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Fútbol boliviano: la última ‘ch’ampa’ guerra

Como la pelota está parada en nuestro fútbol (y lo que queda), el “show” lo regalan (para no variar) nuestros queridos/amados/odiados dirigentes, espejo distorsionado de nuestra manera de estar en el mundo. El penúltimo “espectáculo” no gira alrededor del juego, por favor. La pelota hace rato que está manchada y sucia por disputas aún más turbias. Dicen que donde hay mucha plata y poder, surge la corrupción.

El fútbol lamentablemente cambió para mal, para siempre en los años noventa con la llegada de la televisión y su apuesta desproporcionada por los famosos y exclusivos “derechos” de transmisión. Entonces desembarcaron en el universo futbolero los personajes más “variopintos” de la galaxia: jeques del Golfo Pérsico más dictatorial, nuevos ricos de Europa del Este gracias a las mega-privatizaciones tras el colapso soviético, magnates de la construcción y diferentes representantes de los negocios más oscuros de la galaxia. En Bolivia los nuevos “ricos” se apellidan Salinas y Claure, Claure y Salinas, tanto monta, monta tanto.

Ambos protagonizan desde hace años una encarnada lucha fratricida (de “hermanos”) por el poder, el prestigio social… y la plata. El vil negocio del fútbol se ha convertido en el mejor medio para alcanzar reconocimiento público. Cámaras, luces y acción: aquí y en la China. La pelota importa poco o nada. Y sus protagonistas (futbolistas e hinchas) importamos menos aún. Por eso el fútbol ha vuelto en Alemania, España, Italia, Inglaterra… sin gente, con audios grabados y monigotes en las gradas. “The show must go on”.

La última ‘ch’ampa’ guerra gira obviamente alrededor de los benditos “derechos” televisivos, el único “recurso natural” inagotable de plata contante y sonante ante la deserción paulatina del público en la última década, la inexistencia de estrategias de marketing moderno y la creciente depauperación de nuestro nivel futbolístico. La batalla por la redistribución es barrio por barrio como en el Chicago de los años 20. Estamos condenados al extractivismo futbolero por naturaleza. Cada jefe mueve sus fichas como en un tablero de ajedrez. Cada “boss” cuenta –por supuesto– con su barra mediática a sueldo dedicada a aplaudir como en triste “show” grabado de televisión. Nadie es inocente.

El objetivo de Claure es sencillo: dar jaque mate a la reina, Salinas. Mover la silla y subir al trono. Su estrategia también es simple: divide y gobernarás. Claure es ambicioso, como todo nuevo rico, por eso tiene entre ceja y ceja a un viejo enemigo, Freddy Téllez, automarginado de momento a causa de unas escaramuzas con la libertad de expresión como excusa. Como liga de fútbol, somos un fracaso; como culebrón, la rompemos, nadie supera el nivelazo de nuestras “vedettes”. En sus vacaciones particulares, el “liberado” Téllez dispara a diestra y siniestra contra su coco particular: Claure y la venta turbia de entradas en  el Mundial de Estados Unidos 1994; Claure y el edificio “de” Bolívar en Obrajes; Claure y su no estadio; Claure y su pasión por las maquetas… Claure, el próximo emperador, está desnudo, grita en las redes sociales don Freddy.

La partida sobre el tablero es “apasionante”. De momento Claure va ganando esta guerra sucia, táctica y posicional, suma peones de ajedrez y vive feliz en los “Estados Pandémicos de Norte América” entre la pesadilla diaria de Trump y el glamour de sus extravagantes socios futboleros en el Inter Miami: Beckham y los hijos del ultraderechista Mas Canosa (ver el estreno fílmico “Red Avispa”). La telenovela suma villanos, malos malísimos.

¿Saldrá adelante una “nueva” licitación televisiva del fútbol boliviano en la peor coyuntura internacional posible cuando incluso la Bundesliga negocia a la baja? ¿Volverá a ganar Quiroga gracias a la cláusula de preferencia que todos los clubes firmaron a cambio de unos pesos más? ¿Por qué se pelean todos por esos derechos si nuestro fútbol es el peor del subcontinente y supuestamente no es rentable? ¿Es viable el plan Claure a contrarruta del espíritu de FIFA y Conmebol bajo el cual los derechos son de los entes matrices? ¿Contraatacará Claure con otra propuesta diviendo “forever” al fútbol entre el grupo de los ocho clubes bajo paraguas de Salinas y el grupo de los seis bajo la sombrilla de Claure? ¿Sacrificará Salinas la cabeza de Téllez para salvar la suya? ¿Afectará ese posible divorcio a la estabilidad en The Strongest? ¿Es viable el plan Claure o es pan para hoy y hambre para mañana? ¿Volverá Téllez de “vacación” vivito y coleando tras esta penúltima ridícula batallita que por ahora gana Salinas cuando Claure iba venciendo de inicio? ¿Retornará el fútbol en septiembre como opio para calmar al pueblo?

La hinchada se hace estas preguntas y mil más. Las respuestas ccomo la famosa e inexistente transparencia– están en al aire. Solo tengo una certeza: en esta champaguerra de egos, en esta patética telenovela de intereses particulares, perdemos todos. Pierde la selección de nadie –maltratada e ignorada por todos– y pierde nuestro querido (y nunca bien ponderado) fútbol. Porca miseria.

*Es periodista