Una bomba de tiempo
Urge, pues, una nueva mirada sobre el problema de la basura, que no solo contemple la necesidad de industrializar los residuos sólidos, sino sobre todo una gestión metropolitana del asunto.
Luego de varios días se levantó una protesta movilizada, que en este caso consistió de un bloqueo en el camino que une El Alto con Villa Ingenio, donde se emplaza el relleno sanitario de esa ciudad, que hace tiempo debería haber sido cerrado pues ya concluyó su vida útil. La protesta no es la primera y dista mucho de ser la última, pues aparentemente no hay muchas alternativas.
La situación es de una urgencia que no condice con la respuesta de las autoridades municipales, ni de la gestión que está a punto de concluir, ni de las anteriores, que en aquel momento eran aliadas del gobierno de turno. Se trata no solo de los derechos de las y los vecinos de la zona, no todos dedicados a actividades relacionadas con el reciclado de basura, sino también de un asunto de salud pública, como se hace evidente en días de bloqueo, cuando la basura se acumula en las calles con todo el riesgo sanitario que ello implica.
Esta vez se habló de 4.100 toneladas de basura acumuladas luego de seis días de bloqueo, lo cual da cuenta de la cantidad de residuos sólidos que esa ciudad, la segunda más poblada de Bolivia, produce cotidianamente. Súmese a eso iguales cantidades de basura que se producen diariamente en las ciudades vecinas de El Alto, comenzando por La Paz y Viacha, para tener una idea de la magnitud de la necesidad de encontrar nuevas formas de tratar los desechos sólidos, diferentes de simplemente enterrarlos.
La respuesta del gobierno local alteño al conflicto de los últimos días, lo mismo que al de hace semanas, ha sido de negar la gravedad del problema, probablemente por simple incapacidad de darle una respuesta siquiera aceptable, ya que no solo requiere de grandes cantidades de dinero, sino también voluntad política, pues el asunto demanda toda clase de acuerdos.
Entre esos acuerdos está el de la necesaria gestión metropolitana de los residuos sólidos, pues La Paz atraviesa un problema similar y los otros municipios vecinos en algunos casos ni siquiera cuentan con planes de gestión de residuos y, por ahora, se arriesgan administrando simples botaderos que no cumplen con las mínimas condiciones de gestión de la basura y sus derivados.
Súmese a ello la experiencia de la ruptura de uno de los diques en el relleno sanitario de Alpacoma, hace ya dos años, cuando los alcaldes de municipios vecinos vieron su oportunidad para hacer política a costa del Alcalde paceño y sus crisis, cuando no negocios sospechosamente acelerados, en lugar de aprovechar la circunstancia para plantear la necesidad de un gran acuerdo.
Urge, pues, una nueva mirada sobre el problema de la basura, que no solo contemple la necesidad de industrializar los residuos sólidos, sino sobre todo una gestión metropolitana del asunto, pues así como el agua, este es un asunto que ya no puede ni debe ser gestionado por cada gobierno local sin contemplar a los demás.