Camino al referéndum
Corre contra el tiempo el Gobierno y en su camino tiene por delante muchos obstáculos, algunos subsanables con retórica y argumentos
A 10 días del plazo máximo para convocar a referéndum para resolver tres asuntos urgentes en la agenda política, social y económica, el presidente Luis Arce ha puesto en consideración del Tribunal Supremo Electoral (TSE) cuatro preguntas, que deberán ser analizadas y comentadas antes de pasar al control de constitucionalidad; la Asamblea Legislativa no ha sido invitada al debate.
En cumplimiento de su anuncio de convocar a consulta ciudadana para dirimir si se levanta o no la subvención a los carburantes, si es posible la reelección después de un segundo periodo, y si se incrementa el número de miembros en la Asamblea Legislativa, el mandatario propuso cuatro preguntas, dos sobre los carburantes, que serán sometidas al análisis del TSE, que debe dictaminar, en el plazo de 72 horas desde ayer, “si reúnen las características de claridad, imparcialidad y precisión”.
Luego del informe del TSE, explicó el ministro de Justicia, le corresponde al Tribunal Constitucional Plurinacional avalar la constitucionalidad de las preguntas. La “fecha fatal” para haber cumplido ambos trámites, dijo el ministro, “es la próxima semana”. Es previsible que, cualquiera que sea el veredicto de ambas instancias, habrá severos cuestionamientos, que ya han sido anunciados por los líderes de la oposición.
Las reacciones de los líderes de partidos de oposición, incluyendo a Evo Morales, salieron por el cauce de lo previsible: el Presidente trata de transferir al pueblo responsabilidades indelegables; la reforma constitucional no puede consultarse mediante decreto; la consulta no sirve para resolver los problemas de hoy; hacer referéndum es un despilfarro de dinero, hoy tan escaso; la consulta solo servirá para confundir al pueblo; y, coincidentemente entre todos, las preguntas son confusas; el resultado solo agravará la polarización. Los unos hablaron en nombre de sus convicciones democráticas, el expresidente Morales, en nombre de su aspiración a ser candidato nuevamente y su temor de no serlo.
En medio de la carrera por llegar a la “fecha fatal” para emitir el decreto supremo convocando al referéndum e instruyendo al TSE realizarlo el mismo día que las elecciones judiciales, el debate público no ha sido parte de la agenda. No se trata siquiera de discutir la pertinencia de los tres temas, sino sobre todo de lo que se desea lograr con las preguntas. Cierto es que debatir en medio de crispada polarización parece tarea infértil, pero cuando menos proponer los temas ya es un avance democratizador.
Corre contra el tiempo el Gobierno y en su camino tiene por delante muchos obstáculos, algunos subsanables con retórica y argumentos, y muchos otros con política activa, mientras trata a toda costa de evitar el, probablemente imposible, paso por el Legislativo. Las conclusiones y recomendaciones del TSE y del TCP servirán para saber si el Gobierno prevalece en su intento o debe buscar otra estrategia en medio de un clima crecientemente conflictivo.