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El mundo desacelera su marcha: las turbulencias económicas impiden un mayor crecimiento

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La recuperación de la economía del mundo, tras la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, se está desacelerando en medio de divergencias cada vez mayores entre los sectores económicos y las regiones, que impiden mayor crecimiento.

La demanda retrocede en el orbe, impactada por el endurecimiento de la política monetaria llevada adelante por los principales bancos centrales, enfrascados en su lucha contra las presiones inflacionarias.

Se prevé que el crecimiento mundial caiga del 3,5% en 2022 al 3,0% en 2023 y 2024 en promedio anual, según las cifras más recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI). El pronóstico para éste y el próximo año se mantiene muy por debajo del promedio anual histórico, entre 2000 y 2019, de 3,8%. Esto también se refleja en las proyecciones del Producto Interno Bruto (PIB) general como del PIB per cápita.

Las economías avanzadas continúan impulsando la disminución del crecimiento el presente año, con una baja en la producción, que compensan una actividad de servicios más fuerte.

En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, la perspectiva de crecimiento es en general estable para 2023 y 2024, aunque con cambios notables entre regiones.

Año tras año, el crecimiento global tocó fondo en el cuarto trimestre de 2022. Sin embargo, en algunas economías importantes, todavía se espera que continúen a la baja hasta la segunda mitad de 2023, señala un reporte de esta semana del FMI.

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Crecimiento

Se espera que el crecimiento del comercio mundial disminuya del 5,2% en 2022 al 2,0% en 2023, antes de rebotar al 3,7% en 2024, muy por debajo del promedio de 4,9% registrado entre 2000 y 2019.

La caída en 2023 refleja no solo la trayectoria de la demanda mundial, sino también cambios en su composición hacia los servicios domésticos, los efectos rezagados de la apreciación del dólar estadounidense, que frena el comercio debido a la facturación generalizada de productos en esa moneda y el aumento de las barreras comerciales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció en mayo que ya no considera al COVID-19 como una “emergencia de salud global”.

Las cadenas de suministro se han recuperado en gran medida, y los costos de envío y los tiempos de entrega de los proveedores han vuelto a los niveles previos a la pandemia. Pero las fuerzas que obstaculizaron el crecimiento en 2022 persisten. La inflación sigue siendo alta y continúa erosionando el poder adquisitivo de los hogares.

El endurecimiento de las políticas por parte de los bancos centrales en respuesta a la inflación ha elevado el costo de los préstamos, limitando la actividad económica.

Las preocupaciones inmediatas sobre la salud del sector bancario han disminuido, pero las altas tasas de interés se están filtrando a través del sistema financiero y los bancos en las economías avanzadas han endurecido significativamente los estándares crediticios, restringiendo la oferta de crédito.

El impacto de las tasas de interés más altas se extiende a las finanzas públicas, especialmente en los países más pobres que enfrentan costos de deuda elevados, lo que limita el espacio para inversiones prioritarias.

Como resultado, las pérdidas de producción en comparación con los pronósticos previos a la pandemia siguen siendo grandes, especialmente para las naciones más pobres del mundo.

Dato

La inflación está disminuyendo en la mayoría de los países, pero sigue siendo alta, con divergencias entre las economías y las medidas de inflación. Tras la acumulación de inventarios de gas en Europa y una demanda más débil de lo esperado en China, los precios de la energía y los alimentos han caído sustancialmente desde sus máximos de 2022, aunque los precios de los alimentos siguen siendo elevados.

Junto con la normalización de las cadenas de suministro, estos acontecimientos han contribuido a una rápida disminución de la inflación general en la mayoría de los países. Sin embargo, la inflación subyacente, en promedio, ha disminuido de manera más gradual y se mantiene muy por encima de los objetivos de la mayoría de los bancos centrales.

La tensión aguda en el sector bancario disminuyó, pero la disponibilidad de crédito es limitada.

Gracias a la rápida reacción de las autoridades, el susto bancario de marzo de 2023 permaneció contenido y limitado a los problemáticos bancos regionales en EEUU y Credit Suisse en Suiza.

Aún así, la política monetaria restrictiva sigue ejerciendo presión sobre algunos bancos, tanto directamente (a través de mayores costos de financiamiento) como indirectamente (al aumentar el riesgo crediticio). Los bancos restringieron el acceso al crédito en 2023.