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Un anuncio apresurado

El anuncio del expresidente Evo Morales, el fin de semana, señalando que “obligado” por las circunstancias se declaraba candidato presidencial, ha causado un cisma en el Movimiento al Socialismo-Instrumento para la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) que podría echar por tierra todos los logros del “proceso de cambio”, mientras la oposición mira de palco y celebra el inmerecido regalo.

Fue el domingo, a través de la red social X, cuando el exmandatario denunció nuevamente supuestos “ataques del gobierno”, “plan para proscribir al MAS-IPSP” (partido al cual, irónicamente, aseguran pertenecer los actuales gobernantes) e “incluso eliminarnos físicamente”, afirmando que son las razones por la cuales decidió aceptar los pedidos para ser nuevamente candidato.

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Para nadie es desconocido que el principal interesado en una nueva candidatura de Morales es él mismo, y que, en el camino, hasta ahora, no ha parado mientes en descalificar y atacar, en voz propia o a través de su red social favorita, a quien hubiese comentado o criticado su intento; uno de ellos ha sido el exvicepresidente Álvaro García Linera, que fue llamado “traidor” y “enemigo” solo por no mostrarse entusiasta ante la perspectiva de una nueva candidatura.

En una peligrosa muestra de su estado mental, incluso afirmó, en la misma publicación, que el Ministerio de Gobierno tendría intenciones “de detenernos y entregarnos a EEUU” y aludió a supuestos planes de “usar a una mujer para atacarnos”. Lo más irónico es que, en una suerte de profecía que se cumple a sí misma, oficiosos portavoces del “arcismo” hicieron temerarias declaraciones a los medios de comunicación atacando al expresidente y confirmando sus temores.

Lo verdaderamente preocupante, sin embargo, fue la reacción del Pacto de Unidad (dividido a causa de los apetitos reeleccionarios de uno y otro), cuyos dirigentes anunciaron no solo que no asistirán al congreso del MAS-IPSP en Lauca Ñ, en el Trópico de Cochabamba, sino que además convocaron a un cabildo en El Alto, el 17 de octubre. Todo apunta a que se avecina la ruptura definitiva y que luego de eso el fuego cruzado entre facciones masistas será inmisericorde.

Mientras tanto, en la vereda opositora ha prevalecido la calma y se han escuchado pocas o ninguna reacción pública al anuncio de Morales o a las reacciones de sus adherentes. Sin embargo, es fácil imaginar que hay grandes expectativas en una posible ruptura del partido de gobierno, lo cual debilitará toda la potencia acumulada por movimiento sociales, pueblos indígenas y otras poblaciones desde fines de 2005.

Por lo pronto, las perspectivas son sombrías, no solo para el MAS-IPSP, que podría quedar dividido y derrotado, sino para la democracia en general, pues volverán las condiciones que propiciaron los pactos de gobernabilidad en los años del neoliberalismo. El gran perdedor en este estado de cosas será el pueblo boliviano, que seguramente verá retrocesos mucho peores que los provocados en 2020, luego del golpe.