Economía

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Se pueden deteriorar las relaciones.

/ 18 de enero de 2013 / 07:00

La convocatoria que hizo España a la embajadora de Bolivia en España, Carmen Almendras, se hizo para darle a conocer que ha creado un malestar la decisión de Bolivia de nacionalizar dos empresas españolas, vinculadas al sector eléctrico. Eso tiene un mensaje político: indica que aunque España respeta la decisión del país, que ha dejado de lado los acuerdos internacionales que se firmaron con Europa para garantizar las inversiones (…). Eso significa que hay un malestar que España quiere hacer conocer y eso puede significar un deterioro de las relaciones. Esto podría ocasionar el inicio de un arbitraje por sus inversiones. A nivel internacional no es un mensaje positivo sobre el clima que prevalece en Bolivia de inversiones de empresas que vinieron a trabajar en el país.

Armando Loaiza Mariaca es excanciller de Bolivia.

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Es una tarea de mucha delicadeza

La regla de oro del grupo de los 77 + China es el consenso, el reto del país que preside este conglomerado de países será la búsqueda de un acuerdo entre 133 países muy diversos unos de otros.

/ 19 de enero de 2014 / 04:01

La regla de oro del G77+China es la estricta coordinación de los tres grupos que la conforman, es decir, América Latina y el Caribe, el grupo africano, el asiático y ahora China. Todos los temas en la agenda del bloque tienen que ser coordinados, ésa es la tarea principal del presidente Evo Morales, es decir, buscar los consensos. El coordinador no puede asignar temas en la agenda si no tiene el debido consenso pleno.

No se puede discutir que es importante y trascendental que Bolivia tenga el honor de asumir a nombre de Latinoamérica y el Caribe —pues la coordinación general se turna por regiones— la presidencia del grupo, pero también hay que tomar conciencia de que es una tarea de alta responsabilidad y suma delicadeza. Espero que nuestra misión en Nueva York esté a la altura.  Se tendrá que seguir la vocación del cargo, que es buscar consensos en las grandes temáticas del desarrollo, el comercio y la reestructuración financiera mundial.

El riesgo de un mal enfoque podría tener como resultado que el tratamiento de algún tema importante se salga a otros espacios, como, por ejemplo, sucedió con la cuestión de la reforma monetaria internacional, la que fue sacada del G77, siendo hoy su opinión sobre esto algo marginal, pues fue transferida al G20, que se realizará en enero con los países desarrollados. Ahora se negocia esta importante temática ahí y ya no en el G77, que quedó marginado. Por eso, el reto que tiene Bolivia es lograr un discurso consensuado y efectivo antes de que uno con líneas de enfrentamiento ideologizante premoderno que muestre que todavía no se haya asumido el colapso de los países de la economía centralmente planificada como la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

De hecho, el G77 tuvo una fuerte crisis de identidad entre 1989 y 1991 con el colapso del grupo de los países socialistas de economía planificada. Entonces, los 77 no podían evitar cierto desfase y la pérdida de fuerza. Ahora se ha recuperado.

Por tal razón, Bolivia debe tener cuidado en su tarea de coordinador y no tener posiciones de enfrentamiento franco ideológico-político, pues en el grupo hay una pluralidad muy grande. No es lo mismo Bolivia que Indonesia, Tailandia o Marruecos, hay muchas divergencias sobre sistemas de gobierno, democracias y religión.  Habiendo ya recuperado su identidad, hay que tener cuidado de no entrar en la lógica de enfrentamiento de los años 70 y 80, pues ya no existen dos superpotencias confrontadas.

Es así que se debe buscar temas importantes que sean comunes a los tres grandes grupos. Conciliar los intereses de Latinoamérica y el Caribe, Asia y África no será algo sencillo. Por tanto, habrá que dejar la confrontación ideológica y buscar acuerdos para la reestructuración de la economía mundial, la eliminación de la pobreza y términos más justos para el intercambio comercial. Así se encontrará un discurso más acorde a la modernidad.

La presidencia del grupo, más que tomar un rol de iniciativa excesiva, deberá buscar líneas de consenso para hacer más potente el mensaje del grupo, porque la identidad del G77, como se dijo, quedó mellada con el desplome del bloque socialista en 1989.

Los temas modernos de coordinación que actualmente trata el grupo han sido los del medio ambiente. Lo que se está evaluando este año y el próximo son las metas del milenio, como  la reducción de la pobreza crítica. En ese contexto, el Gobierno parece que quiere volver a colocar la propuesta de la Madre Tierra que no tuvo todo el consenso en la primera Conferencia Mundial de los Pueblos en Tiquipaya, Cochabamba, durante 2012. Ahora parece que se quiere reponer el tema. Habrá que ver si todos los miembros lo apoyan, sino habrá que seguir discutiendo la cuestión hasta alcanzar un acuerdo.

En los últimos 12 años de vida del G77, se ha producido una recuperación de su fuerza y prestigio, lo que se ve con la adición de China que siempre orillaba a los 77, pero que decidió adherirse fortaleciendo al grupo después de la crisis de identidad que vivió.

Por todo lo dicho, todos esperamos que el país esté a la altura de la responsabilidad y de los logros del pasado del G77 como el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), que es una iniciativa del grupo que luego fue negociada con los países desarrollados y con la cual éstos abrieron sus mercados a las manufacturas de los países en desarrollo, de lo cual Bolivia también se benefició por 20 años.

Este logro ha generado incluso la revolución industrial en los países emergentes como Brasil e India, quienes aprovecharon las preferencias arancelarias y consolidaron un sistema industrial muy avanzado.

Además, ha ayudado a edificar lo que se llamó el Nuevo Orden Económico Internacional y la creación de un Derecho Económico Internacional nuevo. Ahora, le toca el honor al país, que tendrá que afrontar el difícil reto de la búsqueda de consensos entre 133 países muy diversos unos de otros.

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