negociaciones de paz, excluyendo a la UE y a Kiev.
El desdén americano hacia los europeos fue patético con el discurso agresivo del vicepresidente JD Vance en la reciente Conferencia sobre Seguridad en Múnich y más aún ante el franco comentario del presidente al decir que la UE fue creada para mortificar a USA. Esas crispaciones diplomáticas fueron recibidas con suprema satisfacción en Moscú, al punto que el canciller Sergei V. Lavrov acudió a la Historia para eximir a USA de ciertas “calamidades” cometidas más bien por los europeos tales como “las cruzadas, las guerras napoleónicas, la Primera Guerra Mundial y el surgimiento de Hitler” Aquel fresco romance entre Moscú y Washington fue anotado con mucho temor, mayormente porque días antes Elon Musk declaró que “ya era tiempo de salir de la OTAN y de la ONU”.
Para rematar ese ambiente de susceptibilidad en la Asamblea General de la ONU, una resolución de solidaridad con Ucrania registró al unísono el voto negativo ruso-americano. Todos esos elementos sirvieron para reunir de urgencia la cumbre europea en Londres, el domingo 2 de marzo, donde al reafirmar la necesidad de la defensa común y autónoma, se aprobó el acopio de 800.000 millones de euros, destinados a un sólido programa de rearme. Aunque esa decisión fue unánime, a excepción de Hungría, existen entre los 27 miembros de la UE ciertas fisuras como, por ejemplo, sobre la opción de proveer de tropas para garantizar algún acuerdo de paz en Ucrania.
Igualmente, la invocación del presidente Macron sobre la posibilidad de emplear la disuasión nuclear como medio de protección ampliada a toda Europa ante una hipotética agresión rusa, provocó agrio debate en la Asamblea Nacional.
Todas aquellas conjeturas dan origen a especulaciones complotistas que llegan a sospechar un pacto entre los tres grandes poderes hegemónicos para repartirse áreas de influencia en el planeta: Rusia tendría vía libre en Ucrania y quizá países aledaños; USA absorbería a su dominio, Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá y China amalgamaría Taiwán a su territorio continental. A la vez los tres tenores mancomunadamente contendrían los avances del insurgente Sud Global.
La esperanza de un acuerdo de paz en Ucrania, si finalmente se acuerda, podría alterar el dinámico cambio que se opera en la geopolítica mundial.
*Es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.