Se avecinan enormes cambios demográficos que modificarán la economía mundial
Para 2050, las personas de 65 años o más serán casi el 40% de la población en partes de Asia oriental y Europa
Lauren Leatherby
Imagen: LINKEDIN
Durante décadas, las potencias dominantes del mundo se han beneficiado de las grandes poblaciones en edad laboral que ayudan a impulsar el crecimiento económico.
Mientras tanto, las poblaciones especialmente jóvenes en buena parte de los países en desarrollo han tenido recursos limitados para destinarlos a la crianza de los hijos, lo cual ha reducido las oportunidades en materia económica.
Pero los puntos demográficos favorables del mundo están cambiando y con bastante rapidez.
El primer cambio importante lo tuvo Japón: para 2013, una cuarta parte de su población tenía 65 años o más, lo cual hacía que Japón fuera el país grande más viejo de todos los tiempos. Le seguirá una gran parte de Europa occidental, con una población vieja nunca antes vista, y, luego, Corea del Sur, el Reino Unido y Europa oriental, junto con China, serán los siguientes.
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Al mismo tiempo, ahora muchos países de bajos ingresos tendrán inmensas fuerzas laborales en edad productiva por primera vez. ¿Podrán aprovechar esta oportunidad?
Las poblaciones del mundo ya se han transformado. En Europa se está reduciendo, al igual que en China, la cual este año ha sido superada por una India mucho más joven como el país más poblado.
Lo que hemos visto hasta ahora es solo el principio. Las proyecciones son confiables y contundentes: para 2050, las personas de 65 años y más constituirán casi el 40% de la población de algunas partes de Asia oriental y Europa. Eso es casi el doble del porcentaje de adultos mayores en Florida, la capital de las personas jubiladas de Estados Unidos. Un número extraordinario de jubilados dependerán de una cantidad cada vez menor de personas en edad laboral para que los mantengan.
Como resultado, prevén los expertos, las cosas que muchos de los países más ricos dan por sentado —como las pensiones, la edad de jubilación y las estrictas políticas de inmigración— tendrán que revisarse para ser viables. Y, según los economistas, los países más ricos de la actualidad casi de manera inevitable representarán una proporción menor del producto interno bruto global.
Este es un cambio radical para Europa, Estados Unidos, China y otras grandes economías, las cuales han tenido algunas de las mayores poblaciones en edad laboral del mundo, ajustado para sus poblaciones. Sus grandes fuerzas laborales han ayudado a impulsar su crecimiento económico.
Esos países ya están saliendo de la lista por su envejecimiento. De acuerdo con las proyecciones de Naciones Unidas, las fuerzas laborales mejor equilibradas pronto estarán principalmente en el sur y el sureste asiático, África y Medio Oriente. Según los especialistas, este cambio podría transformar el crecimiento económico y los equilibrios de poder geopolítico.
En muchos sentidos, el envejecimiento del mundo es una victoria del desarrollo. La gente ahora vive más tiempo, tiene una vida más saludable y, a medida que se enriquece, está teniendo menos hijos.
La oportunidad es enorme para muchos de los países más pobres. Al descender la tasa de natalidad, los países pueden obtener “dividendos demográficos”, cuando una proporción cada vez mayor de los trabajadores y pocos dependientes avivan el crecimiento económico. Los adultos con familias más pequeñas tienen más tiempo libre para la educación e invertir en sus hijos. Es común que más mujeres entren a la fuerza laboral, cosa que acrecienta el impulso económico.
La demografía no es un destino y los dividendos no son automáticos. Sin que haya empleos, tener mucha gente en edad laboral puede generar inestabilidad en vez de crecimiento. E incluso al envejecer, los países ricos seguirán teniendo ventajas económicas y un nivel de vida elevado durante mucho tiempo.
“Todos estos cambios nunca deberían sorprender a nadie, pero sí lo hacen”, señaló Mikko Myrskylä, director del Instituto Max Planck para la Investigación Demográfica. “Y eso no es porque no lo supiéramos. Es porque es muy difícil reaccionar políticamente”.
Al igual que en muchos países jóvenes, las tasas de natalidad en Kenia han disminuido de manera drástica en los últimos años. Hace 50 años, las mujeres tenían un promedio de ocho hijos, pero el año pasado, solo poco más de tres. A nivel demográfico, Kenia se parece a Corea del Sur a mitad de la década de 1970 cuando su economía estaba comenzando a tener un ascenso histórico. Gran parte del sur de Asia y África tienen estructuras etarias parecidas.
Pero sin las políticas adecuadas, puede ser contraproducente que haya una gran población en edad laboral y no conduzca a un crecimiento económico. Si un gran número de adultos jóvenes no tienen acceso a empleos ni a formación, el desempleo juvenil generalizado puede amenazar la estabilidad cuando los jóvenes frustrados recurran a los grupos delincuenciales o armados en busca de mejores oportunidades.
“Si no hay empleo para las personas que están integrándose a la fuerza laboral, no hay garantía de que vaya a haber dividendos demográficos”, señaló Carolina Cardona, economista de la salud en la Universidad Johns Hopkins que trabaja en la Iniciativa de Dividendos Demográficos.
Los países del este asiático que llegaron al punto demográfico favorable en las últimas décadas tenían instituciones y políticas especialmente buenas establecidas para aprovechar ese potencial, comentó Philip O’Keefe, quien dirige el Centro de Investigación del Envejecimiento de Asia en el Centro ARC de Excelencia en la Investigación del Envejecimiento de la Población y con anterioridad encabezó informes sobre el envejecimiento en el este asiático y el Pacífico en el Banco Mundial.
Otras partes del mundo (por ejemplo, algunas de Latinoamérica) tenían estructuras etarias parecidas a las de los países del este asiático, pero, de acuerdo con O’Keefe, no han tenido un crecimiento nada parecido. “La población es la materia prima. Los dividendos son la interacción de la materia prima y las buenas políticas”, aseveró.
Los países jóvenes de la actualidad no son los únicos que están en un momento decisivo. La transformación de los países ricos acaba de comenzar. Si estos países no logran prepararse para un número cada vez menor de trabajadores, se enfrentarán a una reducción gradual del bienestar y de su capacidad económica.
De acuerdo con las proyecciones demográficas de las Naciones Unidas, se prevé que el número de personas en edad laboral en Corea del Sur e Italia, dos países que están entre los más viejos del mundo, disminuya en 13 millones y 10 millones para 2050. Se prevé que China tenga 200 millones menos residentes en edad laboral, una disminución más elevada que toda la población de la mayoría de los países.
(*) Lauren Leatherby es máster en políticas públicas de la Harvard Kennedy School