OPINIÓN

Hace un par de semanas se han incorporado a la agenda pública nacional, versiones acerca de la importación de combustibles en el país, bajo el denominador común del absoluto desconocimiento acerca del sector, fundamentalmente en relación con el incremento de los precios y su estructura de funcionamiento, debido a que dichos enfoques se basan exclusivamente en datos estadísticos registrados en los documentos de contratación publicados en el portal web de YPFB, desprovistos de un necesario análisis especializado.

Para comprender los aspectos relevantes de la comercialización de combustibles del país es necesario puntualizar en primer lugar, que Bolivia no importa crudo, sino más bien productos terminados como gasolina y diésel, lo que significa que para la gestión 2022 no es válida la comparación entre el precio del combustible importado y los precios del petróleo crudo, dado que ha existido un quiebre en el margen de refinación cuyos costos alcanzaron sus máximos históricos, lo que ha ocasionado que las empresas en el mundo dedicadas a este eslabón de la cadena hubiesen llegado a duplicar o triplicar en ciertas etapas sus márgenes. A los que se preguntan por qué no ocurrió lo propio con YPFB Refinación, es necesario recordarles que esto sucede porque en nuestro caso se trata de un único mercado que es el interno y que mantiene un precio fijo en el tiempo.

Otro factor a considerar son los costos asociados a la exportación de combustibles. Esto significa que cuando un Trader, que es el intermediario entre la refinería y el consumidor, negocia la compra-venta de un volumen, por ejemplo, en una de las tantas refinerías de la Costa del Golfo de EEUU, deba tomar en cuenta costos adicionales al precio del producto de los que deberá hacerse cargo, como ser impuestos en los países de compra, tránsito y destino, transporte del buque, mermas que consisten en la evaporación o pérdida de combustible que se generan en toda la operación, costos de inspección, costos administrativos, alquileres de terminales para la descarga, seguros, alijes o reducción de cargas en los barcos, particularmente en el ingreso al Río de la Plata, cuyo calado suficiente tiene un ancho de apenas 20 metros, y margen de utilidad propia de la empresa, entre otros. En Bolivia, todo este procedimiento se denomina Premio, en Paraguay este mismo concepto es conocido como Plus, y en Perú lleva el nombre de Precio Fijo.

El incremento de estos “Premios” por información oficial de YPFB, para el caso de las importaciones a través del sector de sur/oriente (Argentina y Paraguay), en 2021, significó que nuestro país pagó un premio de 157,88 $us/M3 y en el año 2022 un premio de 438,35 $us/M3, mientras que Paraguay tuvo un Plus de 30 $us/M3 en 2021 y 100 $us/M3 en 2022, según la información oficial de la estatal petrolera del país vecino. En ambos casos se observa un incremento cercano al 300%, en un contexto en el que ocurren tendencias similares en el análisis del resto de los países de la región, en los que se debe tener en cuenta la coyuntura de incertidumbre, la volatilidad, las complejas dinámicas de mercado derivadas de la guerra Rusia-Ucrania y el incremento de la demanda de carburantes en el periodo pospandemia que han generado efectos en la región.

Para Bolivia, el premio de las importaciones de combustibles por el sector de occidente en 2022 fue de 39,32 $us/M3, 11 veces más bajo que el premio registrado para el mismo año en el sector sur/oriente del país.

La diferencia entre los “premios” de los sectores de importación sur/oriente y occidente del país se explica por dos razones principales: logística y dominio de mercado. Logística porque el producto que ingresa por sur/oriente proviene de la descarga de buques en terminales ubicadas en el Río de la Plata, desde donde se deberá realizar toda una logística compleja que consiste en transporte, alquiler de plantas, impuestos, seguros y mermas para llegar a Bolivia. Esto involucra mayores costos, a diferencia de occidente, donde el producto puede ser entregado de manera directa en nuestra terminal ubicada en Arica, Chile. En cuanto al dominio de mercado, esto se explica en tanto las empresas Trafigura, Vitol y Glencore detentan un oligopolio del mercado en el sector de sur/oriente.

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El cuasi monopolio de combustibles para Paraguay y Bolivia –para las importaciones por el sur del país en el caso de Bolivia–, se debe en primera instancia al posicionamiento de mercado de empresas como Vitol, la mayor comerciante de petróleo del mundo, Trafigura y Glencore, las cuales tienen alquiladas gran parte de las terminales para la descarga de producto en el Río de la Plata o son propias como el caso de Trafigura, factores que les permiten acceso principal de combustibles importados por buques transatlánticos para estos dos países, característica que posiciona a empresas como éstas en la posibilidad de controlar el mercado, siendo las únicas capaces de ofertar volúmenes significativos, dado que los productores locales en los casos de Argentina y Brasil tienen una demanda interna alta que no les permite exportar volúmenes a mayor escala.

En un periodo de posible recesión en las principales economías en el mundo, el turno de dominar el mercado es del comprador, contrario a lo ocurrido en 2022. En este contexto, el gran reto a corto plazo para YPFB es optimizar las importaciones por el sector occidente y posesionarse en el eslabón de trading en el sector sur/oriente.

Esta actividad implica la mayor erogación de divisas para el Estado y amerita toda la atención de la ciudadanía. La explicación hasta aquí realizada nos conduce a sugerir a cierto periodismo generalista y superficial, investigar las características específicas de operaciones de complejidad en materia de precios y logística. Como se puede comprobar, la importación de gasolina y diésel exige una lectura que supere enfoques sobre números fríos, carentes de contextualización. Quienes se dedican a las operaciones mediáticas con intencionalidad política preferirán siempre apostar por el uso de cifras sin explicación que distorsionan, ya que eso les permite manipular la información para generar campañas de sabotaje y desprestigio contra la principal empresa estatal de Bolivia.

Ariel Montaño Director de importaciones y comercializaciones de yacimientos petrolíferos fiscales bolivianos (YPFB)