Energías & Negocios

Monday 10 Feb 2025 | Actualizado a 19:15 PM

Las automotrices ingresan a la minería del litio

La escasez de litio ha obligado a los fabricantes a adquirir el metal directamente

Clifford Krauss

Por Clifford Krauss

/ 7 de julio de 2023 / 08:31

Ansiosos por no quedarse rezagados respecto a Tesla y las empresas automovilísticas chinas, muchos ejecutivos occidentales del sector están dejando de lado a los proveedores tradicionales y están invirtiendo miles de millones de dólares en acuerdos con empresas mineras de litio.

Con cascos y botas con punta de acero, exploran minas en lugares como Chile, Argentina, Quebec y Nevada para garantizar el suministro de un metal que podría ser determinante para sus empresas en su transición de la gasolina a las baterías.

Sin litio, los fabricantes de automóviles estadounidenses y europeos no podrán fabricar las baterías para las camionetas “pick-up”, todoterreno y familiares eléctricos que necesitan para seguir siendo competitivos. Y las líneas de ensamblaje que están poniendo en marcha en lugares como Míchigan, Tennessee y Sajonia, Alemania, se paralizarán.

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General Motors planea para 2035 que todos sus autos en venta sean eléctricos. En el primer trimestre de 2023, las ventas de automóviles, camionetas “pick-up” y todoterrenos impulsados por baterías en Estados Unidos aumentaron un 45% en relación con el año pasado, según Kelley Blue Book, una empresa de investigación y avalúo de vehículos.

Por eso, las empresas automotrices se esfuerzan por asegurar un acceso exclusivo a las minas más pequeñas antes de que otros lo obtengan. No obstante, esta estrategia las expone al arriesgado negocio de la minería, a veces en países con una política inestable y débiles protecciones del medioambiente. Si apuestan mal, estas empresas podrían acabar pagando mucho más por el litio de lo que podría venderse en unos años.

Los ejecutivos del sector afirman que no tienen elección porque no hay suficientes suministros confiables de litio y otros materiales para baterías, como el níquel y el cobalto, para los millones de vehículos eléctricos que necesita el mundo.

Antes, los fabricantes dejaban que los proveedores de baterías compraran el litio y otras materias primas por su cuenta. Pero la escasez de litio ha obligado a los fabricantes, que disponen de mayores recursos, a adquirir el metal directamente y enviarlo a las fábricas de baterías, algunas de propiedad de los proveedores y otras parcial o totalmente de los fabricantes. Las baterías dependen de los iones de litio ligeros para conducir la energía.

“Nos dimos cuenta muy rápido de que no había una cadena de valor establecida que pudiera satisfacer nuestras ambiciones para los próximos 10 años”, afirmó Sham Kunjur, quien supervisa el programa de General Motors para garantizar que cuentan con el material para las baterías.

El año pasado, el fabricante de autos logró llegar a un acuerdo de suministro con Livent, una empresa de litio en Filadelfia, para obtener el material de las minas sudamericanas. En enero, GM acordó invertir $us 650 millones en Lithium Americas, una empresa con sede en Vancouver, Columbia Británica, Canadá, para desarrollar la mina Thacker Pass en Nevada. Kunjur y los directivos de Lithium Americas explicaron que la empresa venció a 50 licitadores, entre ellos fabricantes de baterías y componentes.

Ford Motor ya cerró acuerdos de litio con SQM, un proveedor chileno; Albemarle, que se encuentra en Charlotte, Carolina del Norte, y Nemaska Lithium de Quebec.

“Se trata de algunos de los más grandes productores de litio en el mundo con la mejor calidad”, dijo a los inversionistas en mayo Lisa Drake, vicepresidenta para la industrialización de vehículos eléctricos de Ford.

Litio

Decenas de empresas están desarrollando minas y es probable que terminen con mucho más litio del que necesitan para satisfacer las necesidades de todo el mundo. La producción mundial podría aumentar antes de lo previsto, lo cual provocaría un colapso en el precio del litio, algo que ya ocurrió en el pasado reciente. Los fabricantes de automóviles acabarían pagando por el metal mucho más de lo que vale.

