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Europa enfrenta escenarios catastróficos sin el gas ruso

La Comisión Europea piensa que Rusia no reanudará los flujos de gas natural por el Nord Stream este 21 de julio, tras las labores de mantenimiento, y se prepara para un corte más prolongado de suministro. Así lo señaló el comisionado de Presupuesto, Johannes Hahn, durante una rueda de prensa este martes, aumentando el miedo por una posible crisis energética a nivel regional. En este contexto, el precio del gas de referencia europeo se llegó a disparar por encima de los 164 euros por mwh durante la sesión de hoy, y ahora se mantiene por encima de los 159 euros por mwh. No obstante, fuentes de la agencia Reuters afirman que el flujo de combustible por esta vía ya se estaría reanudando y que, después del jueves, las exportaciones continuarían, aunque a capacidad reducida.

“No esperamos que regrese. Estamos trabajando bajo el supuesto de que no volverá a funcionar y en ese caso, se deben tomar ciertas medidas adicionales”, ha señalado Hahn. Los miedos de Bruselas se alinean con una advertencia lanzada la semana pasada por el gigante ruso Gazprom, que indicó que en caso de “circunstancias extraordinarias” no podría garantizar el suministro a sus clientes europeos.

El Nord Stream, que es la principal arteria del gas ruso hacia Europa, cerró el 11 de julio por un mantenimiento anual que se espera que dure diez días. Los líderes de occidente, no obstante, temen que Moscú prolongue el cierre, posiblemente de forma permanente. Rusia ya ha recortado los envíos en más de un 40% desde el mes pasado, atribuyendo retrasos en la devolución de piezas claves para su funcionamiento que se encontraban en el extranjero. En este sentido, Moscú argumenta que las sanciones económicas por su invasión a Ucrania han demorado estos procesos.

Temor por el invierno

Por el momento, los depósitos de gas natural de la Unión Europea (UE) se encuentran llenos al 64%, aunque Bruselas pide que se alcance un 80% antes del invierno. El nivel solicitado equivale a cerca de un mes de suministro para el sistema, sin contar el posible ingreso desde otras fuentes como el GNL que llega por vía marina. España y Francia tienen sus reservas al 74,6% y al 71,6%, respectivamente, mientras que Alemania e Italia al 65% y 67,8%.

La situación es especialmente preocupante para los países del este de Europa, ya que carecen de infraestructura de regasificación y de alternativas para reemplazar los envíos rusos. Entre ellos, Austria tiene sus reservas llenas al 49% y Hungría al 46,4%, mientras que países como Croacia y Bulgaria tan solo llegan al 43% y 40%, respectivamente. En este contexto, la comisionada de energía de la Unión Europea, Kadri Simson, ha confirmado que el bloque está trabajando para consolidar acuerdos energéticos con proveedores como Azerbaiyán.

Peligro económico

La interrupción del suministro de gas ruso a la UE podría tener un impacto catastrófico en la industria e incluso ocasionar apagones en los países más dependientes. En Alemania, por ejemplo, la escasez de suministros ha llevado a la importante empresa de servicios públicos Uniper a pedir un rescate del Gobierno. Bruselas, además, está considerando un conjunto de recomendaciones para los estados miembros, incluidas reducciones voluntarias en el uso de calefacción y refrigeración y algunas medidas basadas en el mercado.

El cierre total y prolongado del flujo de gas ruso hacia la UE tendría un efecto desigual entre los países del bloque, que podría llegar a suponer hasta seis puntos del PIB en el caso de las economías del centro y este de Europa, más dependientes del suministro procedente de Rusia, mientras que en el caso de España el impacto rondaría el punto porcentual, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Durante un corte total prolongado del gas ruso, los países más vulnerables de Europa central y oriental podrían enfrentar una escasez total de gas y sufrir pérdidas del PIB de hasta un 6%”, advierte el FMI en referencia a países como Hungría, Eslovaquia o República Checa.

Asimismo, el informe del FMI advierte de que el impacto sobre las economías de Austria, Alemania e Italia “también sería significativo”, al restar alrededor de un 3% al PIB, aunque subraya que dependería de la respuesta política y la naturaleza exacta de los cuellos de botella restantes y otras fricciones en el momento de producirse el cierre y, en consecuencia, la capacidad de ajuste del mercado.

En el caso de países como España, Francia o Portugal el efecto adverso del cierre del grifo del gas ruso sería mucho más limitado, con un impacto negativo estimado de alrededor de un punto porcentual.

“Reino Unido, Irlanda, España, Portugal, Suecia y Dinamarca, con poca dependencia del gas ruso, podrían adaptarse a tal interrupción del suministro”, sostiene el FMI, añadiendo que, dada su baja capacidad de almacenamiento, cualquier acumulación o reducción de inventario en estos países tendría poco impacto en el resto de Europa.

No obstante, los autores señalan que estos impactos estimados podrían mitigarse, asegurando suministros y fuentes de energía alternativas, aliviando los cuellos de botella de las infraestructuras, fomentando el ahorro de energía, mientras se protege a los hogares vulnerables, y ampliando los acuerdos de solidaridad para compartir el gas entre países.