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La Eurozona se arma para evitar contagio de la crisis

La Eurozona vivió un annus horribilis, con una crisis de deuda soberana que le obligó a aprobar los rescates de Grecia e Irlanda y a armarse con una batería de medidas inauditas ante la amenaza de contagio a otros miembros, como Portugal y España.

Los líderes europeos cerraron el año con la promesa de «hacer todo lo necesario para garantizar la estabilidad» de la moneda única, en una cumbre en Bruselas en la que acordaron crear un fondo permanente de rescate para los países en apuros de la zona euro a partir del 2013.

Ésta fue la última de una serie de decisiones orientadas a construir defensas sólidas para asegurar el futuro del euro. Desde 2008, la crisis ha golpeado ininterrumpidamente el Viejo Continente.

Primero fue bancaria y financiera, importada de EEUU tras la quiebra de Lehman Brothers; económica después, con la mayor recesión jamás conocida desde 1945; y presupuestaria y social este año, con la escalada de los déficits públicos, que obligan a ajustarse el cinturón.

La austeridad rige sobre todo en Grecia e Irlanda, con una reducción de prestaciones sociales, una baja de sueldos de los funcionarios y un alza de impuestos.

Es el precio que deben pagar por haber debido recurrir este año a una ayuda financiera de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional, 110.000 millones de euros para Atenas, 85.000 millones para Dublín. Europa, ya atormentada por su declive frente a potencias emergentes, se pregunta cómo ha llegado hasta pedir la ayuda del FMI.