Los ejecutivos de la industria automotriz no están dejando nada al azar, por temor a que, si sus empresas se quedan sin litio suficiente incluso por unos años, ya no puedan recuperarse.

Sus temores son fundados. En lugares donde las ventas de vehículos eléctricos han aumentado más rápido, las empresas automotrices establecidas han perdido mucho terreno. En China, donde casi un tercio de los autos nuevos son eléctricos, Volkswagen, GM y Ford perdieron cuota de mercado ante productores nacionales como BYD, que fabrica sus propias baterías. Tesla, que ha construido una cadena de suministro de litio y otras materias primas a lo largo de los años, no ha dejado de ganar cuota de mercado en China, Europa y Estados Unidos. Ahora, es el segundo vendedor de coches nuevos en California, después de Toyota.

Muchos países con grandes reservas, como Bolivia, Chile y Argentina, han nacionalizado los recursos naturales o tienen estrictos controles de divisas que pueden limitar la capacidad de los inversionistas extranjeros para sacar dinero del país. Incluso en Canadá y Estados Unidos, pueden pasar años para establecer minas.

“El litio va a ser difícil de conseguir y de electrificar por completo aquí en Estados Unidos”, explicó Eric Norris, presidente de la unidad de negocio global de litio de Albemarle, la principal minera de litio estadounidense.

Como resultado, los ejecutivos y consultores del sector automovilístico están buscando minas en todo el mundo, la mayoría de las cuales aún no han empezado a producir.

Sin embargo, en su prisa, las empresas automovilísticas están haciendo tratos con pequeñas minas que pueden no estar a la altura de las expectativas. “Hay muchos ejemplos de problemas que surgen”, dijo Shay Natarajan, socia de Mobility Impact Partners, un fondo de capital de riesgo centrado en invertir en transporte sostenible. Los precios del litio podrían acabar desplomándose por el exceso de producción, añadió.

Las mineras parecen ser las grandes beneficiadas. Sus acuerdos con las empresas automovilísticas les garantizan grandes beneficios y les facilitan la obtención de préstamos o la venta de acciones.

Las empresas automovilísticas están desempeñando un papel importante a la hora de ayudar a las minas a ponerse en marcha, dijo Dirk Harbecke, director ejecutivo de Rock Tech Lithium, que está desarrollando una mina en Ontario, Canadá, y una planta de procesamiento en el este de Alemania que abastecerá a Mercedes-Benz.

(*) Clifford Krauss es corresponsal de energía del New York times

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Consolidación en el sector petrolero: ¿renovación o sobrevivencia cortoplacista?

Es mejor que las independientes se consoliden en corporaciones más grandes y eficientes

Clifford Krauss

Por Clifford Krauss

/ 3 de noviembre de 2023 / 09:31

Exxon Mobil y Chevron, las dos empresas petroleras más grandes de Estados Unidos, el mes pasado se comprometieron a gastar más de $us 50.000 millones cada una para comprar empresas más pequeñas en unos acuerdos que les permitirán producir más petróleo y gas natural en las próximas décadas.

Pero un día después de que Chevron anunció su adquisición, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó un informe detallado en el cual concluye que la demanda de petróleo, gasolina y combustibles fósiles llegaría a su punto máximo para 2030, ya que las ventas de autos eléctricos y el uso de energías renovables iban en aumento.

La brecha entre lo que las empresas petroleras y muchos especialistas en energía creen que sucederá en los próximos años nunca ha sido tan marcada.

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Las grandes empresas petroleras están redoblando sus esfuerzos en la extracción de gas y petróleo y en su procesamiento para convertirlos en combustibles que se usan en motores, plantas eléctricas y maquinaria industrial. Además, con unas cuantas excepciones, no pretenden gastar gran cosa en alternativas como las energías solares y eólicas y las baterías para automóviles eléctricos.

“Están invirtiendo en lo que prometieron”, señaló Larry Goldstein, director de proyectos especiales en la Fundación para la Investigación sobre Políticas Energéticas, una organización sin fines de lucro con sede en Washington que se especializa en petróleo, gas natural y productos derivados del petróleo.

Los funcionarios de la AIE, la cual fue creada por Estados Unidos y sus aliados durante la crisis petrolera de la década de 1970, creen que las empresas petroleras están haciendo una mala apuesta. Ellos señalan el crecimiento asombrosamente rápido de las energías renovables y la venta de autos eléctricos, motonetas y otros vehículos: uno de cada cinco vehículos nuevos vendidos este año opera con baterías, a diferencia de uno de cada 25 en 2020.

“La transición a las energías limpias está ocurriendo en todo el mundo y es imparable”, señaló Fatih Birol, director ejecutivo de la agencia.

Los tipos de energía que usan la gente y las empresas —y cómo las usan— durante las próximas décadas tendrán enormes consecuencias ambientales y económicas. La mayor parte de los especialistas en cambio climático afirman que es fundamental eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero (las cuales resultan principalmente de quemar combustibles fósiles) para 2050 a fin de prevenir los efectos más graves del cambio climático.

Los ejecutivos petroleros rechazaron las proyecciones de la AIE y afirmaron que el mundo necesitará sus productos durante mucho tiempo más.

“Yo, en lo personal, estoy en desacuerdo, las empresas más importantes están en desacuerdo, la OPEP está en desacuerdo y todos los que producen gas y petróleo también están en desacuerdo”, comentó Scott Sheffield, director general de Pioneer Natural Resources, empresa que Exxon aceptó comprar en $us 60.000 millones la segunda semana de octubre. Sheffield agregó que la AIE no comprende “la demanda de nuestros productos”.

El ejecutivo prosiguió: “¿Quién va a remplazar la turbosina? ¿Quién va a remplazar los productos petroquímicos? ¿Qué alternativas remplazarán todo eso?”.

La compra de Pioneer ampliará la presencia de Exxon, ya de por sí importante en la cuenca Pérmica que es una gran zona rica en gas y petróleo en Texas y Nuevo México. Este acuerdo duplica con creces los bienes de Exxon en la cuenca.

Asimismo, la adquisición de Hess por parte de Chevron es una enorme apuesta a la producción en aguas profundas frente a la costa de Guyana, el prospecto petrolero de mayor crecimiento en el hemisferio occidental. El acuerdo hará que Chevron sea un socio minoritario de Exxon, el principal operador en el campo.

Los dos acuerdos les dan a las empresas inversiones en campos donde los costos de producción son bajos y en zonas que son muy estables, cuando los suministros futuros del petróleo procedentes de lugares como Rusia y Venezuela son más inciertos.

Los ejecutivos petroleros no son ajenos a las crecientes preocupaciones sobre el cambio climático. Ellos afirman que la consolidación les ayudará a invertir más en la tecnología que casi no se ha probado para captar dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero, y enterrar bajo las profundidades de la tierra para siempre. También plantean que pretenden invertir grandes sumas de dinero en hidrógeno, un combustible potencialmente más limpio.

“En este momento, la consolidación tiene que ver con brindarles a las empresas el nivel para ser más resilientes y cumplir con diversas prioridades al mismo tiempo”, señaló Daniel Yergin, el historiador del petróleo que escribió acerca de las anteriores olas de fusiones en la industria petrolera en su libro El Premio.

La AIE concuerda en que durante un tiempo crecerá la demanda de petróleo, pero a niveles mucho menores, cosa que hará que los precios disminuyan y les dificulte a muchas empresas competir con los grandes productores, como Arabia Saudita, la cual puede producir petróleo a un costo muy bajo.

“Hay demasiadas corporaciones que cotizan en la bolsa”, comentó Sheffield. “Es mejor que las independientes se consoliden en corporaciones más grandes y eficientes. La seguridad energética se logra con compañías grandes”.

Los ambientalistas como Mark Brownstein, vicepresidente ejecutivo del Fondo para la Defensa del Medioambiente, señalaron que las grandes empresas petroleras estaban perdiendo una importante oportunidad de reinventarse.

“Me parece que esta ola de fusiones y adquisiciones no es en realidad parte de una transición al futuro, sino una serie de actores de la industria tratando de exprimir lo último del modelo de negocios existente”, comentó Brownstein. “Más bien, se trata de adquirir activos para seguir teniendo liquidez”.

(*) Clifford Krauss es periodista del New York Times especializado en energía

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